Capítulo |11|-Complácelos.-

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Tenía ese picor en la nariz desde hace mucho, pero no quería moverme, ni quería pestañear, escuchaba voces, incluso gritos, y cosas rompiéndose, se que tampoco estaba con la mujer, porque olía a... a hombre, todo olía a hombre, tenía mucha hambre, y mucha sed, pero quería quedarme así, es mejor así, no puedo ni debía moverme, deben de pensar que estoy con los ojos cerrados, que aún no los he abierto.

Escuché el peculiar sonido de una puerta abrirse, y todo en mi tembló, no quería ni respirar, no quería. Habían pasos, muchos pasos, así que debían de haber más de dos personas, ¿mis dos esposos?, que palabra ni más feas, "esposos", pero sentí mi corazón dejar de latir dentro de mi cuando escuché a alguien hablar:

-Si no despierta, si no despierta ya, voy hacerlo yo, pero a mi manera, ya me tiene harto esperando por ella. Se supone que hace una hora debía de estar despierta, ¡hace una hora debió de ser mía!- madre... madre. Esa voz, es la del hombre, la del hombre que fue a casa.

-Va a despertar, se paciente, te saldrán canas verdes.- alguien río, alguien se rió, y esa voz no la reconocía, no lo hacía.

-Tú no me digas que tengo que hacer, quiero que despierte ahora, ¡ahora!, ya me está impacientando.- madre... pero yo no quiero abrir los ojos, no quiero madre, no quiero.- Déjame a solas con ella, cuando acabe es tu turno.- ¿c-cuándo acabe de que?, madre, madre, ¿dónde estás? Tengo mucho miedo, tengo mucho miedo madre.

-Como quieras. Solo no seas tan rudo con ella, no eres su único esposo.- volvi a escuchar la puerta cerrarse y no se que pensar, no quiero a pensar nada. Solo quería estar en los brazos de madre, solo eso.

-Complácelos.-

Escuché en mi mente, era la voz de la mujer, de ella, entonces... ¿debía de abrir los ojos?, eso era lo que él quería, que abriera los ojos. Pero tenía mucho miedo madre, madre. Sentí algo en mi mejilla y me sobresalte.

-Se que estás despierta, lo sé, desde aquí escucho el odioso sonido que hace tu corazón, y tiemblas mucho, pareces perro de la calle. Despierta, ¡ahora!, no me hagas esperar mucho. Ya lo he hecho demasiado.- pero yo no quiero.

-A un hombre nunca se le dice que no.-

Volví a escuchar en mi mente, quise llorar, estoy sola con ese señor, nadie iba a venir a salvarme, nadie.

Abrí los ojos lentamente, todavía estaba boca arriba en la cama, todo era muy... de hombre, era una recámara demasiada grande. Aunque no quise mirar mucho, no.

-Levántate ahora. Tienes una hora de retraso, y no quiero perder más.- ¿una hora?, ¿retraso?, me levante con mucha dificultad, sentía mis piernas pesadas, como si hubiera estado mucho tiempo ahí, en esa cama. Cuando me pare, el hombre estaba de espalda, y desde aquí se veía aterrador, era grande, tenía miedo de estar con él, de estar a solas con él, su presencia da miedo. Se dio la vuelta lentamente, y cuando estuvo frente de mi, a pocos pasos, muy pocos pasos, se quedó ahí, mirándome, abalizándome, observándome, tenia mis ojos en su camisa, no quería mirar sus ojos, -estaba prohibido- y no quería tener la cabeza para abajo, se acercó los últimos pasos que quedaban, y quise retroceder, quise, pero me quede quieta no podía huir, no podía, ya era su esposa, y debía de comportarme como tal, aunque quisiese tirarme en un rincon a llorar. Debo de comportarme como esposa, como una buena esposa, por madre.

"-Si se portan mal, o si sus esposos ponen alguna queja de ustedes, sus madres van a sufrir las consecuencias, todas y cada una de ellas, así que pórtense bien, como una buena esposa, y sus madre, estarán bien.-"

Puso su mano en mi mejilla, y la levantó, sus ojos eran... eran, me daban mucho miedo, eran tan negros, tan negros, como si no hubiera nada bueno en ellos. Y su cabello amarillo, brillaba por las velas que había al rededor, quería llorar, quería a madre. Me dio la vuelta sin decir nada, y bajo el cierre de mi vestido... madre, madre, antes de que el vestido cayera al piso con mi pudor, dio un beso en mi cuello, sentí esa zona cosquillearme, volvió a dar otro beso en lo que sentía mi vestido deslizarse fuera de mi cuerpo, hasta que cayó al piso, mis pechos quedaron al aire, -no tenía vendas, nunca me las pusieron, y por lo que veo, no es muy necesaria.- me estremecí cuando puso sus manos en mis senos, y me trague las lágrimas que quisieron salir, solo debía soportar, pero... ¿soportar qué?, ¿qué era lo que debía soportar?, ¿qué?

-No puedo esperar para estar dentro de ti.- susurro en mi odio,- no puedo esperar para que seas mía.- madre, ¿de que habla este señor?, madre, tengo miedo.

Volvió a darme la vuelta, y mis pechos quedaron a su vista, tenía vergüenza de que alguien me viera así, quise cubrirme, pero antes de que hiciera cualquier cosa sentí su mano en mi... en mi, madre, estaba bajando mis pantaletas. Sentí mi corazón latir más rápido que nunca, incluso creo que mis ojos salieron de órbita. Salí del trance cuando vi mis pantaletas arriba de mi vestido en el piso, estaba... estaba d-desnuda, totalmente desnuda delante de ese señor, lágrimas quisieron salir, pero de solo recordar lo qué pasó en casa cuando unas lágrimas salieron de mis ojos sin permisos, me daba más miedo, ese señor es malo, muy malo.

-Arrodíllate,- lo hice sin pensar, solo quería que todo acabara, solo eso. Quería soñar con madre, siempre es bueno. Estaba delante de sus pantalones y baje la cabeza me sentía incómoda, estaba encima de mi propia ropa, y molestaba en mis rodillas y pies, aparte, se sentía incomoda en mi zona privada,- quítalo.- susurro, ¿qué debía de quitar?, me quede procesando, pero no quería hacerlo esperar, sea lo que sea no quería que él esperara. Levante mis cabeza para mirar sus ojos, necesitaba su permiso para hablar.

-N-no se que cosa quitar.- susurre despacio, deseando que no me golpeara o insultara, solo que me diga para acabar todo eso rápido. Me señaló algo en su pantalón, y levante mis manos rápidos para quitarlo, pero se me hacía difícil, muy difícil, no sabia ni siquiera que era, o cómo debía de hacerlo, sus manos se posaron en las mías, y lo quitó él con mis manos ahí. Esa cosa pesaba y cuando cayó al piso hizo un gran estruendo, asustándome. Estaba esperando su siguiente orden, pero en vez de, el quito algo de su traje, y la parte de ahí cayó al suelo, como mi vestido. Sus piernas tenían muchos pelos, por todos lados, quise reír, pero dejé de pensar en eso cuando levante mi mirada... madre, ¿qué era eso? Y recordé, para bien o para mal;

"Puso mi mano en no se dónde, pero se sentía extraño, sea lo que sea... se sentía duro y había una tela, pero se sentía caliente, tenía las manos abiertas, no me atreví a cerrarla, ni hacer nada."

¿Eso era?, salí de mis pensamientos cuando él mismo quitó esa parte, era la última que le quedaba, -aunque no se cuando se quitó la otra parte de encima.- cuando hizo eso, había algo dentro de sus piernas, algo muy curioso, pero por alguna razón no quería saber nada de eso.

-Así estoy desde el primer momento que te vi.- hablo, quería irme, irme corriendo lejos.- Ahora quiero que abras esa bonita boca que tienes y me complazcas, tenemos mucho tiempo.- ¿qué? Madre... madre.

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El pecado de ser mujer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora