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México nunca le había levantado la mano a ninguno de sus hijos desde que salió de rehabilitación

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México nunca le había levantado la mano a ninguno de sus hijos desde que salió de rehabilitación. Para él la violencia no era la solución, era un país muy pacifista que siempre tendía a mantenerse tranquilo ante situaciones de estrés para no terminar diciendo cosas que no quería. Sin embargo, había veces en las que le alzaba la voz a uno de sus hijos sin pensarlo o sin darse cuenta, hasta que después de unos segundos recapacita y lo repite con una voz más suave, pidiéndole perdón a su hijo.

No era común escuchar que un padre se disculpe con su hijo, solo lo dejaban pasar, pensando que el hijo iba a olvidarlo. Después de todo, solo tenía que preguntarle si tenían hambre o comprarles algo para que eso solucionara todo. México había cambiado mucho la forma de crianza de sus hijos, nunca pensó que iba a estar pidiéndole perdón a uno de sus estados por alzarle la voz.

Algunos le decían que debía ser más estricto con ellos.

México no podía. Le lastimaba y le dolía ver cómo sus estados se hacen pequeños o se encogen de hombros cuando solo les va a acariciar el cabello. Para ellos, que México alzara la mano significa que los va a golpear; cierran los ojos o intentan agacharse cuando México les acaricia el cabello, después se dan cuenta de que su padre no les iba a hacer daño.

—¡No le entiendo! ¡¿Por qué usted deja que Yucatán salga como si nada de la casa sin pedirlo permiso y yo si?! —preguntaba molesto EDOMEX, sin poder creer que su padre seguía con un cierto favoritismo a su hermano yucateco —¡Yucatán es su hijo favorito, no lo niegue!

—EDOMEX, por favor.

—¡¿Por favor que?!

—Necesito que entiendas. —se levantó para acercarse a su hijo para así hablarlo más de cerca. No quería que EDOMEX piense esas cosas, él no tenía un favorito.

—¡¿Entender que?! —volvió a exclamar. —Solo tiene que admitirlo, usted quiere más a Yucatán que al resto de nosotros, ¡Por eso le paga a esos grupos criminales para que lo cuiden, para que nadie mate a su puto hijo!

México en automático solo le dió una fuerte bofetada a EDOMEX por haber dicho eso, haciendo que su estado se quede callado.

El silencio que se formó entre ambos, la mirada de México en su hijo, sintiendo un ardor en su mano después que lo hizo reaccionar. Sus ojos se abrieron en grande al darse cuenta de que había golpeado a su hijo. EDOMEX no podía creerlo, su mejilla dolía bastante, y es que su padre le acababa de proporcionar la bofetada más grande de su vida.

Su padre lo golpeó.

—No debía hacer eso... —México susurró, acercándose rápidamente a su hijo, abrazándolo para intentar remediar su acto. Agarrando con mucho cuidado la cabecita de su hijo para apoyarla en su pecho, dandole un beso en el costado de su cabeza. —Lo siento... Lo siento mucho, perdóname, mi amor. No quise golpearte. Lo lamento, corazón, por favor, perdóname —repetía, en completo shock de haber puesto su mano sobre su hijo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que golpeó a uno de sus hijos? Décadas atrás.

EDOMEX no decía nada, solo se quedó callado, viendo hacia el frente y escuchando a su padre repetir una y otra vez lo mucho que lo sentía, que lo perdone por lo que hizo. Una lágrima resbaló por su mejilla, sintiendo el punzar en su mejilla todavía. De verdad su padre lo había golpeado... Y tal vez se lo merecía.

𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 ! estados de México.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora