CAPITULO 10

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Alessia.

Fingir que no tengo miedo se ha vuelto mi diario vivir mientras camino por los alrededores con los ojos de todos los hombres que custodian la casa sobre mí. Ellos se dedican a observar mis movimientos, ni siquiera se molestan en disimularlo.

Julia me dice que debo acostumbrarme, pero es inevitable no sentirme como una pequeña hormiga a punto de ser aplastada por ellos cuando se quedan en la distancia incluso cuando permanezco en los límites de la casa, pensando si correr sigue siendo una opción.

—¿Por qué supuse que te encontraría aquí? —inquiere burlona Julia, llegando a mi lado.

No la miro ni un poco, solo curvo ligeramente mis labios en un intento por no dar señales de sospecha al momento en que busca mis ojos con los suyos, sosteniendo sus manos alrededor de los barrotes de la reja de la entrada.

—¿No te cansas de mirar a la nada, Alessia? —Suspira, soltando el aire cargado de frustración que retiene—. Pensé que vendrías conmigo de compras por año nuevo, pero en su lugar tuve a Sandro siguiéndome los pasos por todo el centro comercial. Es demasiado intenso.

—¿Sandro te acompañó?

Asiente, pero yo solo puedo pensar en el rostro tatuado del hombre que se mantiene observándonos. Él no habla mucho, solo lo suficiente para atemorizar a aquellos que lo rodean, incluyéndome, pero cuando me percato de su voz, siempre es en dirección al hombre al que he evitado los últimos días luego de que me dejó en este mismo lugar con mil dudas y temores en la cabeza.

Sandro parece ser alguien de confianza para Salvatore Caruso, pocas veces lo he visto hablando con Demetrio y Alessandro, pero cuando lo hace, es para indicarles algo dicho por el mayor de los hermanos.

Aún me pregunto si en medio de la noche podré huir, pero cada que vengo aquí, él me observa. Sandro se mantiene a lo lejos por las noches, y en parte, parece haberse vuelto mi sombra tanto como la de Julia.

—Recuerda que mi tía hará la cena esta noche. Solo seremos las tres —repite lo mismo de esta mañana—. Los hombres se reunirán en la casa principal, pero nosotras tomaremos chocolate caliente mientras esperamos el inicio de un nuevo año.

—Pensé que Alessandro estaba fuera y Demetrio tenía una carrera que dirigir esta noche —comento en un susurro, recordando la conversación de hace unas horas con la señora Ricci—. Ellos dijeron que no estarían.

—Pero Ice sí —zanja—. Es una rutina que tienen. Se desaparecen en todas las fiestas, pero hay un evento en la casa principal, solo con los hombres que vigilan la casa y otros que trabajan para Salvatore. Ellos beberán y esas cosas.

—¿Y no debemos llevarles comida o algo similar?

La verdad, no me gustaría hacerlo. No quiero ver al hombre que atormenta mis pesadillas y enciende algunas veces mi rabia, pero sé que es mi trabajo así que cumplo con preguntar.

Julia me observa con duda, sus manos se juntan sobre la tela del vestido y antes de seguirme reparando el rostro con la mirada, se aparta el cabello del suyo.

—¿Todo bien, Alessia? Has venido mucho por aquí, ¿sucede algo? —Su pregunta me la espero ya que se ha vuelto un pasatiempo para mí observar lo que me separa de un mundo que parece incluso peor que el que vivo incluso cuando no se siente así—. Pensé que eras feliz aquí.

—Lo soy —miento—. Solo que a veces recuerdo como era la vida antes.

—¿Y cómo lo era?

Bajo la cabeza, sabiendo que he dicho demasiadas mentiras desde que llegué. Ya no quiero seguirlo haciendo, mucho menos a Julia o la señora Ricci que parecen ser buenas personas, y lo son conmigo.

SALVATORE [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora