TRES

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— Seungmin, necesito tu ayuda con algo super mega importante — Dijo Innie al teléfono al borde de un ataque de ansiedad, removiendo los dedos de su mano, nerviosamente, como un maníaco.

¿Casi quemas tu casa intentando hacer comida y necesitas un tuper de la rica comida de mi hermano? — Contestó su mejor amigo al otro lado de la línea telefónica, sin notar el panico en la voz de Jeongin.

— No, pero ahora que lo dices, si Minho hyung puede hacer algo de sopa lo amaré de por vida, Bin hyung está al borde de la muerte y no tengo ni idea de que hacer y mi mamá está trabajando, me va a dar un ataque de pánico en cualquier momento.

— Y quieres que vaya a ayudarte a cuidar al tipo que me cae mal — Seungmin suspiró, deseando que Jeongin riera y le dijera que era una broma o que llamaría a Hwang en su lugar.

— Esta vez te pido de verdad que lo veas como mi hermano y nada más, por favor...

Está bien, dame cinco minutos para que le explique a mi hermano por que necesitas sopa, y voy con lo que tenemos por aquí ¿Vale? No entres en pánico

— ¡Te quiero Minnie! — Jeongin escuchó como su mejor amigo gritaba el nombre de su hermano justo antes de colgar y se relajó un poco, esperando a que sus refuerzos llegasen. En realidad Seungmin había sido su última opción, ya había llamado a su madre, al padre de Changbin, a Hyunjin, y a los amigos de su hermano que conocía, y los astros parecían haberse alineado para que nadie pudiera ir, o que entrasen en pánico como él o simplemente ni siquiera hubieran contestado al teléfono o a sus mensajes.

El chico llegó exactamente ocho minutos después de cortar la llamada, Jeongin los había contado, y llevaba una adorable cestita con cajitas de medicina, un termómetro, gasas, y otras cosas que el menor no sabía muy bien como nombrar.

Aunque Seungmin estudiaba fotografía, y tampoco era el mejor con aquello, sabía más que Jeongin. Lo que sabía sobre medicinas y esas cosas, era por tener que cuidarse el solo desde que era un niño muy pequeño, heridas, catarros, gripes... No había tenido realmente ayuda, y desde una muy temprana edad se hizo cargo de si mismo, y por hacerlo y equivocarse mucho, terminó aprendiendo lo básico.

Changbin se retorcía de dolor entre sus sabanas, agarrando su estómago, empapado en sudor, y con pequeñas lágrimas saliendo de sus ojos, mientras respiraba con dificultad.

— Trae un cubo con agua fría una toalla pequeña — Jeongin desapareció de la puerta, corriendo tan rápido como podía sin resbalar y caer. — Y tu idiota, incorpórate y toma esto — Changbin no dijo una palabra, tomó la pastilla, la botella de agua y se la tragó sin rechistar. — Podría haber aprovechado para envenenarte.

— ¿Lo has hecho? — Preguntó él sin fuerzas

— No, pero podría, hubiera sido fácil — Seungmin estaba tratando de hacer algo de humor, un poco para que Changbin se centrase en ello y no en el dolor.

— Mira que eres tonto, cachorro... — En la mente febril de Seo Changbin, aquello había sido un insulto perfecto al aspecto de perrito que tenía el amigo de su hermano, pero para el cerebro sano y despierto de Seungmin había sonado como un apodo cursi y bastante dulce, y quería odiar haber sido llamado así por él, pero no encontró manera.

— Cállate — Así que recurrió a su mejor método de defensa cuando no sabía cómo responder, ser cortante, e ignorar por completo a su mente.

— Cállate — Así que recurrió a su mejor método de defensa cuando no sabía cómo responder, ser cortante, e ignorar por completo a su mente

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The boy next door - SeungBin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora