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Tal vez los estados eran un desastre de vez en cuando; tan rebeldes, en ocasiones groseros y llenos de energía

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Tal vez los estados eran un desastre de vez en cuando; tan rebeldes, en ocasiones groseros y llenos de energía. Si, eran todo eso pero, también todos en común tenían un aspecto adorable que era de México, por alguna vez lo tenían y no era nada agradable para ellos. No les causaba gracia en lo absoluto, les molestaba su actuar cada vez que se encontraban a un lado con la persona que les gusta o sus novios incluso, porque no importaba si ya eran novios, seguían poniéndose nerviosos al estar juntos.

Querían estampar su cabeza contra la pared cada que sus manos temblaban o su voz se atoraba en sus gargantas. Parecía que no sabían hablar y todo el español se les olvidaba de repente. Incluso en sus miradas se daba a notar que estaban gritando por dentro.

Los estados que tenían novios se convertían en un ser totalmente diferente cuando estaban con ellos. Algo dentro de ellos se apretaba y tenían la necesidad de ir a llenarlos de besos en todo el rostro mientras les decían una y otra vez lo mucho que los amaban.

Nuevo León era el ejemplo más grande de esa actitud. Parecía un cachorrito ansioso alrededor de su novio, abrazandolo y llenadolo de besos cuando lo tenía entre sus brazos. Encontraba algo fascinante dentro de su novio que lo hacía enloquecer de amor. Lo último que le faltaba a su novio era amor, tenía de más por parte de Nuevo León.

—¡Es mi amorcito!, ¡Ya llegó! —avisó emocionado, saliendo corriendo de la casa para ir con su novio. Lo abrazó de inmediato, levantandolo del suelo para plantarle besos en la mejilla. —¿Qué tienes ahí, corazón mío?, ¿Es un regalito mi vida? —preguntó, dejando de pie a su novio, agarrándole de la cintura con sus grandes manos.

Xinjiang llevaba seis años con Nuevo León y no había día donde su querido novio no le recuerde lo mucho que lo amaba. No se veían todos los días debido al trabajo y porque obvio tenían sus propias vidas pero, era obvio el amor que se tenían por tantos años juntos.

Lo malo fue la reacción del territorio de ambos cuando se dió a conocer que tenían una relación desde hace años; por un lado la de Nuevo León se sorprendió y la Xinjiang no dijo nada, el silencio era la respuesta. Por una parte era bueno que los territorios mexicanos sigan teniendo un relación con los de China a pesar de la antigua relación de México con China.

—Es de parte de mi padre. Es una forma de agradecerte. —respondió, jalando suavemente de la mejilla de Nuevo León, dandole un beso en ese mismo lugar después. —Mi padre te tiene un gran aprecio, Nuevo León.

—¿Cómo no me va a querer tu papá, mi cielo? Llevo más de seis años enamorado de su precioso hijo, el que amo con toda mi vida. —le dió un beso en los labios, aceptando el regalo después.

—Solo llevamos seis años...

—Si cuentas los años que intenté acercarme a tí son ocho. —respondió. —cuenta uno más porque tardé en pedirte una cita... Y otro más porque no sabía cómo decirte que me gustabas.

El asiático rió de repente con eso. Recordaba todas las ocasiones donde Nuevo León intentó acercarse a él entre temblores y tartamudeos, hablando rápido por los nervios que lo mataban por dentro. Siempre le había parecido adorable y sabía perfectamente lo que Nuevo León quería decirle en todo momento, solo necesitaba que lo dijera él ahora.

En su pequeña plática también habían llegado otros, mayormente provincias de China que venían a ver a sus novios. El ambiente pronto se puso tenso debido a la llegada de coreanos a la residencia. Sabían del odio mutuo que se tenían y mucho más con los japoneses.

Nuevo León estaba más atento a su novio que miraba con odio a los coreanos quienes le daban la misma energía a ellos. El estado sonreía enamorado, abrazándolo y dejando su mejilla recostada en la cabeza de su novio, acaricandole su largo cabello negro, metiendo sus dedos entre los cabellos.

—¿Podemos ir a tu habitación? —Xinjiang preguntó de repente.

—Lo que tú prefieras, mi amor. —dejó que el asiático le agarre de la mano, llevándolo dentro donde podrían tener un poco más de privacidad.

Otros estados hicieron lo mismo, decidiendo que era mejor no dejar que sus novios se acerquen en caso de ser de diferente nacionalidad. No querían peleas en casa, más que nada porque se lo habían prometido a México, quien no se encontraba en casa. México se había ido a cuidar de las provincias de Argentina.

Veracruz era otro estado que parecía que vivía por su novio; Hunan de China. Después de una traumática separación hace años debido a que Hunán tenía que volver a su territorio, lograron volver a juntarse para ser pareja. El veracruzano amaba con su alma a su novio y ya todos sabían de su relación. Hunán acudía a las competencias de natación de Veracruz todo el tiempo, incluso a sus entrenamientos. Le gustaba verlo, apoyarlo y darle besos cuando ganaba, sus victorias eran frecuentes, por lo que nunca le faltaba.

Veracruz no tenía ojos para nadie más que su novio.
—Mmh. Te ves lindo todo el tiempo, corazón, ¿Por qué preguntas? —cuestionó entre suaves risas. Acostado en la cama con Hunán a su lado acostado en su pecho boca abajo, mirándolo con cariño. Veracruz lo miró a los ojos, colocando el mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Me gusta escucharte, es todo. —sonrió, acercandose más para juntar sus frentes. Veracruz besando sus labios una y otra vez, besitos pequeños en sus labios o mejillas mientras que su mano le acariciaba la espalda o el cabello. —Has dejado crecer tu cabello.

—Solo un poco, ¿Te gusta?

—Mmh. —asintió, dejándole un beso en los labios antes de separarse y volver a acostarse en su pecho.

En otra habitación estaba Yucatán hablando con Seoul. Debido a la relación entre ambos territorios, fue sencillo para ambos solo enamorarse, por los constantes toques y platicas por trabajo. Seoul fue el primero en caer, al principio no quería creerlo ya que sentía que eso podría afectar su relación de trabajo pero, no fue así. Fue una gran sorpresa para el coreano que Yucatán haya aceptado. Detrás de esa expresión seria, se encontraba una sonrisa tan linda que encantaba a Seoul.

Nadie antes había visto a Yucatán de esa forma con alguien y fue una sorpresa la relación, aunque no tanto. Seoul reía siempre que estaba con él, le gustaba mirarlo con atención, acariciarle el rostro o el cabello, pasar sus manos delgadas por sus facciones y besarlo entre sus palabras.

—Oh, ¿Necesitas trabajar? Lo siento. —se disculpó al ver que su novio estaba ocupado. Había llegado de sorpresa como de costumbre pero, no se esperaba que estuviera trabajando.

—No te disculpes, puedes quedarte. No voy a tardar mucho. —respondió, dejando que se siente a su lado en una de las sillas. Seoul sonrió, sentandose cerca de él para verlo trabajar. A Yucatán no le molestaba para nada, se le hacía adorable.

Ese día iba a ser solo de los estados con sus queridos novios.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora