Pov... Aemond.
Al día siguiente estaba en la biblioteca con Aegon. - Aegon no sabes nada de Dragón stone.
-No, mi guardia dice que no ha visto al principe salir de su habitación y que Rhaenyra le está dando la comida con guarfias ya que ni sale.
-¿Que está esperando para salir de ahí?. - Dije desesperado.
-Buenos días príncipes. - Dijo entrando el muchacho que había hospedado en el palacio.
-Buen día. - Le Salude.
-¿Frustrado por algo en específico?. - Asentí.
-No se nada de mi pareja y mi hijo. - El sonrío.
Paseó por la biblioteca. - Tiene un aire a Halena. - Susurró Aegon.
Tomo un libro de pasta roja. - Toma. - Me lanzó el libro, llévalo contigo, ese libro es magnífico. - Cuando vi el título del libro este era un cuento infantil.
-¿A donde quieres que lo lleve?. - Le pregunté.
-Yo tengo el mió. - Sacó de su bolsa un libro idéntico. - Mi padre me lo leía hasta que aprendí a leer solito.-Se me acercó. - Además lo necesitas para lo que voy a hacer. - Tomo la mano de Aegon y le hizo agarrar el libro y nos guiño el ojo. - Una cosa más, por nada del mundo sueltes mucho tiempo el libro, tienes una hora. - y por segundos vi todo negro y depronto estabamos en una habitación.
No tarde mucho tiempo en ver a Lucerys en la cama. - Luke.-Dije soltando el libro.
Aegon veía el lugar anonadado. - Magia, ese niño hace magia. - Solto y yo lo mire con cara obvia.
-Luke. - Lo moví.
-Aemond, AEMOND. - Grito abrazándome.
-Mi amor. - Bese sus labios. - Donde esta Daeryan.
-Aquí. - movio la manta que lo cubría para mostrarme al bebé que dormia acunado en su pecho.
-¿Por que no has salido de aquí?. - El se sento.
-Daeryan es pequeño, correr por ese pasadizo es arriesgarme a caer al suelo con el en brazos y no quiero lastimarlo, Aemond has algo, no debí haber salido del pueblo, debí quedarme allí. - Lloró.-¿Cómo es que estas aquí?.
-No lo se. - Lo abrace. - No lo entiendo.
-Llevame contigo. - Negué.
- No se si eso se pueda. - En verdad no sabía, el se puso a llorar. -Oye, oye, vendré a buscarte si. - Lo bese y me acosté a su lado Aegon estaba hojeando el libro luego de saludar a Luke.
-Hermano es normal que esto brille. - Señalo el libro.
-Vendré a buscarte. - Le susurre a ya un Luke muy dormido.
Sujete el lobro y luego de un rato en negro aparecí en la biblioteca.
-¿Y?. - Me pregunto el muchacho que estaba sentado.-Como está el príncipe Lucerys.
-¿Quien te dijo que es el príncipe Lucerys?. - Lo apunte con mi daga.-¿Y como carajo hiciste eso?. - Lo levante acorralandolo contra el librero.
-Wow.. Wow.. Woww.. - Dijo burlándose. - Calmate tigre. - Me sopló en la cara. - Ya sabía desde un principio que era el príncipe Lucerys. - Habló y no parecia preocupado de la daga en su cuello. - Y creo que tu no entendiste que tus armas no me pueden herir verdad. - La daga desapareció igual qie la espada anteriormente. - Si quieres matarme o amenazarme, deberás intentar con algo distinto a una Daguita inofensiva.
-¿Por qué?. - Deje de acorralarlo.
-Gracias, se sentía incomodo tu cuerpo sobre el mio, creme si no fueras tú quizás me hubiera exitado tener a alguien acorralandome. - Su ironía me irritaba y sus burlas aún más.-Por qué. - Repitió. - Mira hay un vínculo entre ese libro y éste libró, este te pertenece y este es mío y yo solo hice un hechizo que te ate aquí mediante el libro, pero no es continuo y aun peor definitivo, puedo traerte aquí un limite de tiempo, pero a la final tu cuerpo tiene que volver o quedarias vagando en la nada y jamás podrias regresar. - Explicó. - Quieres saber quien soy verdad.
-Te agradecería. - Le mire mal.
-La persona que me enseño lo que se hoy en día, es la misma que ahora esta encerrada en Dragón Stone, es decir yo conozco quizás igual de bien que tu al principe Lucerys Velaryon, qué resulta que con magia pudo engendrar a quien llamas tu hijo, por lo tanto, yo sabía quien era desde que llegué. - Se cruzo de brazos. - De hecho es más por el que por ti el que esté aquí, sin ofender.
-No me ofendo. - Le dije interesado.
-El por que tus armas no me pueden lastimar es algo más complicado. - Suspiró. - Has escuchado el dicho Targaryen que dice, "La sangre del Dragón es espesa". - Asentí. - Se supone que todos nosotros tenemos algo de sangre de dragón, pero yo tengo más cercanía a los dragones que a los humanos. - Se sentó. - Cuando yo tenía cinco años una daga entró aquí. - Quitó el pedazo de cabello que cubría su frente, donde había una cicatriz pequeña pero gruesa.-Sin embargo la daga con la que intentaron matarme era con la misma que tu matarías un Dragón. - Explicó. - Cuando empecé a luchar y la primera espada normal amenazó con atacarme esta desapareció, como hace la mayoría de armas normales ante el solo hecho de acercarse, luego corrió el rumor de que yo con seis años había vendido mi alma al diablo.
-Qué ilógico. - Dije.
-A la gente le pareció muy logico y mucha gente intento matarme después de eso y todas las armas tuvieron el mismo fin desafortunado, luego mis padres hicieron creer a todos que era un rumor pero eso fue varios años despues, ni siquiera yo entiendo bien como es posible que las armas no me lastimen, pero no soy inmortal, si puedes matarme. - Se burlo. - Crezco como cualquier humano común, de hecho mi hermana suele decirme que soy igual de pendejo como todos los hombres de su vida, y que los unicos buenos son nuestros padres. - Exagero.-Siempre la regañan pero bueno, ella siempre insiste con eso y yo prefiero ignorarla.
-Tu sangre es más Targaryen qué la mia o eso me haces entender con tu relato. - El chico nego ante lo dicho.
-Yo soy probablemente igual de Targaryen que tu, si tomamos en cuenta que comparto tu sangre.-Yo lo mire.
-¿Qué?.
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El final de la guerra.- En edicion.
FanfictionLa guerra había comenzado y todo era cuestión de tiempo para definir quien estaría al mando, sin embargo que caprichoso es el destino y cuan complicados son sus caprichos. El dragón de Aemond estaba tan cerca de mi que todo el cuerpo se me heló, lo...