CAPÍTULO 21.

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Las vacaciones habían sido demasiado fugaces.

Esta vez el expreso de Hogwarts parecía otro: todos teníamos una expresión seria y lúgubre. Sabíamos que no era una vuelta a casa, como lo fue otros años, ahora era una vuelta a aquella cárcel gris dónde nosotros no éramos alumnos, si no presos, y dónde Umbridge no era directora, si no carcelera.

Mientras miraba por la ventana agarré con fuerza el colgante de Draco; Harry y Ron dormían, para variar, y Hermione leía concienzudamente uno de esos enormes libros suyos.

Cerré los ojos, y pensando en el rubio platino más de lo que me gustaría admitir, me dormí.

Pronto llegaríamos.

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-Bien chicos, hemos terminado por hoy- dijo Harry guardando su varita- descansad, hace unas horas aún estábamos en el tren.

Todos recogieron sus cosas con rapidez; cuando quise darme cuenta estaba prácticamente sola.

-Tranquila- dije a Hermione- ve con ellos, os veo en la sala común.

Pero cuando por fin terminé, algo extraño sucedió: la puerta de la Sala de los Menesteres no se desvanecía como de costumbre. "Qué extraño..." -pensé. Hasta que lo vi.

-¿Espiándome, Malfoy?- pregunté al divisar su traje entallado negro.

-Como para no, Lancaster- contestó irónico- te pierdo de vista unos días y sales de entre las paredes. ¿Quedando a escondidas con algún Gryffindor mugroso?

-Podría ser.., ¿celoso?- pregunté arqueando una ceja.
-Jamás, Lancaster- contestó desafiante.
-Mejor, porque hay algo que quería enseñarte.

Tomé su mano, fría y suave, y me dio un vuelco el corazón. Nos adentramos de nuevo en la Sala y le conté todo sobre el Ejército de Dumbledore. Su mirada era de absoluta incredulidad.

-Vaya.., ese estúpido de Potter sí que ha confiado en mi dejándote contármelo- ni el se lo creía.

Hablamos largo y tendido del tema hasta que aflojé la seriedad del ambiente:

-Venga, príncipe de Slytherin- dije retándole entre risas- enséñame cuántos de los hechizos que practicamos aquí te sabes.

-No me subestimes- dijo sacando su varita y rozándola por mi mejilla, mi cuello y me pecho, provocando que se me erizara la piel.

-B-Bien...- balbucée nerviosa- Venga conjura tu patronus.

Un silencio incómodo rompió el ambiente.

-¿Draco?- dije sacudiendo mi mano frente a su mirada perdida- venga, es fácil hazlo.

-Yo... Yo no... Ahora no me apetece- dijo con seriedad.
-¡No sabes conj...!
-No, Lancaster no sé conjurar ese estúpido patronus. Ahora déjame en paz.

Le tomé de nuevo la mano. Pero esta vez lo puse frente a mi, a escasos centímetros, cerrando sus ojos con mis dedos.

-Piensa en un momento dónde la felicidad te haya inundado Draco- me acerqué a su oído y susurré- piénsalo, fuerte... Hagámoslo a la vez.

Sus mejillas se ruborizaron levemente, y mientras admiraba sus perfectos labios, su cabello desordenado, sucedió:

-Expecto patronum- pronunciamos. Y de mi varita salió un haz de luz blanca que formó una bonita mariposa, como siempre.

Y de la suya.., otra exactamente igual.
Teníamos el mismo patronus.

Nos miramos a escasos centímetros con una mezcla de deseo, de sorpresa, de un poco de miedo.

Lentamente acercó sus labios a los míos, y habló, rozando nuestras bocas:

-Lancaster...,- tocó mi cuello, sosteniendo algo- te brilla el colgante- tiró de el y me besó.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora