Su romance comenzó a los dieciséis, se casaron a los veintiuno y tuvieron sus primeros seis cachorros a los veinticinco, y luego a los veintisiete tuvieron cinco mas; desde ese momento la vida les había cambiado, ambas lucían para el resto de sus amigos como personas mas maduras y preocupadas por la vida en lugar de vivirla; ahora ambas con treinta y siente años llevaban una vida mas tranquila, Merlina trabajaba en una fabrica de las que su padre era el dueño, no hacia mucho, en realidad la usaba como forma de poner un espacio entre ella y Enid, era bueno, ambas lograban extrañarse aunque sea por unas horas.
Ahora era uno de esos días en los que la morena extrañaba profundamente a Enid y a sus cachorros, la manera sutil en la que Enid la había desarmado completamente ya no la asustaba, ahora en cierta manera le gustaba ser protegida por Enid, sin embargo justo ahora, rodeada en su mayoría de hombres lobo que trabajaban junto a ella sentía algo de temor.
Un fuerte golpe se escucho a sus espaldas, se volteo rápidamente encontrándose a uno de sus compañeros justo debajo de una pila de bandejas pesadas, el chico la miro sonriente mientras intentaba levantarse.
— ¿Te encuentras bien?—la morena le extendió la mano y con el pie logro quitar algunas de las bandejas para que se levantará— Debes tener mas cuidado, ¿Dónde esta tu equipo de protección?—Merlina examinó al chico de pies a cabeza, no traía arnés ni caso, ni siquiera guantes— Esto te costará el puesto, vamos sal de aquí.—la morena le soltó la mano y le indicó la puerta de la salida, no dijo nada mas, solo se volteo y siguió el camino por donde iba, sin embargo sabía que el chico no se había marchado, podía sentir las pisadas detrás de ella.
— ¡Señorita Addams!— el pelinegro se apresuro a seguirle el paso— Discúlpeme por favor, no volverá a pasar.—se coloco delante de ella con los brazos suplicantes y la morena giro los ojos.
— No volverá a pasar porqué estas despedido, ahora por favor déjame hacer mi trabajo.
— Por favor, necesito el trabajo.—volvió a suplicar, la morena tenía mas de una mirada encima, todos al rededor la estaban observando y ella sabía que no debía ceder, no lo haría o no lo pensaba hacer hasta que— Tengo una camada de once cachorros, no tengo como alimentarlos, mi esposa falleció al darlos a luz hace cinco años.
— ¿Once?—pregunto la morena desconcertada— ¿En una sola camada?—el hombre asintió, tomando una postura totalmente afligida delante de ella.— Ve a ponerte tu equipo de protección y vuelves a tu puesto.—no dijo mas, pero el chico solo se quedo parado frente a ella como evaluando la situación, la morena le iba a preguntar porque no regresaba a su puesto pero el chico se lanzo sobre ella y la abrazo, Merlina se quedo estática sin saber que hacer, después de unos segundos en blanco y al notar que el chico estaba empapando su hombro con lagrimas pudo retirarse del abrazo, las feromonas del muchacho eran demasiado fuertes para su gusto, se alejo y limpió su blusa sin mucho éxito.
— Soy Edward, señorita Addams, si tiene algún imprevisto cuente conmigo.—el chico le estiro una tarjeta de presentación que la morena la leyó "Edward Guro abogado financiero" ¿Qué hacía un abogado financiero apoyando bandejas en esa fabrica? se lo quedo mirando una vez mas y guardo la tarjeta en sus bolsillos traseros.
Las horas pasaron, Edward volvió a su puesto de trabajo inmediatamente después de que la morena lo sorprendiera susurrándole algo al teléfono, Merlina ahora terminaba de alistar sus cosas para marcharse a casa, ya le había mandado un mensaje a Enid de que pronto estaría en casa así que se apresuro a caminar hasta el auto.
— ¡Señorita Addams!—el grito de una voz que ahora ya conocía muy bien y que había tenido que escuchar mas veces de las que creía necesarias— Lo siento.—el chico se acercó hasta ella y le estiro una caja con un moño en ella, la morena lo miro confundida.