Capítulo 7

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Cuando amaneció las dos chicas estaban ya despiertas, esperando que la hora avisara para que fueran a sus clases, se miraban sin decir palabra pero con una calidez de la que dedos se percataba.

— ¿Estarás en la colmena, hoy?—pregunta de repente Enid acercándose al lado de la pelinegra, que sola la mira confundida.

— Como todos los martes, ¿por qué?—pregunta seria y la rubia no puede evitar sonreír, le encantaba la esencia que emanaba la chica.

— Solo fue una pregunta, ya sabes, para conversar.—dice Enid, y Merlina no puede estar mas extrañada, sabía que Enid era peculiarmente ocurrente pero no imaginaba hasta que punto, se levanta lento sin intención de ser grosera y se queda mirando a la rubia, se acerca lentamente y deja un beso en los labios de Enid quien se queda estática, Merlina se odia así misma por tener esa endeblez por la rubia, pasa por su lado y sale de la habitación dirigiéndose lo mas rápido que puede a las clases, aun no era la hora, pero siempre podía esperar.

— Hola Merlina.—escucha decir a sus espaldas, la voz ya la conocía, era Xavier, sin detenerse ni mirar atrás contesta.

— Xavier.—dice simplemente acelerando un poco mas sus pasos.

—¿Vas a la colmena hoy?—pregunta el chica, y Merlina se detiene en seco, ya van dos personas en menos de lo que ha amanecido que le preguntan por la colmena.

— Eres la segunda persona en el corto día que me pregunta sobre si iré al club donde soy miembro, quitando el hecho de que es el mismo día que voy todas las semanas, pienso que es algo obvio, no lo sé si para ti.—dice sería, esperando una respuesta y el chico solo sonríe.

— Perdón, solo trataba de sacar conversación.—dice alzando los hombros, Merlina sigue su camino, sin mas solo se convence que la gente hoy ha amanecido tan peculiar como Enid.

Cuando entra al aula puede ver ya a algunos alumnos sentados en su lugar, toma asiento junto a Xavier quien inmediatamente saca su libreta para ponerse a garabatear, Merlina hace lo mismo pero dispuesta a aprovechar los minutos para que su novela vuelva a nacer.

Sin embargo el tiempo no da frutos, los minutos pasan hasta la hora indicada de la clase, y ella aun no puede escribir nada, su compañero de al lado se ha percatado de la frustración de la pelinegra.

— Estas en bloqueo, no te preocupes, es normal en los escritores.—dice tranquilo recibiendo una mirada fulminante de Merlina, quien lo último que quería era que se supiera que estaba estancada en una novela que se supone debería estar lista para fin de año.

— Te agradezco, sin embargo no he pedido tu singular punto de vista.—dice guardando su libreta y poniéndole toda la atención al maestro que ha entrado a hablarles.

Las clases pasan sin novedad, cuando terminan Merlina empieza a guardar sus cosas en su mochila, dedos también se asoma para meterse, había estado vagando por la escuela, se dirige a la colmena, en busca de Eugene, pero lo primero que ve la deja sin palabras.

Enid estaba sentada con todo el equipo de protección que Eugene se había encargado de prestarle unas horas antes, le tenía preparado una sorpresa a la pelinegra, ya que no podían ir a Jericó a por el café, siempre podía venir el café a ellas.

— Enid.—dice la pelinegra observando todo a su alrededor, no había rastro de Eugene por ningún lado, la rubia le hizo una señal para que pasara al cobertizo encontrando una mesa con dos tazas de café y una dalia negra en medio siendo devorada por unas cuantas abejas.

— No contaba con eso.—dice mirando a la pobre flor, claramente Enid no sabía que las dalias eran una de las flores preferidas de las abejas, sonrió un poco por sentirse tonta ante la mirada de Merlina que no era tan dura como acostumbraba pero aun así no emanaba ninguna emoción.

— Seguro que el café tampoco podremos tomarlo.—dice Merlina señalando como las dos tazas tenían abejas a su alrededor, solo estaban posadas pero era algo que no imaginaba que la rubia se atreviera a tomar, ve como Enid baja la cabeza resignada, sin duda había tenido una buena intención, pero digamos que pedirle consejos a Eugene para una cita romántica claramente no era la mejor opción— Enid, gracias.—dice sentándose en una de las sillas y la rubia empieza a sonreír sin mas, levanta el café ante la mirada de la chica y empieza a beberlo, era café de goteo, tenía una particular fascinación por ese tipo, mira como Enid se sienta y trata de imitar la acción pero se percata a tiempo de que esta totalmente cubierta y se empieza a reír sin parar, Merlina no entiende cual ha sido el chiste pero sigue ahí mirando como la rubia se divierte tanto, en el fondo, le gustaba verla así.

Luna - wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora