Baekhyun siempre quiso casarse por amor, pero pertenecer a la clase alta implicará que deba unirse con alguien a quien no ama, y las circunstancias provocarán incluso una creciente antipatía entre los recién casados.
La barrera entre el odio y el am...
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La luz al final del tunel.
Era cegadora... intensa... brillante... lastimaba sus ojos, que aun así insistieron en abrirse.
Conforme su vista se aclaraba, se percató que aquella luz provenía de una enorme lámpara, que iluminaba directamente hacía él, por lo que se forzó a cerrarlos de nuevo hasta que se acostumbraron a aquella luz, que en realidad no era tan intensa como al principio le pareció.
Aturdido, se descubrió a sí mismo en la camilla de un hospital, su marido estaba sentado a su lado, sosteniéndo su mano, y le sonrió aliviado al verlo despertar.
Chanyeol trató de sentarse, pero Baekhyun le detuvo, sosteniéndole cuidadosamente por el pecho. —No te levantes, quédate así... —Pidió y fue obedecido.
—¿Qué pasó? —Preguntó, tratando de recordar. Luego de recibir los disparos, y de que Baekhyun llegara, sus recuerdos estaban difusos, puesto que no había estado ya del todo consciente.
—Te extrajeron las balas. Uno de tus pulmones resultó dañado, aunque por suerte llegamos a tiempo al hospital. —Explicó. —Dijo el médico que te recuperarás bien, pero tienes que descansar. Estaremos aquí unos días y cuando te den el alta, te cuidaré en casa hasta que sanes. —Resolvió, acariciándole, cariñosamente, el cabello.
—...¿Y Sehun?...
La mirada de Baekhyun se entristeció inevitablemente. —...Intentó suicidarse... pero no logró hacerlo y lo arrestaron... —Suspiró. —Han estado interrogándolo antes de llevarlo a juicio.
El pelirrosa no iba a admitirlo en voz alta, mas tampoco hacía falta que lo hiciera, porque Chanyeol podía notarlo: se sentía mal por él.
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Sehun fue condenado por extorsión, narcotráfico, blanqueo de capitales, tráfico de armas, homicidio doloso e intento de homicidio.
Él mismo había confesado todo, por lo que el proceso había sido breve; y es que poco le importaba ya lo que pasara con él. Sabía que, de cualquier modo, había testigos y evidencia en su contra. Además, tenía la seguridad de que, ni sus padres, ni su gente, ni sus amigos iban a abogar por él.
