Din Djarin vampiro x Lectora
Clasificación E | 1.3k palabras
•Siempre pensaste que su credo era la razón por la que ocultó su rostro de ti. Eso tenía sentido, eso era algo que entendías y esperabas.
•Pensar que podías cambiar las creencias o la religión de una persona solo por tus propias preferencias era cruel, y nunca se te había pasado por la cabeza.
•Pero, de nuevo, ninguno tenía esto.
•La puerta se abrió y antes de que pudieras moverte, antes de que pudieras hacer siquiera un sonido, él estaba deslizándose dentro, su brillante Beskar manchado con una mugre de aspecto oxidado, arrancando el casco de su cabeza.
•Su cabeza gira, y ahí es cuando estás atrapada, completamente atrapada por su mirada.
•Son sus Ojos.
•Te sientes atraída por ellos, sin poder hacer nada: el iris es de un rojo carmesí mordaz, la esclerótica que rodea un tono profundo y como la tinta que se siente sin fondo.
•Tus tripas se retuercen cuando los miras fijamente, y solo con esfuerzo puedes alejarte.
•Echas de menos su gruñido cuando cierras los ojos, la forma en que sus labios se estiran sobre los dientes, mostrando un par de colmillos tan afilados como navajas.
•Pero es demasiado tarde, no hay vuelta atrás, no ahora.
•Los dos lo saben, su aliento sale en fuertes bocanadas desde donde está parado a unos metros de ti.
•"Mírame." Su voz es baja y áspera, el sonido sin filtrar hace que tu pulso se acelere.
•Entonces, lo miras. Y él es hermoso.
•Algo en el fondo de tu mente está susurrando, diciéndote que te vayas, que corras, pero apartas esa voz de tus pensamientos. Este es el hombre que tanto te importa, ¿cómo podría lastimarte?
•Las manos de Din se enroscan alrededor del marco de la puerta, su postura parece como si estuviera atrapado entre querer salir corriendo y... bueno. No estás segura.
•Exhalas, los ojos aún recorriendo su rostro, rastreando el vello facial que le cubre el labio superior y la barbilla. Si pudieras, lo mirarías durante horas.
•En un mundo de tantas especies y criaturas tan distintas a ti, ¿qué te importa que sus ojos sean rojos, en lugar de los marrones, verdes -o incluso azules- que habías imaginado?
•Pero él todavía te está mirando como si estuviera medio esperando que huyas.
•Y ahora que lo has visto, todo de él, te hace quererlo más. Quieres esos labios sobre los tuyos, sobre tus pechos, entre tus piernas-
•Él gruñe y es aterrador, el sonido es un estruendo profundo en su pecho que puedes escuchar desde tu posición en la litera.
•"Puedo olerte, mesh'la", su voz es ahumada, baja y áspera en su garganta. “Cuánto lo anhelas, puedo oler lo húmedo que está tu coño caliente para mí. Prácticamente puedo saborearte en mi lengua."