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Habían pocos estados que eran realmente una copia de su padre en exactamente todo, entre ellos el que más destacaba era Nuevo León; el estado norteño no solo era el más alto de todos los estados, pero también era un hombre dulce, suave, tranquilo ...

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Habían pocos estados que eran realmente una copia de su padre en exactamente todo, entre ellos el que más destacaba era Nuevo León; el estado norteño no solo era el más alto de todos los estados, pero también era un hombre dulce, suave, tranquilo y lindo, del cual siempre decían maravillas de lo cariñoso que era con todos, así como su padre México. Le decían a México que hizo un buen trabajo criando a Nuevo León para que saliera como una versión más pequeña de él.

Había sacado todo de México, hasta el lado paternal lindo y tranquilo. De hecho era el único estado que quería tener hijos, los otros evitaban por completo el tema de tener hijos con sus parejas.

El novio de Nuevo León era afortunado, claro que sí. China aceptaba a Nuevo León por lo menos, siempre le había agradado lo tan atento y amoroso que era con todos, confiaba en que era un buen novio, un buen hombre para su hijo.

—¿Buscas a Xinjiang?— China preguntó al abrir la puerta de su residencia y ver a Nuevo León; con esa sonrisa tan linda y amable de siempre, esperando ver a su novio. —¿Quieres ir a un paseo con mi hijo, no es así?

—Si, solo si usted me lo permite. —respondió con una risa al final. China suspiró, asintiendo y dejando así que su hijo pueda salir a ver a Nuevo León. El estado sonrió en grande al verlo, emocionadose así de solo eso.

China suspiró. —Puedes hacerlo, Nuevo León.

El regio entró corriendo, abrazando a su novio de inmediato y dandole algunas vueltas mientras lo cargaba, dandole millones de besos en el rostro también, causando risas en el asiático quien solo lo detuvo, dandole palmaditas en la espalda cuando lo abrazó mejor. Nuevo León estaba profundamente enamorado de él, se notaba desde lejos lo mucho que lo adoraba.

—Iba a traerte flores, pero se me olvidó de lo emocionado que estaba de verte. —habló con una sonrisa. —te compraré unas mañana, así las tienes contigo en lo que no te podré venir a ver. —explicó, quitando algunos mechones de su cabello de su lindo rostro, colocándolos detrás de su oreja.

—¿No vas a verme..?

—No, mi amor, me tengo que ir a mi territorio un mes por asuntos de trabajo. Pensé que te lo había dicho, corazón, ¿No leíste mis mensajes? —cuestionó preocupado, agarrándole la cintura con cariño.

—Oh, sobre eso... Mi papá me quitó el teléfono porque me estaba distrayendo mucho de mis trabajos por estar hablando contigo. Me dijo que primero está mi trabajo y luego tú.

—Entiendo... No debí de mandarte mensajes todos los días, te metí en problemas con tu papá, mi amor.—rió nervioso.

—No te preocupes, está bien. No fue tu culpa. —le agarró de las mejillas, dandole un lindo beso en los labios. Nuevo León rió ligeramente, dejando que le dé todos los besos que quisiera. Xinjiang era muy lindo con su novio, le daba todos los besos que quería y le encantaba estar con él.

Decía que Nuevo León era como un cachorrito.

Nuevo León por su parte había sacado una parte importante y mala de México; estar obsesionado con su novio, quien era además parte de China. Adoraba con su vida a Xinjiang, daría todo de él hasta su alma por mantener a su novio feliz y cómodo, no importaba lo que le pasara a él.

Era un perro detrás del asiático, siempre haciendo lo que le pedía, y no, Xinjiang no sé aprovechaba de eso, realmente no veía nada de malo en que quiera hacer algunas cosas por él, aunque en ocasiones le dice que no es necesario, que él puede hacerlo solo.

Nuevo León lo miraba con amor mientras que se vestía para poder salir con él, acostándose en la cama de su novio un momento. Sonriendo cuando lo vio acercarse, agarrandolo para que se suba a la cama y se siente a su lado. El asiático lo miró, acaricandole el cabello y haciendole el mismo hacia atrás para verle el rostro de mejor forma.

—Eres muy lindo, Nuevo León, ¿Lo sabías? Amable, dulce, atento y cariñoso. Incluso cuando nuestros padres estaban juntos se veía, tan atento. —habló con una sonrisa, besándole la frente, recostandose en su pecho un momento. Nuevo León pasaba su mano sobre el largo cabello de su novio.

—Tu también eres lindo... —susurró, amando el aroma que había en la habitación. —hueles muy bien, por cierto, ¿Es el mismo perfume que usas? —preguntó de repente. Xinjiang rió suave, levantándose para asentir, dejando así que algunos mechones de su cabello caigan en su rostro.

—Eres parecido a tu padre, ya te lo habrán dicho tal vez.

—Todo el tiempo, y no lo entiendo, ¿Qué tengo de parecido con mi papá? Solo soy muy alto. —se quejó confundido, jugando con el cabello del mayor.

Xinjiang sonreía por lo tierno de su novio, mirando hacia atrás a la puerta de su habitación; estaba abierta. China no les permitía cerrar sus puertas cuando sus novios venían a visitarlos, ni cuando están solos. Mordiendo su labio inferior suavemente, apuntando a la puerta.

—¿Qué pasa, mi corazón? —preguntó, sentandose en la cama. Miró a la puerta, riendo después. —no entiendo, precioso, ¿Necesitas algo? ¿Quieres que me vaya?

Xinjiang le golpeó el brazo. —No, e-es solo que... Quiero. —susurró apenado, viendo hacia abajo y jugando con su cabello nervioso.

Nuevo León lo entendió de inmediato. Si, era imposible tener intimidad en casa de China, y en la residencia de los estados también debido a que estaba México.
Su padre les daba un poco de privacidad, pero no siempre, sostenía que las puertas se mantenían abiertas en todo momento.

Xinjiang miró hacia la entrepierna de Nuevo León, sonriendo escondido en su delgada mano. El norteño le acarició el cabello, dandole un beso en los labios.
—Tenemos tiempo, le pedí permiso a tu padre para que nos deje salir. —el mayor asintió emocionado, yéndose así con Nuevo León.

Cerca de la puerta principal estaba China. Nuevo León lo miró. —No se preocupe, le cuido a su hijo como siempre. —le prometió. China asintió, dejando que se vayan.

Vaya que era complicado salir con un chino.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora