CAPÍTULO 29.

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Narra Draco:

Aquellos días habían sido infernales para mí.

Desde que apareció la dichosa marca mi vida había caído en picado. No podía dormir, cada mañana se hacía más cuesta arriba que la anterior y había perdido el apetito.

Lo único que me mantenía cuerdo era ella, o mejor dicho: lo único que me hacía feliz era ella.
Me daba igual si era verla a lo lejos en los cambios de clase, pillarla mirándome en el Gran Comedor y ver como se muere de vergüenza o escuchar su risa a lo lejos en cualquier pasillo.

Ella era vida. Ella era... mi vida.

Cuando me enteré de lo que había ocurrido fui inmediatamente a la enfermería. Madame Pomfrey simplemente se había limitado a decirme:
-Lo siento, chico. Ella no quiere visitas.

Pero no era idiota. Dentro estaban Potter, Ron y Hermione. No es que no quisiera visitas, es que no quería la mía; ella se había enterado de mi conversación con Snape y ahora me detestaba. No podía culparla por ello: yo también me odiaba.

Pero la preocupación era tan fuerte que aquellos tres días me limité a acercarme a la puerta mientras Madame Pomfrey estaba ocupada en algo para asegurarme de que estaba bien.

Yo era un intento de demonio, ella simplemente era un perfecto ángel que había caído en mi infierno, y quemarla era algo que no podía consentir. Jamás dejaría que nada le hiciera daño, y eso me incluía a mi.

Me encontraba allí, con la camisa y la corbata aflojadas esperando escuchar noticias de ella en el pasillo, hasta que lo vi.

-No quiere verte, Malfoy. Métetelo en cabeza- ese estúpido de Zabini empezaba a ser un estorbo demasiado grande.

-No voy a perder mi tiempo contigo, Zabini. Sólo eres un inútil disfrazado de tipo interesante que se aprovecha de la vulnerabilidad de la chica para conseguir algo.

Pegué casi nuestras frentes, desafiándolo con la mirada.

-Tienes razón. Y en cuánto lo consiga podré quitarte de su vista de una vez por todas.

La ira se apoderó de mi e inconscientemente clavé mi varita contra su garganta.

Pero no hice nada. No hice nada porque en aquel momento todo mi mundo se derrumbó.

El corazón me iba a mil por hora mientras que un sudor frío se hacía paso por mi frente. Perdí el control y terminé hiperventilando en el lavabo, intentando que el agua fría calmara mis pensamientos y disimulara las lágrimas que corrían por mis ojos.

-¡Sectumsempra!- y en medio de aquella pelea absurda todo lo que pude notar fue la luz apagándose de mis ojos y el lavabo lleno de mi sangre.

POLOS OPUESTOS: Draco Malfoy y tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora