0 4 3

1.3K 153 8
                                    

México sabía lo que era un ruptura amorosa, entendía el dolor, la tristeza, frustración y rencor que venía con ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

México sabía lo que era un ruptura amorosa, entendía el dolor, la tristeza, frustración y rencor que venía con ella. Era una situación y un sentimiento desesperante, sentir como te arrancan una parte de tu vida, de la felicidad que algún día llegaste a sentir con aquella persona. Sentir que perdiste el tiempo con alguien quien de verdad no te amó.

En esos momentos era cuando debía de estar más con sus hijos, cuando pasen por una ruptura amorosa. Ahí estaba México, sentado al costado del cuerpo de uno de sus hijos; Jalisco, quien lloraba debajo de las sábanas todo el dolor y las lágrimas que se había guardado por un día entero.

Todo se cayó cuando México entró a su cuarto, se sentó a un costado de él y le preguntó que pasaba con ese tono de voz preocupado y suave. Eso fue lo que hizo que Jalisco se rompiera en llanto de inmediato.

— Yo lo amaba, papá... — susurró en dolor Jalisco, sacando la sabana de encima suyo, viendo a su padre con los ojos llorosos. — I-incluso te lo presente... Y-y t... Te dije que era serio. — habló en voz baja, llorando aún más al recordar ese día.

México asintió, recordando al novio de Jalisco ese día en específico. No sé esperaba para nada que Jalisco llegar a casa con un joven, y que además se lo haya presentado como su novio. Se veía tan feliz, enamorado y emocionado de poder hacer que su novio lo conozca. México nunca se negó a nada.

— Lo sé, mi amor. Se que te duele, corazón, pero no puedes quedarte llorando toda la vida. — habló. — Claro, puedes llorar todo lo que tú quieras, saca todo el dolor que tengas dentro... Pero no quisiera que te encierres en tu cuartito y llores todo el tiempo.

México no quería verlos sufrir, quería ayudarlos.

— ¿Qué más puedo hacer? — Jalisco preguntó entre sollozos, sentandose en la cama y mirando hacia abajo a sus manos temblorosas. México se acercó, agarrando las mejillas de su hijo con cuidado para sacarle las lágrimas suavemente. — papá...

— Dime, mi cielo.

— ¿Co-como..? ¿Cómo usted estaba se veía tan feliz con nosotros todo el tiempo incluso si había terminado su relación? — preguntó con curiosidad.

México suspiró con esa pregunta.
— No quería que me vieran triste. No podía encerrarme a llorar por meses por alguien quien no me valoró, corazón. Tenía otras razones para salir adelante incluso si dolía en el camino... Esas razones eran ustedes, no podía dejarlos solitos sin cuidado alguno.

Jalisco miró a su padre, acercándose para buscar protección en él. México sonrió, agarrando a su hijo entre sus brazos, cargandolo con cuidado y arropandolo con la sábana para que se sintiera más cerca de su pecho. México le acomodaba el cabello fuera de su rostro, dando palmaditas suaves en el cuerpo de Jalisco por arriba de las sábanas para calmarlo tal cual bebé.

— Todo va a estar bien, corazón. Es normal que duela, que te sientas molesto, traicionado. — habló en susurro, dandole un beso en la frente. — solo déjalo salir, mi amor, aquí estoy contigo.

Jalisco volvió a llorar al escucharlo. No podía con todo lo que pasaba por su mente y corazón, le dolía tanto que sentía que se rompería en pedazos en cualquier momento. México lo abrazaba firme y seguro contra su pecho, tratando de calmar sus temblores, acariciando sobre la sábana, dandole pequeños besos en la frente.

En la puerta de la habitación miraban algunos estados, solo viendo a su padre de espalda a la puerta con Jalisco en sus brazos. La habitación entera a oscuras con la poca luz que entraba por el pasillo iluminado.

México se aseguraba de que todo estuviera bien, que Jalisco se sienta en un lugar cómodo y de protección donde pueda llorar sin miedo alguno, hablándole y de vez en cuando mirándolo. A él también le dolía ver a sus pequeños pasar por tales momentos, pero no podía dejarse llevar por sus propios sentimientos, debía de ayudarlos a sobrellevar el dolor de una ruptura.

Pasaron así una hora hasta que México sintió que los temblores se calmaron y de repente una respiración tranquila. Viendo a Jalisco entre las sábanas, dándose cuenta de que se había dormido. Llorar lo había cansado, y terminó por dormirse en los brazos de su padre.

— Bien... Ya está, mi vida. — susurró, dejándolo acostado en la cama con mucho cuidado de no despertarlo. Lo cubrió bien con las sábanas, colocando almohadas a cada lado de su cuerpo para evitar accidentes.

Revisando después la habitación para asegurarse de que no haya ningún tipo de objeto con el que pudiera hacerse daño.

Iba a quedarse cerca por su acaso, dejando la puerta abierta de la habitación también para dejar que la luz del pasillo entre un poco. De igual forma lo llevó un paquete de galletas, un vaso con agua y un juguito de sus favoritos, dejándolo en el mueble al lado de la cama.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora