Aquello era abrumador. La gente no paraba de subir y bajar, de correr en direcciones aleatorias, de obstruir los pasillos.
Yo me movía inconscientemente entre los demás estudiantes, buscando a algún profesor al que ayudar.
-¡Profesora McGonagall!- la alegría que sentí al verla fue indescriptible.
-Lancaster, querida. No pierda tiempo, póngase al lado de la profesora Trelawney y comience a proteger el castillo. ¡Haga sus mismos hechizos!
Cuando Trelawney me vio, me tomó cariñosamente la cara:
-Juntas, querida- dijo en un susurro preocupado.
Entonces comencé a imitar sus movimientos
-Salvio Hexia... Protego maxima... Fianto Duri... Repello...
Mi mano empezó a temblar. Primero eran los nervios, luego el penetrante frío que traía consigo el aura de miedo y me calaba en los huesos.
-Con confianza, Lancaster- dijo Slughorn cariñosamente al ver mi varita moverse cada vez con aspecto más nervioso.
-¡No, Horace! ¡No está nerviosa ella...!- no dejé acabar a Trelawney, que cogió mi cuerpo convulsionante antes de que cayera al suelo.
Se podría saber que la serpiente sería origen de todos los males, sería el origen de los gritos en aquella casa. Pobre del fingido malvado pero que siempre fue inocente. Pero parte de su alma estaba dónde menos la querría destruir: dentro de él mismo.
Cuando acabé de producir aquel conjunto de palabras y mis ojos dejaron ver de nuevo mi iris, y no solo la parte blanca, tomé aire en un suspiro profundo y tétrico, como si parte de mi alma volviera a mi.
No dejé a Trelawney sostenerme y, aunque agotada, me puse de pie en camino a buscar a Harry desesperadamente, tambaleándome.
-Lancaster, ¿¡Pero a dónde va!? Acaba usted de tener una visión está agotada, espere a que...- interrumpí de inmediato a Slughorn, que aún parecía asustado ante aquel espectáculo.
-Tengo que encontrar a Harry. Y a Snape. Va a morir el profesor Snape, y he encontrado al horrocrux que faltaba. Por desgracia.
Todos los profesores me miraron atónitos, pero había algo en mis palabras que sugería que todo tenía una explicación más profunda.
Me puse a correr claramente debilitada por el trance que había pasado.
Los alumnos ahora parecían caras borrosas, y el ruido a mi alrededor solo era un murmullo sordo e imposible de identificar.
-Eh... Lo siento, estás bi... ¡T/n!- una voz sorprendida proveniente de un cuerpo que acababa de chocar conmigo y me sostenía con sus manos me hablaba.
-D... Draco debes... debes guardar reposo, yo...- dije aturdida.
-Ven, estás muy débil pequeña, te llevaré a...- le interrumpí.
Me parecía increíble como hasta con una guerra inminente Draco Malfoy conseguía sonrojarme al hablarme con cariño.
-No. Draco mírame... Necesito... A Harry- dije entrecortada- hemos de ir a buscar a Snape.
-Está bien...- suspiró preocupado- pero sólo si voy con vosotros.
Emprendimos la marcha y como si nos buscáramos mutuamente le vi.
-No, no te expliques T/n... He visto algo parecido a ti... Sé a dónde tenemos que ir, debemos llegar cuánto antes- Harry miró con desconfianza a Draco pero no dijo nada.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Harry no sabía lo que yo sospechaba.
-Harry, hay algo más... sobre el último horrocrux...
-Eso ha de esperar.
Y nos fuimos a encontrarnos con su destino. Y con el mío.
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POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú.
Romance"Estaba escrito, como en una profecía: Ella, una Gryffindor diferente. Él, el frío Slytherin por excelencia. La casualidad los hizo coincidir, el destino los hizo enamorarse". Una historia de pasiones prohibidas, de amor contra todo y contra todos...