Capítulo 4

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Merlina daba vueltas por la habitación, llevaban recién cuatro días de cuarentena y aunque pensó que sería de gran provecho sus folios siguen vacíos, ocupa ahora las mañanas para concentrarse ya que las noches son ocupadas por la loba para complacer sus instintos carnales, sin mucho éxito por lo que lograba escuchar, hasta el momento no había llegado al orgasmo, me preguntó que tan difícil se le hará la situación.

Por su parte Enid se siente completamente avergonzada y tonta, las últimas noches la única imagen mental que ha tenido es a su compañera de cuarto, en todas las posiciones que se pueda imaginar, de tan solo volver a imaginarlo la piel se le erizaba, pero se arrepentía casi tan rápido como sus embestidas aumentaban, sentía que era una falta de respeto hacía su compañera de habitación que no había hecho mas que cuidarla.

— Ya casi es de noche.—dice Merlina por fin parándose al lado de la cama de la rubia— ¿Quieres que esconda tus peluches preferidos?.—Merlina se había encargado de que Enid no tuviera otro accidente con algún animal de felpa, sabía perfectamente que la rubia se arrepentiría al día siguiente.

— Gracias.—dice Enid entregándole los peluches a Merlina con cierto desdén, se detiene a mirarla mientras se los entrega, su mirada se posa en sus labios que a comparación de todo su rostro es lo único que parece tener vida, tan carnosos que daban ganas de devorarlos, sin tener control sobre si misma y con una humedad creciente ya en su ropa interior Enid se lanza sobre la morena uniendo sus labios en un fortuito beso, sus lenguas rápidamente se encuentran haciendo soltar un gemido a la rubia quien sonríe internamente al no ser rechazada, sus manos ahora están en la cintura de la morena quien no ha hecho ni un solo movimiento aparte que el de sus labios, hasta que se aparta.

— Besas bien.—Merlina empieza a caminar para separarse lo suficiente de su compañera, no es que no le haya gustado el beso, en realidad le encanto, pero no quería aprovecharse del estado de Enid, sabía que ella solo la había besado porque estaba en celo.

— Perdón.—dice Enid, quien ahora se siente avergonzada por besar a Merlina sin previo aviso— No quería incomodarte...—hace una pausa— Solo que te veías hermosa, y yo...

— Enid.—interrumpe Merlina— Guarda esos cumplidos para cuando quieras cortejar a alguien.

— Te estoy cortejando.—la rubia con mas ánimos que nunca se aventura a decir, lo cierto es que desde que llegó Merlina a nevermore había sentido una atracción hacia ella, y aunque no pensaba que era mutuo siempre noto pequeñas señales de parte de la pelinegra, ahora después del beso se alegra pensar que no ésta del todo loca.

— Estas en celo, Enid.—Merlina se ha puesto nerviosa, revisa en el escritorio los folios obviamente vacíos y los vuelve a dejar en su lugar— Dices eso para llevarme a la cama.

— Claro que no.—dice Enid caminando hacía la pelinegra que retrocede por inercia y la mira directa— Un poco si, por el estado en el que estoy, pero he estado esperando este momento durante mucho tiempo.—hace una pausa para tragar saliva— Tu me gustas.

Merlina se queda en silencio e inexpresiva como siempre haciendo que a Enid se le forme un nudo en la garganta al rechazo de la morena, cuando esta apunto de volver a su sitio siente unas pequeñas manos que la jalan a ella haciendo que voltee para encontrarse con los labios de Merlina que se estampan con los suyos.

— Besas bien.—vuelve a decir Merlina al separarse— Acepto tu cortejo.—dice simplemente y camina hasta su cama para acostarse dándole la espalda, Enid se queda embobada mirando desde el otro lado de la habitación con una sonrisa enorme en el rostro y dando pequeños saltitos, cuando la noche se hizo mas pesada se contuvo de masturbarse, sabía que eso no estaba bien hacerlo frente a la persona que estas cortejando y que aun no es tu pareja, lucho toda la noche hasta quedarse dormida mirando a la pelinegra.

Luna - wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora