CAPITULO 27

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¡Mis amores! ¿Trajeron el agua bendita? 

¿No? 

Que bueno porque no la van a necesitar. 

***

Alessia.

Hay un momento luego de un ataque de locura en el que te preguntas si tu actuar fue correcto o no, en el que la conciencia comienza a tener vestigios de arrepentimiento seguido de un sentimiento incesante de culpa aguda.

Solo que por muy loca que fuese mi forma de reaccionar, no me arrepiento en absoluto de la bofetada que acabo de propinarle a este hombre que se burla de mí con su mirada, como si lo hubiese dicho para generar esta respuesta en mí.

—No pienso meterme en este juego contigo.

Elevo el mentón, desafiando su mirada a que siga riendo. No se inmutó por mi cachetada, tampoco por la manera en que reacciono a su cercanía sin intentar poner distancia entre ambos.

—Ya lo hiciste, cara.

Sus ojos repasan la habitación como si la explicación a sus palabras estuviese implícita en el vistazo que da a su alrededor. Claro que él planeó esto.

Reviso mis opciones, no es mucho a lo que tengo que aferrarme, hay una puerta en el fondo del lugar, tras él, justo junto a una sala mucho más amplia con butacas firmes que rodean una pantalla gigante que seguro es usada para las reuniones.

—¿Para qué me trajiste aquí?

—¿Qué te dije sobre tutearme?

Su excesiva calma me calienta la sangre porque es un terreno que aún me cuesta mantener en línea cuando estoy con él. Me acostumbré a su descontrol, a su furia, a sus estados más crueles, no a estos donde finge ser un manso león cuando es una bestia a punto de atacar.

Sé que lo es.

Y esta extraña forma en que finge que no se enoja cuando acabo de golpearlo, solo me hace temer por mi vida porque sé que estoy en peligro.

—Si insistes en encerrarme en lugares como estos voy a...

—¿A qué?

Se acerca nuevamente. Esta vez tengo la sensatez de dar un paso atrás antes de que me atrape y la firmeza de la barra hace que tuerza la boca al impactar mi codo contra la madera.

—Cuidado, cara. No quiero que alguien o algo más que yo sea lo que marque ese cuerpo —susurra con una sonrisa que hubiese hecho temblar al mismo infierno.

—¿Esto es por lo que dije ayer? —lo enfrento—. ¿Qué mierda quieres de mí?

—Es una pregunta algo difícil de responder concretamente. —Su postura relajada es inquietante—. Saldrías corriendo de saberlo.

—Voy a salir corriendo incluso si no la respondes.

—¿Estás segura?

Eleva una ceja, pero no busca acercarse a mí. Mantengo mis defensas altas, sabiendo que en cualquier momento su depredador interno va a salir a la superficie y sus garras bestiales se querrán hincar sobre mí.

No sé si estoy lista para un ataque que me agarre desprevenida. Cuando dejas de correr y te asientas, también pierdes un poco el equilibrio cuando intentas volver a huir.

—Eres fácil de provocar, Alessia. —Su mirada inquisitiva no se aparta de la mía—. Ve por mi whisky.

—No me pienso desnudar —espeto con furia ciega.

SALVATORE [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora