𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.

0 9 8

República de Río Grande fue un territorio que se conformó por tres estados; Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, al igual que una parte de Texas. El plan de los estados fue independizarse de su padre al igual que varios de sus hermanos trataron de hacer. Ellos dijeron que lograrían una independencia y que jamás volverían.

Les duró tres meses hasta que México se enteró, yendo hasta sus tres hijos y arrastrando a sus pequeños con él nuevamente, exigiendo que se dejen de estupideces y que mejor se pongan a trabajar, no a pensar idioteces que jamás llegarían a ser algo más.

Los tres hermanos sintieron algo de vergüenza, pero fue porque su padre llegó a medio de un discurso, diciéndoles que dejen de "jugar a la independencia" porque ya era tarde y era hora de la cena.

Los regreso casi de las orejas.

La cena esa noche fue incómoda y también recibieron burlas de otros de sus hermanos por su indeoencia fallida. De hecho México no los castigo porque fueron solo tres meses y ni siquiera lograron mucho, no fue una pelea enorme ni mucho menos recurrió a la violencia como con Yucatán.

—Solo te pido que no le metas ideas a mis hijos. A ninguno de ellos —México hablaba en privado con aquel otro hombre que iba a quedarse en lo que él no estaba en casa —. Tuve suficiente contigo en el pasado. Peleando y discutiendo para que te diera a mis hijos. Nunca fueron tuyos, los tuviste tres meses, yo los tuve toda una vida.

—Las cosas hubieran sido diferentes, México. Si tan solo me hubieras permitido quedarme con ellos. Bien sabes tú qué poco cuidabas de ellos. Llegaron a mí por una razón, no por simple berrinche —se defendió, cruzando los brazos.

—Fue por berrinche. Querían jugar a la independencia, eran jóvenes todavía para entender lo que sucedería si lo hacían —México suspiró al final, tomando asiento en la silla de su escritorio, pensando en lo que iba a hacer —. No ha sido fácil para los tres. Tamaulipas perdió un ojo hace años, Coahuila sufrió el abandono de Texas y Nuevo León... Bueno, no es tomado muy en serio por sus hermanos ni mucho menos por la gente de su territorio.

—Si entiendo bien lo que me pediste. Quieres que me quedé a cuidar de los estados porque te irás a hacer lo mismo con los hijos de tu esposo.

—Exacto. No tengo a nadie más. Mi padre está cansado y sé que no tendrá la paciencia suficiente para atenderlos —explicó, poniéndose de pie —, por eso te pido que cuides de ellos. No quisiera estar más en guerra contigo, entiendo que le hayas tomado cariño a Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, pero también debes entender que no hay caso en pelear por ellos como si fuéramos una pareja divorciada.

Mirando directo al rostro de aquel otro hombre; República de Río Grande, quien solo asintió, aceptando el fin de la guerra que había entre ellos por el bien de los estados. Los treinta y dos estaban fuera de la oficina de su padre, algunos con la oreja pegada a la puerta e intentando escuchar lo que pasaba dentro.

—Después de mi regreso, dejaré que veas exclusivamente a Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

—Te habías tardado. Son mis hijos también —respondió, ganándose la mirada sería y fría de México.

—Tres meses. Fuiste más un jefe para ellos que un padre. Tampoco te hagas ilusiones, por favor —pidió con desagrado, cruzando los brazos.

Existía una gran enemistad entre ambos desde aquel incidente. Algo tan fuerte que llegó a los golpes un día, todo porque Rio Grande pensó que sería buena idea meterle ideas de separación a los tres estados. Todo ocurrió dos meses después que México salió de rehabilitación.

Algo hizo click en su mente cuando escuchó a Río Grande decir que se los iba a llevar para que tengan una mejor vida con ellos. En las palabras del otro hombre fue: "Me los llevaré, incluso si me los tengo que robar para que estén lejos de tí, en un lugar más seguro"

"Son mis hijos, mis niños. ¿Qué clase de mounstro me arrebataría a mis bebés?"  Era lo que dijo México semanas antes de la intervención estadounidense.

Fue en ese momento que no le importó, dejó todo tipo de consejo que le habían dado en rehabilitación para agarrarse a golpes al hombre que quería arrebatarle a sus hijos. Pasó una vez, no iba a dejar pasar una segunda.