VEINTITRÉS

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Seungmin se sentía solo y asustado, su mamá lo había dejado solito en aquella casa enorme dónde no conocía a nadie.

Amanda, la señora Lee, le explicó que el hombre del traje era su papá, y que ahora iba a vivir con ellos.

El hijo de la señora Lee lo miraba feo, la dulce y amable mujer no lo bajó de sus brazos cuando él se escondió en su pecho, asustado por su medio hermano mayor.

La primera noche en aquella casa fue horrible, hacía frío, la habitación era el doble de grande que la suya, quizás era tan grande como la casita dónde vivía con su mamá, solo que esa habitación estaba vacía, solo eran cuatro paredes lisas de color gris y una cama demasiado grande para él, sin su perrito de peluche y para empeorarlo todo, no había lamparita de noche.

Un ruido rompió el silencio y Seungmin no pudo evitar largarse a llorar, abrazado al pliegue de sus sábanas como si fueran a protegerlo de todo mal, las lágrimas mojaron sus pequeñas mejillas y los gritos se escucharon alto y claro en la habitación de al lado.

La pequeña figura de Minho abrió la puerta de su habitación golpeándola contra la fea pared, sin saber que el ruido solo empeoraría el miedo de aquel niño de cuatro años que acababa de llegar a su casa.

— Deja de llorar, no puedo dormir.

— ¡Mostruo! — Seungmin se enrolló aún más entre las sábanas, y con su pobre vocabulario, trató de explicar que era lo que lo había asustado.

¡En casa no hay monstruos tonto! — Exclamó el niño casi ofendido por aquello.

— ¿No mostruo? ¿Promete?

—Si, te lo prometo, ahora duerme — Minho alzó su manita hacía el pomo de la puerta, pero los quejidos del otro niño lo pararon.

— Queda — Gimoteó en respuesta Seungmin, aún muerto de miedo.

— ¿Yo? No, yo tengo que dormir en mi habitación, duérmete, no hay monstruos.

— ¡Voy! — Seungmin dejó sus pequeñas piernitas colgando desde lo alto de la cama, mirando el suelo con miedo, como su hubiera un precipicio en vez de unos centímetros hasta el suelo.

— Tenía que ser un bebé llorón — El chico de seis años se acercó a la cama de su medio hermano y tendió una mano para que él la tomara y pudiera bajar sin llorar de nuevo.

Esa noche, el pequeño Seungmin durmió con su hermano mayor, y con él a su lado, ya no le temía a los monstruos, por que Minho era un niño mayor y podía defenderlo.

Minho en realidad solo quería que se callara, no soportaba al niño, no podía llegar de un día para otro, robarle la atención de sus padres, de sus tías y pretender que todo estaba bien ¡Por supuesto que no lo estaba! ¡Ese bebé llorón era un forastero y él no podía permitir que tomase su lugar!

Algún día le haría entender a ese niñito tonto que él no pertenecía a ese lugar, que debía irse por que esa era la casa y la familia de Minho, no era la de Seungmin, no quería compartir su tiempo, su espacio, sus juguetes y el poco tiempo que tenían sus padres para él con otro niño, más pequeño, adorable, y con más necesidades

Por qué Seungmin no sabía hablar bien, y tenía a todo el mundo constantemente pendiente de él.

Minho solo quería de vuelta a sus padres, su casa para él solo, quería que el niño tonto se fuera, y no volver a verlo nunca.

Odiaba al niño miedica.

Cuando Seungmin cumplió los siete, el monstruo de su casa se dejó ver por fin, llevaba traje, y le obligaba a llamarlo papá. Minho no lo notó, por que con él, si era un papá, a Seungmin no hacía más que gritarle, culparlo de todos sus problemas con un "Esto no hubiera pasado si nunca hubieras nacido".

The boy next door - SeungBin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora