Din Djarin x Lectora
Contenido y advertencias: secuelas de una batalla, breve charla sobre dicha batalla
Cantidad de palabras: 497
Calificación: General
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Humo. Oscuro y agrio. Flota en el aire y oscurece la luz, bañando todo alrededor de Din Djarin en un gris nublado. El ardor sulfúrico del fuego láser persiste junto con el olor a muerte. El casco de Din filtra las toxinas, pero aún puede olerlas. Cubre la parte posterior de su garganta. Le dan ganas de toser.Pero ahogarse con los humos no es su preocupación actual.
Tu lo eres.
Din navega por la destrucción. Cráteres abiertos ensucian la tierra. El fuego quema en parches esporádicos.
Los restos del Imperio escucharon que los mandalorianos regresaban a Mandalore. Llegaron como elemento disuasorio. A intimidar. Pero el odio es profundo y los mandalorianos se defendieron con una determinación sangrienta.
En algún momento durante la batalla, Din te había perdido de vista. Una ola de soldados de asalto se abalanzó sobre su posición y te perdiste en el humo. Y aunque trató de buscar durante la lucha, ganó la autopreservación. Din se volvió a concentrar en el enemigo, derrotándolo de la única manera que sabía.
El Darksaber se sentía ingrávido en sus manos, más como una extensión de él. No se había sentido así desde ese momento en el crucero de Moff Gideon cuando salió victorioso en defensa de su expósito. Pero, de nuevo, Din estaba pensando en Grogu. Pensó en su seguridad. Durante la batalla, cuando había desenvainado el Darksaber, estaba pensando en ti y en tu seguridad.
Ahora, se siente pesado en su mano otra vez. Él suspira y retrae la hoja negra, sujetándola a su cinturón de herramientas.
Los mandalorianos se mueven por el campo de batalla en busca de signos de vida. Los muertos y heridos son trasladados y llevados a tiendas médicas improvisadas. Los soldados de asalto se quedan donde están. Los pocos que quedan vivos son ejecutados rápidamente. Nadie se siente muy misericordioso en este momento.
Din te busca en cada mandaloriano que ve. O encontrará tu rostro, o encontrará tu armadura.
La preocupación se sienta pesada en su estómago. Una opresión se enrolla en su garganta. Busca a través de más y más mandalorianos. No estás en ninguna parte. El fracaso se acumula en sus pulmones. Quiere gritar tu nombre hasta quedarse ronco.
Din gira rápidamente en dirección a donde están llevando a los heridos. Tal vez te encuentre allí. Viva.
“Din?”
Es más una pregunta. Y él conoce esa voz.
Da vueltas. Hay humo por todas partes y no se te ve por ningún lado.
“Din!”
A través de la neblina te observa emerger. Armadura cubierta de suciedad y sangre, pero ahí estás. Din sale corriendo hasta que patina en la tierra, te envuelve en sus brazos y te abraza.
Nada más importa. Nada.
Estás viva. Es lo único que deseaba.
Din retrocede y coloca sus manos enguantadas a ambos lados de tu casco. Levantas tus propias manos enguantadas para descansarlas sobre las de él.
Din inclina su casco hacia abajo y te encuentras con él a mitad de camino, las frentes se tocan.
Es un beso.
Una promesa.
Un feliz alivio.