— ¿No crees que es algo muy precipitado?—pregunta Merlina mientras agarra la mano temblorosa de su novia— Podemos pensarlo mejor y...
— Es el momento.—la corta Enid dejándola con la oración a medio terminar, no dice mas, solo empieza a caminar hacía la dirección donde le había indicado la rubia antes.
Ambas chicas caminan por una línea humana que ha dejado rastro en un pasto sedoso hacía la pequeña cabaña de la manada de los Sinclair, la pelinegra titubea nerviosa mientras siente una pequeña gota de sudor baja por su mejilla, no quería admitirlo, de hecho no planeaba nunca hacerlo en voz alta y mucho menos delante de Enid o cualquiera de su familia, pero el conocerlos, el que la presente como su novia ante la manada de su familia la ponía un poco nerviosa, puede que hace unos meses hubiese limado asperezas con sus hermanos gracias a lo que hicieron con los bastardos a los que una vez consideraron sus amigos o en el que caso de Merlina aliados, eso no quitaba que eran unos idiotas que siempre hacían sentir mal a su novia y que son responsables del noventa y nueve por ciento de los traumas de la rubia.
Sus pensamientos se ven interrumpidos cuando sus pies frenan inesperadamente haciendo que tambalee un poco contra una alfombra de bienvenida, no sabía que los lobos eran tan sofisticados, regresa a mirar a la rubia quien parece aun mas nerviosa que antes, cosa que consideraba imposible.
— Te ves nerviosa.—suelta Merlina buscando la mirada de su novia quien solo mira hacía la alfombra pisoteada— A las madres de Eugene les agrade o es lo que dijeron.—hace una pausa— Tus hermanos puede que...
— ¡No lo digo por mis hermanos!—chilla Enid soltando la mano de Merlina de mala gana y se pasa las manos por la cara— Mi madre es una mujer difícil.—susurra— Y mi padre es un hombre de pocas palabras, entonces dejará todo a cargo de ella y...—vuelve a pasarse las manos por el rostro mientras se separa aun mas de la pelinegra quien ha entendido que el silencio es su mejor opción— ¡Y tu tampoco ayudas mucho!
— ¿Qué se supone que deba hacer?—pregunta Merlina confundida regresando la vista hasta la cabaña y luego vuelve hasta el rostro de Enid.
— Para empezar, no tienes que pararte y estar tan...—hace una mueca como si estuviera buscando la palabra indicada— ¡Tranquila!—suelta por fin haciendo que a Merlina se le dibuje una sonrisa a penas visible en la comisura de los labios pero Enid lo nota antes de que esta desaparezca— ¡No sonrías...—respira— Ahora no!
— ¿Entonces cuando?—pregunta tranquilamente agarrando la mano de Enid quien la mira incrédula, no puede creer que la pelinegra esté tan tranquila— Si no les agrado, no me importa, no es mi primer pensamiento de la mañana.—dice.
— ¿Cuál es ese primer pensamiento en el que no estoy incluida?—cuestiona Enid.
— Nunca dije que no estuvieras incluida, de hecho eres tú, bueno duermes a mi lado lo que quiere decir que no es que tenga otras opciones que valorar...—sus palabras se ven interrumpidas por los labios de la rubia que se estampan contra los suyos.
— No lo arruines.—susurra Enid contra la boca de la pelinegra quien gira los ojos— Tú también eres mi primer pensamiento del día.—dice segura, la morena aleja un poco el rostro para poder decir algo, pero antes que pueda pronunciar palabra una voz madura pero igual de chillona que su novia se hace presente.
— Enid Sinclair.—pronuncia con la voz mas grave que pudo salir de su garganta, Merlina regresa a mirar a la mujer que ahora esta delante de ellas, no es que no la haya visto antes, pero por motivos de compasión del universo nunca había cruzado mas de dos palabras con ella.
— Madre.—dice Enid quien ha adoptado una postura de carácter militar, con las piernas juntas, los brazos a los costados y la espalda completamente recta mirando a su madre a la cara— Te quería presentar a...—la madre de Enid da un paso hacía la pareja haciendo que la rubia se calle al instante, y la pelinegra coloque un brazo frente a Enid de manera de protección.