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Iba a ser un día complicado

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Iba a ser un día complicado.

No para México, pero para Argentina, quien se había quedado a cargo de los estados por ese día debido a que esposo tuvo que salir temprano de casa a un viaje. La noche anterior México le había dado instrucciones de como cuidar de los estados y también una explicación de cómo eran cada uno de ellos en caso de que se le haya olvidado.

7:30am

Argentina tenía que levantarse a hacer el desayuno como México le dijo. Terminando de cocinar a las 8:30 que fue la hora de levantar a los estados; algunos ya se habían despertado debido a sus alarmas de sus teléfonos pero la apagaban para volver a dormir. Estaban acostumbrados a que México los despierte con un beso en la frente mientras les decía "buenos días" y que ya era hora de levantarse para comer.

Empezando con Aguascalientes.

Todas las puertas de los estados tenían una placa que decía el nombre del estado que dormía dentro, así que no había problema, además de que estaban ordenados en orden alfabético, siempre tenían que colocarse de esa manera en todos lados.

Entrando a todas las habitaciones como México le indicó, sentandose a un costado de ellos para acariciarles el cabello y hacer los mechones hacia atrás para darles un besito en la frente.

Poco a poco iban despertando con el beso y las palabras de Argentina, así abriendo sus ojos para encontrarse con el solecito.

—Buenos días, Aguascalientes, ¿Dormiste bien?—le preguntó con una sonrisa. El estado asintió, bostezando leve después. —el desayuno está listo, tienes que levantarte.

Argentina se quedó unos segundos más hasta que el estado decidió salir de la cama para prepararse. Siguiendo con los otros estados y haciendo lo mismo, dejando que se levantan, quedándose unos segundos más para ver qué no se acuesten otra vez como México le dijo que hacían en ocasiones.

Después del desayuno les dió sus pastillas a cada uno con el vasito con agua. Sorprendentemente todos se tomaron la pastilla e incluso pasó a revisar de que en efecto se la hayan tragado.

Dejando que salgan al jardín después del almuerzo también. México le había dicho que deje que jueguen unas horas después de almorzar ya que de esa manera no se encierran en sus habitaciones.

Argentina se quedó sentado en una de las sillas del jardín para cuidar de que no se peleen o se hagan daño. Algunos estados se quedaron cerca de Argentina, cuidando de él como siempre.

—¿Está cómodo? —un estado preguntó al acercarse cuando vio que Argentina se removió algo incómodo en la silla. —¿Necesita que le traiga algo? Puede poderme lo que sea.

—No, no es necesario. Gracias, Veracruz. —le agradeció con una sonrisa.— aunque.... Me duele un poco la espalda.

Por esa queja algunos estados se acercaron para ver qué pasaba, preocupados de que este lastimado. Argentina rió suave y nervioso por lo preocupados que se pusieron los estados al decir su malestar.

—Le traemos una almohada, quédese ahí. —Tabasco ofreció con una sonrisa, yendo así los estados a traerle todo lo que podría ayudarle a sentirse más cómodo.

Terminaron trayendo hasta más que eso, incluso comida le llevaron por si le daba hambre y no quería levantarse e ir a buscar algo de comer.
Le sorprendió aún más que le hayan traído para preparar sus mates.

No sabía que tenían conocimiento de eso, pero al parecer lo habían visto prepararlo y apuntaron lo que necesitaba para llevárselo en caso de que no pueda levantarse.

Siguieron jugando después hasta que llegó la hora de que entren a bañarse. Todo estaba bien calculado y los estados se bañaban a cierta hora como siempre. Argentina se levantó con cuidado, yendo a verlos y que así entren de una vez a la casa.

—¡Tamaulipas! —llamó al estado quien andaba en el césped acostado todavía jugando a las peleas con Nuevo León. Cuando se acercó, se asustó por lo sucio que estaba, cubierto en tierra de pies a cabeza.— mira como estás, ve dentro, ahora. —regañó.

—¿Por qué? —Tamaulipas preguntó. —no quiero...

—Tamaulipas, por favor. No quiero que llegue tu papá y te vea así. —habló, acercandose lo suficiente para quitarle el cabello del rostro que se interponía en su vista. —¿Dónde está tu parche, mi amor?

—¿Ah? — Tamaulipas acercó su mano hasta su ojo lastimado, dándose cuenta de que lo había pedido. —Verga... Lo perdí. —contestó, levantándose para ver dónde había quedado. Tenía otro, pero no le gustaba mucho andar sin el parche en su ojito.

—No importa, te pondré otro. —Argentina dijo, dejando que ya todos entren a bañarse.

México regresaba por la madrugada, así que todavía habían cosas para hacer en la casa.
Después del baño, le tocó peinar a algunos estados. Se sentó en el sillón de la sala de estar, dejando que los estados se sienten en el suelo a esperar su turno mientras miraban la televisión.

Cepillando suavemente el cabello de Querétaro, teniendo cuidado de no lastimarlo al jalarle el mismo. Todos esperaban su turno pacientemente mirando la televisión que estaba pasando caricaturas.

—Dame, wey, yo también quiero. —EDOMEX se quejó, tratando de quitarle las galletas a CDMX quien se enojo, empujando así a su hermano. —le diré a papá, wey.

—Papá no está aquí, pendejo. —CDMX se burló.

—Hablo de papá Argentina.

—Dile a papá solecito entonces, wey.

EDOMEX se volteó.
—¡Argentina!

El país alzó la cabeza al escuchar su nombre.
—¿Si?

—CDMX no me quiere dar de sus galletas. Dígale algo.

—¿Por qué no vas a agarrar las tuyas? Están en la cocina.

—¿Puedo?

—Claro. —le sonrió, dejando que vaya a agarrar su empaque de galletas. EDOMEX regresó, dandole un golpe en la cabeza a CDMX con el empaque de las galletas. —EDOMEX, no le pegues a tu hermano.

Argentina suspiró, dejando que otro estado pase para peinarlo.

De alguna forma Argentina se sentía mucho mejor teniendo a los estados con él. Era un sentimiento de cariño y amor que les tenía, después de tanto tiempo, los estados ya comenzaban a ver a Argentina como otro padre y lo querían como uno.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora