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Llegó la cita de Diana y Lois, quedaron en que Diana iría a por Lois para ir juntas al restaurante.

Diana aparcó cerca del apartamento de su novia, se bajó del coche y se dirigió al portal. Llamó por el telefonillo y esperó.

 Llamó por el telefonillo y esperó

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¿Diana?
—Si, te espero aquí.
Ahora bajo.

No tuvo que esperar mucho, la puerta se abrió y la vio aparecer.

No tuvo que esperar mucho, la puerta se abrió y la vio aparecer

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—Uau, estás impresionante.—le dijo.
—Gracias, tu eres una diosa. Tengo que poner más esfuerzo, cuando la gente nos ve porque no quiero que piensen que hace esa mujer imponente con esa pelirroja normalita. Tu no tienes problemas, porque eres hermosa, alta, un porte que envidia me das porque te sienta bien todo, e incluso un pijama. Así saber que te dejo muda es mi recompensa por el duro trabajo que contrae estar así.—se señaló entera.
—Mi amor, yo te amo tal y como eres, no me importa lo que piensen los demás, tienen envidia. Yo te he elegido.
—Bueno, no tan así, me lancé yo, ¿recuerdas?
—Pero acepté, y empecé a salir contigo después de aquel café, podría haberlo dejado estar, ese día hubiera sido la ultima vez que nos viéramos. Además Lois, yo solo he amado a una persona y es el padre de Lena, pero apareciste tu en mi vida... bueno entraste de golpe en ella, en realidad, pero no me arrepiento porque vuelvo a ser feliz y tu eres la persona que hace eso posible.— se acercó a Lois y la besó.

Cuando se separaron, fueron a por el coche cogidas de la mano.

Fueron al restaurante, era muy lujoso, la gente llevaba sus mejores ropas y sus joyas en ese lugar. Y da un contraste algo extraño, cuando el lugar esta ambientado estilo oriental.

Cuando llegaron, entraron y hablaron con el metre.

—¿Tienen reserva?
—Sí, a nombre de Diana Prince.
—Oh si, vengan conmigo.

Las llevó a su mesa, Diana apartó la silla para que Lois se sentara y después ella se sentó, justo delante.
Dejó el bolso, bajo la mesa, entre sus piernas y miraron las cartas.

Unos minutos después, apareció el camarero y tomó nota de la cena.

—¿Que querrán beber?
—¿Vino?—preguntó Diana a Lois.
—Sí y que sea tinto, porque pedimos arroz frito con verduras y carne Kobe.
—Ya ha oido a la dama.—dijo Diana cerrando la carta y entregándosela, el camarero la cogió, también cogió la de Lois y se fue.—¿Como te ha ido el día?
—Muy tranquilo, no he tenido ningún tema interesante a la cual necesitaba investigación periodística, pero he tenido varias entrevistas. ¿Y tu?
—También tranquilo, pero me ha ido bien, he podido avanzar en casos abiertos que tengo desde hace un tiempo y no he tenido que ir a juicio. Me he pasado todo el día en la oficina.
—¿Como le va a Samantha?
—Muy bien la verdad, ha dejado de ser mi ayudante, por eso tengo tanto trabajo. Ahora tiene sus propios casos y como son casos de familia...
—¿Pasa mucho fuera?
—No, reparte el tiempo entre su despacho y la sala de reuniones, no sé como se lo hace, pero de varios casos de divorcio ha conseguido solucionar los problemas de las dos partes sin tener que ir a juicio. Se le da muy bien este trabajo.

Tres Supers en la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora