"Tú no eres ellos Elenne, no te compares, que solo eres como una ayudante. Ellos son mis hijos, son todo para mi, tú eres solo un error que no debió nacer.".
Estaba aún en mis brazos, y yo no me había movido de donde estaba, bajo de mi, todo estaba lleno de sangre, y de cosas raras, y quería pararme. Pero sentía mis piernas temblar, y no quería. No, es que no podía pasarle nada a mi bebé. Así que solo me quede observándolo un poquito más. Solo un poquito más.
¿Yo lo había hecho?, era tan raro, y tan extraño, pensar eso. Pero era tan hermoso. Se sentía tan liviano en mi manos, tan delicado. Nunca había visto nada tan hermoso en toda mi vida, o algo tan delicado. Y era mío, mi bebé. No tenía nada que describiera este momento. Su pequeña nariz, su boquita. Cómo fruncía los labios. Estaba totalmente enamorada de mi bebé. Y no quería soltarlo. No quería separarme ni un momento de él.
Era tan blanco, y tan rubio, casi con el cabello blanco, y aún sus ojitos no los había abierto, los mantenía cerrado, al igual que sus manitas en un puño. Vi su barriguita, para notar que tenía algo pegado a él. A su ombligo, y lleve mi vista hasta donde terminaba, para ver algo redondo y plano.
¿Qué será eso?
Yo aun no podía creer que mi bebé había salido... de mi, ¿por qué nadie nunca me lo dijo?, ¿por qué nadie nunca me dice nada? Pero... pensado bien, yo tampoco me había puesto a pensar por donde iba a salir mi bebé de mi barriga. Y ahora que lo pienso es el lugar más ¿adecuado?, ¿por qué yo tampoco lo pensé?
No estaba durmiendo, lo sabía por cómo apretaba sus manitas. Y yo estaba encantada mirando todos los movimientos que hacía. Hasta el más mínimo era para mi hermoso.
Era madre.
Yo ya era una madre... como mi madre. Tenía un bebé, mío.
Y debía moverme, lo sabía. Pero lo que no sabía era cómo hacerlo con algo tan pequeñito y tan frágil en brazos. Y con las piernas que ni las sentía. ¿Cómo le hacía?
Sabía que sencillamente no podía quedarme aquí, debajo de este charco de sangre, agua, y esa cosa que había ahí, aún conectado a mi bebé. Debía de hacer algo, y algo rápido.
Y pensé;
Estaba gateando, con cuidado, con mi bebé en una mano, y me pare al ver que "esa cosa", seguía pegado a mi bebé. Yo... ¿debía de cortarlo?, ¿dejarlo?, ¿o qué? Porque yo no tenía esa cosa. Ni mis esposos tampoco así que imagine que si... que eso debía de cortarse. Agarre esa cosa, extraña para mi. Y lo puse a un lado, en mi mano con mi bebé, y seguí gateando. Era incómodo pero debía de hacer algo. Hasta que encontré de donde agarrarme para pararme, y aunque todo en mi grito dolor, no importó, y camine despacio con mi bebé en brazos.
Lo deposite con todo el cuidado en el centro de la cama y le puse todas las almohadas que encontré al rededor. Y no me importo en ese momento que él estuviera lleno de sangre, lo que necesitaba era tener las dos maños libres. Y busque en el cajon, donde guardo las cosas para asear a mis esposos, y ahí encontré justo lo que buscaba. Una tijera, si, una tijera. Iba a cortarle eso a mi bebé. Yo debía. Pero antes. Y mirándolo a él en todo momento, entre al baño, y preparé algo rápido. En el lavamanos era el único donde podía bañarlo, porque era el único lugar alto, y largo. Perfecto para él. Puse un jabón, el de mejor olor, y el más suave. Y busque un poco de agua en un cubo, y otro más pequeño para poder verter sobre él. El agua estaba a temperatura normal, agradable. Y cuando salí, estaba ahí mismo, donde lo había dejado.
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El pecado de ser mujer.
Historical Fiction-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...