0 0 6

3.3K 354 71
                                    

Era turno de la capital; Ciudad de México

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Era turno de la capital; Ciudad de México.
— Se me cuidan, bola de pendejos. No dejen que EDOMEX se tome mi juguito de mango. —avisó cuando fue llamado para entrar, yendo con su padre de lo más feliz. Sentándose en aquella silla esperando a que la consulta de inicio. Ya estaba acostumbrado a estar en ese sitio.

Iba cada mes como todas las capitales, ya que era aún más necesario para ellos que el resto del territorio al ser la parte más importante del país. Ciudad de México no tenía miedo de las inyecciones, o al menos eso creía y quería hacerse el fuerte como siempre.

—Ciudad de México. —llamó la organización mientras agarraba el documento de salud de la capital.

—CDMX si quiere. —respondió con una sonrisa.

—Bien. Comenzando la consulta con tu último registro a rehabilitación hace dos meses, ¿Por qué fue? —cuestionó. —No es la primera vez en el año que entras a rehabilitación, a principio de este mismo año te retuvieron en un reclusorio por peleas.

— Ah, si. Fue puro pedo, no era neta. Era un juego además de quién tenía más resistencia a los putazos, y yo gané, ¿Qué tiene de malo? —preguntó, jugando con el lápiz que tenía ahí la organización. —Ugh, solo fue un brazo dislocado a otro paciente, no ambos o una pierna.

— CDMX. —llamó su padre con voz sería para que deje de hacer bromas.

— Ya, lo siento. —se apoyó en la silla con las piernas abiertas y los brazos cruzados. —¿Quiere que le haga una actualización de mi vida después de rehabilitación? Pues estoy más tranquilo, los medicamentos funcionan, ¿Puedo creerlo? —cuestionó con una risa al final.

— Si, puedo creerlo porque yo los mandé. —respondió la organización.

— Bueno, hizo bien su trabajo por primera vez.

La Organización miró a México, suspirando.
— Acabemos con esto. Párate aquí para medirte.

— ¿Medirme qué? — CDMX preguntó al levantarse, yendo dónde la organización le pedía. México solo suspiró, no sabiendo que decir acerca de eso. Era imposible hacer que la ciudad cambie su forma de ser.

Después de unos segundos se bajó, yéndose a sentar.
— Un metro noventa y ocho. Has crecido dos centímetros desde la última visita hace un mes. —avisó, apuntando los nuevos datos. Preparando la inyección, se acercó a la capital quien miró nervioso aquella aguja.

— ¿Quieres que sostenga tu mano, mi amor? —México le preguntó.

— No, yo puedo solito. —pasaron dos segundos. —¿Puede acercarse? Ya me dió miedo...

México rió, acercándose para poder sostener la mano de su capital, quien cerró los ojos cuando sintió un pinchazo en su brazo. En cuestión de segundos todo había acabado y ya podía irse.
—¿No me toca paleta como a Campeche? —preguntó.

— No por grosero. —la Organización respondió.

CDMX fue a su lugar, y su sorpresa fue grande cuando no encontró su juguito.
—¿Y mi juguito?— preguntó. —Malditas ratas, le diré a papá, pendejos.

México regresó con un nuevo juguito de mango para CDMX. Había traído de reserva por si acaso.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora