Din se anima cuando lo escucha, esos suspiros bajos que ahora son tan familiares, gemidos entrecortados que caen de tus labios mientras te duchas. Él piensa que realmente debería hacerte saber cuánto se puede escuchar a través de la "puerta del baño", pero... parece que no se atreve a decírtelo.
A medida que el agua corre, las palabras sin forma que se te escapan empiezan a convertirse en algo, algo que hace que su sangre se caliente y su polla se retuerza: estás gimiendo su nombre, su nombre junto a una letanía de inmundicia, todas las cosas que quieres que te haga.
Casi inconscientemente, Din deja caer la cabeza hacia atrás, colocando la mano sobre su traje de vuelo, brindando una deliciosa fricción y un dulce, dulce alivio mientras piensa en ti, allí de pie, a menos de cinco pasos de distancia.
Piensa en la forma en que tu pecho debe palpitar, la forma en que tu piel brilla en el agua; de la forma en que tu boca debe estar cayendo abierta para que esos bonitos ruidos puedan escapar de ti, tan profundamente se deja hundir en estos pensamientos, deslizando la mano dentro de sus pantalones para envolver su pene que gotea, que ni siquiera se da cuenta cuando los gemidos se detienen y la puerta cruje al abrirse.
