Escuche la puerta siendo abierta, y unos pasos se acercaban. Y tuve miedo, estaba frente a la ventana, y como si no fuera poco ¡con ella abierta!, y para empeorar la cosa, madre estaba ahí. Así que saque mi cabeza de la ventana, y la baje lo más que podía. Sea quien sea, hacer esto estaba mal, bastante mal, y lo sabía. Estaba más que prohibido..
Hoy desde que abrí los ojos, había sido caos por todas partes. Había sido una mañana muy diferente a todas las que había tenido en casa, una mañana que la iba a recordar para siempre, para toda mi vida.
-Tómalo, con cuidado.- dijo madre, mientras con cuidado lo podía en mis manos, era tan pequeño, y tan llorón, lloraba mucho. Siempre lloraban mucho, es como si supieran desde ya las cosas que les van a pasar desde que nacen. Las cosas que le suceden a los que están aquí.- ¿Qué es?, dime que es cariño.- dijo con mucho entusiasmo, esperando que le dijera aquello que ella hace mucho quería escuchar, mientras se secaba los sudores, estaba muy cansada, se le veía en cada parte de su cuerpo, incluso en sus cabellos rubios muy despeinados.
Era la primera vez que veía a madre así, y que sabia que no se me iba a olvidar. Las demás veces solo lo recuerdo por que otras personas me lo dicen, pero esta vez no. Estaba aquí, con madre, solo ella, yo y este nuevo bebé, que todos con muchas ansias esperaban que fuese un niño.
Mire abajo, ahí donde definía lo que sería de tu vida en este lugar. Y... había una vulva. Otra más.
-Es una niña, otra niña madre.- dije bajito, sin quererle dar esa noticia tan fea a madre, porqué si, ser niña, era una noticia fea, y me sentí más mal al ver la cara que puso. Estaba decepcionada otra vez de ella. Otra vez no pudo darle el niño que padre tanto le había pedido. Padre esta vez iba a enojarse mucho.
-Otra niña. Dios. ¿A caso no me vas a mandar otro niño?, ¿solo niñas?- suspiró cansada, derrotada. Era la tercera niña que daba consecutivamente, y para decir verdad, padre estaba muy cansado. Y dijo que a la próxima la iba a votar.
Aunque padre era la persona más compasiva y muy pasivo, tener niños es la prioridad de cualquier hombre. Las niñas solo eran para las tareas del hogar, y dinero cuando la subastan. Las niñas no es algo que trae alegría a la casa, sino horror. No éramos bienvenidas. Pero Oliver dice que conmigo no será así, que nuestra familia no será así, que él iba a amarme mucho y que iba a querer a todos lo hijos que iba a darle por igual.
Trate de calmar a la bebe, a la nueva hija de madre, moviéndola en mis brazos, pero esta no me hacía caso, sino que lloraba, con la boca abierta, muy abierta. Que desesperante eran los bebés. Pero aún así, yo anhelaba darle muchos a Oliver.
-Elvira ven cariño, ayúdame aquí. Pon la niña por ahí.-
Fui a donde madre, pero antes, puse a la niña de cabellos negros igual que los míos en un lado de la cama, mientras la ayudaba a pararse de la misma cama. Aquella que estaba ya sucia, dañada y fea por el uso, y seguro también el tiempo que tenía, pero por lo menos y por esta vez, que por aquel inteligente plástico no se había ensuciado de más.
-¡Madre, dice padre que si te falta mucho aquí, te está esperando!- Elainne dijo, mientras daba unos toque en la puerta, en la desgastada puerta. Todo lo que estaba aquí abajo era viejo, sucio y feo. Por eso no me gustaba estar aquí, no quería convertirme también en eso, en algo viejo y feo.
¿Para que estará esperando padre a madre, y más ahora?
-Ya voy cariño, ya no me falta nada.- dijo ella mientras con un paño, se limpiaba lo más que se podía. Si padre llamaba, lo más conveniente es ir lo más rápido posible.
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El pecado de ser mujer.
Historical Fiction-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...