CAPÍTULO 31.

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No había rastro de Draco en la enfermería y me pasé un bueno rato buscándolo por los pasillos.

-¿Dónde se habrá metido? Me faltan solo las mazmorras y la torre de astronomía- pensé. Y cuando pronuncié mentalmente la última el colgante que Draco me había regalado y que supuestamente brillaba ante lo que más necesitabas, emitió una potente luz verde.

-¿Gracias...?- volví a pensar mientras agarraba la gema con forma de mariposa.

En efecto, allí estaba. O no.

Porque no me encontré allí al Draco Malfoy altivo, frío y orgulloso, siempre erguido y de mirada incisiva e intimidante.

En su lugar, me encontré sentado con las piernas flexionadas y la cara escondida entre su brazos a un chico con los ojos llorosos, hiperventilando y con una cara que reflejaba todo el dolor del mundo.

-Oh... Draco no... ¿qué sucede? Ven aquí...- dije instintivamente sentándome a su lado, tomando su cabeza en mi pecho y abrazándolo tan fuerte como pude.

-Es... ¿por la herida de la pelea con Harry o por...?

-Ojalá, Lancaster- soltó en una especie de sollozo doloroso- desearía que fuese la herida.

No sabía que decir. Tenía un nudo en el estómago tan grande que a penas me dejaba hablar; simplemente me quedé absorta y seguí abrazándole. Él estaba muerto de dolor y de miedo, y yo me moría por verle así.

Pero en un acto reflejo se apartó de mi, secó sus lágrimas y esa mirada volvió a reflejar seriedad y desprecio.

-Vete. Sé que me detestas por lo que escuchaste en mi conversación con Snape y no quiero tu compasión.

-No es compasión, Draco yo...- me cortó, furioso.

-¿¡Que no es compasión!?- gritó- ¿¡entonces que es, T/n!? Te ayudaré a saberlo- y levantó la manga de su camisa mostrándome la marca, ahora si, con las lágrimas rodando por sus mejillas.

Inevitablemente, una punzada atravesó mi corazón al ver la marca tenebrosa.

Pero tomé su brazo suavemente y volví a tapar la señal en su piel, tomando su cara entre mis manos,

-Draco, déjame que te expl...- de nuevo me interrumpió.

Entonces, lo dijo.

-Te quiero. Te quiero tanto T/n, como para haber roto la coraza con la que he vivido todo este tiempo. Joder, estoy enamorado de ti.

Mis ojos se inundaron de lágrimas.

-Y lo sé. Da igual que me justifique, sé que me ves como un monstruo, sé que piensas que he encarnado el mal de mi padre pero yo estoy enamorado de ti. Y daría mi vida por protegerte, porque te quiero Lancaster. Pase lo que pase he estado jodidamente enamorado de ti.

-Draco- susurré entre sollozos- no puedo odiar a la persona que amo. No puedo. Y no quiero. Tu no eres esto.., quieren hacerte creer que lo eres pero no es verdad.

Sus ojos cambiaron por completo al oírme, y pareció que aquel torbellino de emociones que lo colapsaban se calmaban en un semblante serio.

-Te lo dije entonces, Draco, y te lo repito: he visto algo en ti. Algo diferente. Y jamás he dejado de verlo. Por favor, déjame ayudarte. Confía en mi.., confía en...

-En nosotros...- continuó mi frase en un susurro.

Y entonces su colgante, aquel igual que el que me regaló, del mismo modo que el mío antes, se iluminó.

Y me besó.

Sólo la noche, absolutamente iluminada de estrellas y yo habíamos sido testigos de aquello: Draco Malfoy, el chico obligado a ser malvado en contra de su voluntad, tirando abajo la coraza que aún le quedaba y admitiendo estar enamorado de mi.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora