Tres Supers en la Tierra

9

Llegaron al palacio, Kara se impresionó con lo que vio, la arquitectura era muy diferente de lo que había visto con los años. Se veía grande, espacioso y fresco, como era la ciudad antigua de Argo, antes de la tecnología y que estuviera en el cielo.

Kara había visto imágenes en su mini-ordenador sobre el pasado de Kriptón, cuando estaba en la escuela.

Había muchas estatuas de mujeres con espadas en mano, el lugar era muy diferente de la ciudad que acababan de pasar, no se oía nada. Estaban en lo alto de una colina y era como si estuvieran en las nubes porque era muy pacífico.

Subieron unos escalones y entraron en el edificio, no habían paredes todo eran columnas y zonas muy amplias, siguieron andando y ahí sí que se empezaron a ver algunas paredes, Kara usó los rayos x para comprobar que es lo que sujetaban para que estuvieran tan adentro del edificio, al ver que era el contra peso de las columnas que rodeaban el edificio, se quedó más tranquila, no tenía pinta de caer. Por supuesto nadie más se preocupó por ese detalle, solo ella.

Estuvieron un buen rato caminando, las distancias eran enormes, al final llegaron a unas puertas doradas y Diana empujó para abrirlas.

Kara y Nyssa se quedaron con la boca abierta al ver el lugar, había columnas, como era de esperar, pero el espacio era abierto por completo, se podía ver la montaña y una cascada justo detrás de tres círculos, no sabía lo que era, pero había alguien sentado en el círculo grande y central.

—"¿Tronos?" —pensó.

Se fijó que a los lados del pasillo había asientos, en esos momentos estaban vacíos.

Diana y Lena se pararon delante de las escaleras e hicieron una reverencia, después subieron y se separaron, Diana fue hacia la izquierda y Lena a la derecha, después se sentaron debajo de sus círculos que eran de distinto tamaño.

Kara y Nyssa se quedaron allí de pie sin decir ni hacer nada, no sabían cómo actuar ante un miembro importante de la realeza.

— ¿Quiénes sois? —dijo la mujer con una voz potente.

Kara y Nyssa se miraron y después la rubia fue quien habló.

—Somos visitantes. —dijo.

La reina miró a su hija.

—¿No eran tres? —preguntó Hippolita.

—Veo que Antíope te ha informado. —dijo Diana suspirando.

—Es mi general, por supuesto que me ha informado. —dijo Hippolita indignada.

—Lo siento madre. —dijo Diana sintiéndose regañada. —Su primo se ha ido, pero pronto se reunirá con ellas en otro lugar. Están de paso, pero Lena y yo les hemos ofrecido llevarlos a la ciudad del hombre, donde vivimos para que se habitúen a vivir con gente. Hasta ahora han estado solos. —explicó Diana.

—Abuela, ellas tienen poderes como madre y yo. —dijo Lena.

—¿Diosas o semi-diosas?

—Más bien alienígenas, abuela. —dijo Lena.

—¿Cómo tu amigo J'onn? —preguntó Hippolita mirando a su hija.

—Si madre, pero vienen de más lejos. No voy a contarte su historia, y ellas tampoco lo harán. La rubia es la mayor de los tres y es la que ha vivido todo y ya vi que le costaba contarlo, así que no quiero que vuelva a sufrir. —explicó Diana.

—Entendido, no preguntaré entonces, pero quiero saber aunque sea sus nombres.

Las tres miraron a las kriptonianas.

—Me llamo Kara Zor-El.

—Yo Nyssa In-Ze Vex.

—Son familia. —dijo Lena.

Hippolita se levantó y se acercó a ellas con toda su elegancia y porte real. Bajó las escaleras y cuando estaba a dos escalones para llegar al suelo, se paró y miró a las chicas.

—Sed bienvenidas a Themyscira.

—Gracias majestad. —dijo Kara.

Después de esa presentación la reina avisó a sus amazonas que estaban en la puerta para que preparasen un banquete para las visitantes.

—Quiero advertirle majestad, que comemos mucho. —dijo Kara.

—No hay problema, mi hija y mi nieta también lo hacen, es como si en vez estómagos, tuvieran pozos sin fondo.

Diana y Lena se sonrojaron ante eso y Kara sonrió, le caía bien la reina aunque impresionaba mucho.