CAPITULO 52

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Alessia.

Odio la idea de comenzar de cero cuando ya me había acostumbrado a la comodidad y a la calma de algún lugar.

Cuando salí de Waterford pensé que pasaría huyendo durante años antes de asentarme en algún sitio, si es que encontraba la forma de hacerlo, conociéndome, si hubiese tenido la oportunidad, habría corrido durante toda mi vida, aferrándome al miedo de ser encontrada.

A eso se habría reducido mi existencia, a correr, justo como me gustaría hacerlo ahora, pero ¿para qué? ¿para volver a las calles?. La sola idea de dormir en el frío suelo otra vez en temporada de lluvias me hace un nudo en la garganta y es como un latigazo a mis recuerdos que me atormentan, recriminándome por el tiempo que estuve a salvo luego de tantos años sintiéndome perdida.

Empujo la comida a un lado, levantándome de la mesa en el rincón antes de dirigirme a la cocina del refugio para lavar los platos. El lugar está lleno de indigentes que vienen solo a comer, pero que al igual que yo en el pasado, vivían en las calles. Las personas no hablan entre sí, la única que me dirige la palabra es la administradora para comunicarme con la señora Ricci, quien ha llamado cada día de la última semana.

Mirar el reloj es un tormento, mucho más lo es el no tener respuestas de la mujer que solo me da negativas cuando pregunto por mi hermano o por Salvatore. Ella no tiene la culpa, sé que solo sigue órdenes y no sabe nada de Matteo, pero eso no impide que se forme un vacío en mi pecho que me arrastra al suelo y me hace sentir tan miserable como cuando salí de esa casa hace una semana.

Mi tonta esperanza se aferró a que tal vez él vendría, que mis palabras tendrían algún efecto en el irascible corazón de hielo de Salvatore, pero no fue así, mi decepción se hizo presente cuando luego de dos días, las barreras se me cayeron y quedé indefensa sin nada a lo que sostenerme.

Tal vez Matteo tiene razón y debería correr sin aferrarme a una falsa esperanza que solo me consume. Mamá nos dejó una casa a él y a mí, lo supe hace tan solo dos años cuando mi hermano me lo dijo como si se tratara de un secreto. Meses después supe que así fue, solo que algo me impide ir como cuando Matteo aprovechaba que papá viajaba para sacarme de Waterford y llevarme a Catania, el único lugar que las manos crueles de mi padre nunca pudo arruinar para mi madre.

La casa le pertenecía al hermano de mi madre, quien se la heredó a través de un prestanombres, y ella a su vez hizo lo mismo con nosotros. Duele saber que si voy, esta vez estaría sola, sin Matteo.

Prometí que volvería por él, que lo buscaría.

Quiero hacerlo.

Pero en el fondo, también sé que no solo se trata de mi hermano, sino de que quiero volver por él, por Salvatore, incluso si él no quiere que lo haga.

***

Salvatore.

Ignoro el insistente sonido de mi teléfono que vibra y suena en el bolsillo del pantalón. Seguramente es Aurelio otra vez, jodiéndome la existencia al igual que lo ha hecho durante días en los cuales no he hecho más que descargar la rabia en la jaula de pelea y sobre los cuerpos ahora sin vida de los malditos que se atrevieron a meterse en mi territorio en busca de Matteo Barone.

Francesco envió gente por él, pero no me ha dado la cara, al igual que no lo ha hecho la maldita perra de Melissa, que parece haber desaparecido de la faz de la tierra.

Demetrio no ha encontrado nada de ella, su departamento está vacío, y no hallo el maldito parentesco del cual ese bastardo tanto alardeó. Sin embargo, eso podría explicar porqué los londinenses sabían tanto del club luego de la muerte de Lorenzo, eso explicaría en gran medida porqué las familias más pequeñas siempre hallaban la forma de atacarme. Ese maldito lugar era mi centro de reuniones importantes y pocos tenían acceso a esas reuniones.

SALVATORE [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora