CAPITULO 45

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Alessia.

Esa sensación de sentirme observada no la había tenido en varios meses, desapareció justo al momento en que entré a trabajar para los hermanos Caruso y me volvió un manojo de distracciones desde el instante en que los ojos salvajes de uno de los colegas de mi hermano encontraron los míos esa mañana en Dublín.

Mirar por encima del hombro se ha convertido en un desconcertante pasatiempo, uno que ha hecho que pierda la noción del tiempo, de los días y de mis labores. Creo que todos se han conseguido percatar con el paso de las semanas de que algo parece inquietarme.

A todos he logrado mentirles al decirles que solo estoy nerviosa por la fiesta a la que asistiré esta noche, pero no creo que consiga evadir esa mirada calculadora e inquisitiva que se ajusta a la mía una vez casi se me caen los platos sobre la mesa a medida que los coloco.

—Oh mi querida piernas, ¿qué te sucede? —se mofa Demetrio, levantándose de su sitio junto a Salvatore para ayudarme con el resto de cosas que traigo entre manos—. Mas te vale que lo digas o te lo sacará cuando estén a solas —susurra en mi oído, arrebatándome los últimos cubiertos que sostengo.

Salvatore ha estado fuera durante días, no lo esperaba ver hasta en la noche que dijo que vendría. Supe que el hecho de que se mantuviera alejado era por su ira contra los londinenses cuando Alessandro me advirtió que no iría más al club luego de que me escapé hace una semana. Salvatore no se enteró, él dijo que no se lo haría saber porque ya tenía muchos problemas, pero fue mi única advertencia.

Sabía que ese tal Lorenzo sería un problema luego de que Melissa me lo dijo con tanto horror luego de que Salvatore lo matara, pero por lo visto, su familia inglesa se ha aliado con enemigos de Salvatore haciendo que sea casi frustrante la idea de abandonar la casa. De no causar un revuelo demasiado grande el no asistir a la fiesta esta noche, Alessandro habría tomado la decisión de cancelarlo todo, pero eso también levantaría muchas sospechas entre sus aliados y socios, los cuales están tan inquietos como el hombre que cierra la mano sobre la mía cuando estoy por irme de vuelta a la cocina.

—Siéntate, Alessia. —Sus ojos caen al sitio a su lado donde Alessandro reprime una sonrisa.

—Salvatore, aun tengo que...

—Siéntate, Alessia —repite al instante en que Alessandro se levanta y arrastra su silla para darme el lugar.

Niego en repetidas ocasiones, consternada por la situación.

—No —reprocho—. Quédate en tu sitio —le advierto al hombre trajeado al que comienzo a apuntarle amenazante con un dedo—. No pienso sentarme allí.

—Soy un hombre de tradiciones y buenas costumbres, Alessia. Te adoro, pero no pienso perder mis modales por ti.

Abro la boca al ver que permanece a mi costado, esperando a que me siente mientras su hermano menor suelta una estruendosa carcajada que llama la atención de Julia y de la señora Ricci que vienen desde la cocina, con unas jarras llenas en las manos.

—Vengan a comer ustedes también, a ver si Alessia se sienta de una buena vez —les habla el menor de los hermanos, despreocupado. El resto no añade nada más y ellas se quedan paralizadas—. Además, Salvatore dice que tiene un anuncio, tal vez sea que le pondrá un anillo en el dedo a Alessia, no quieren perderse esto.

—¿Qué? —Mi chillido invade el amplio comedor al tiempo que mis ojos caen en un Salvatore que observa de mala gana a su hermano como si quisiera sacarle los ojos.

Julia es la primera en sentarse, de repente interesada en la más reciente información suministrada por Demetrio, ocupando el sitio junto a su tía que alcanza a sentarse junto al hombre primero que ella. Todos mantienen sus ojos en mí, a la espera de que tome una decisión.

SALVATORE [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora