Las semanas habían pasado rápido, tanto que ya se acercaba su primer mes de novias, la relación no podía marchar mejor, las discusiones por Tyler cesaron un poco gracias al distanciamiento que le puso la morena al chico, y aunque debes en cuando él la buscaba a ella, la pelinegra no hacía mas que escucharlo, ayudarlo si le era posible y luego volver a la posición que estaban antes, había tomado la decisión de contarla a la rubia cada cosa respecto al chico, y ésta parecía entenderlo un poco más. Enid y Merlina habían quedado verse todos los días después de clase en cualquier habitación de las dos, ahora alguien lucia inquieta dando vueltas por el balcón mirando a través del ventanal por si la morena aparecía.
— ¿Por qué tardas tanto?—pregunta Enid a la nada, no obtiene respuesta obviamente, empieza moverse mas frenéticamente por el balcón, se empieza a desesperar, Merlina no le había avisado que fuera a otro lado después de clases.
Se adentra en la habitación dispuesta a tirarse a la cama, hasta que escucha unos pasos acercarse a la puerta, trata de tomar una pose de novia molesta cruzando los brazos pero al ver entrar a la pelinegra con algo en los brazos no puede evitar sonreír.
— Perdón por tardar.—dice la morena, acercándose a darle un beso a la rubia, solo es un roce de labios, cuando se separa alza lo que tiene en sus brazos cargado en forma de bebé y se lo da a Enid quien la mira confundida— Ábrelo, es para ti.
— ¿En serio?—Enid rasga completamente el regalo, no tenía ni las mas mínima idea de qué podía regalarle la morena— ¿Qué es?—pregunta mirando a los ojos a Merlina quien le hace un gesto para que siga abriendo el envoltorio.
— ¿Te gusta?—pregunta Merlina al ver la cara de la rubia, con la boca entre abierta y cogiendo el regalo con ambas manos dejando el envoltorio a un lado— Pensé que te gustaría tener algo así, sé de buena fuente que te encanta el K-pop.
— No puede ser.—susurra Enid, con las manos alza un poco mas la placa de vidrio donde se podía ver adentro un disco de uno de sus grupos favoritos, firmados por cada uno de ellos, todos tenían una frase con su nombre, por un momento creyó estar soñando, pero al instante lo descartó, dejo con cuidado el regalo sobre su cama y se tiro sobre la pelinegra haciendo que esta caiga abruptamente al piso— Gracias, de verdad muchas gracias.—dice feliz dejando besos por toda la cara de Merlina quien trata de decirle con señas que se levante de ella hasta que por fin lo logra y respira un poco— Perdón, no puedo controlarme.—dice Enid apenada, pero al instante una sonrisa aparece de nuevo en su rostro cuando la morena empieza a reír, a veces la rubia pensaba que a la morena le gustara que la dejara sin aire, siempre era lo mismo, se reía después de algo así, y a Enid parecía no poder encantarle mas.
— Que bueno que te guste, no fue fácil de conseguir.—dice por fin la morena consiguiendo tomar aire, ese no era su regalo del mes, de hecho ese lo tenía guardado en su dormitorio bajo llave, pero quería darle un gusto a su novia, verla feliz, y ella mas que nadie sabía lo feliz que le haría ese regalo— ¿Lo guardas y vamos al veleta?—dice mirando a Enid que ha vuelto a coger la placa abrazándola a su pecho.
— ¿Podemos quedarnos aquí?—pregunta Enid haciendo puchero, sabe muy bien que la pelinegra siempre sede a cualquier cosa cuando le hace un gesto así, cuando ésta asiente con la cabeza y camina hacía la cama Enid sonríe victoriosa.
Merlina se queda frente a la cama de la rubia, llena de tantos colores que puede jurar que le nublan la vista, ve también una pila de peluches en un rincón y sonríe al acordarse de la situación vergonzosa en la que pillo a Enid una vez, de hecho no sabía muy bien porqué se había burlado de la rubia si ella nunca lo había hecho si quiera, no porque tuviera miedo o algo parecido solo que nunca se había visto en la necesidad, pero ahora con las sesiones de besos que se daban todas las tardes en la habitación y que no llegaban mas que a simples caricias, a veces se lo pensaba dos veces, pero hasta el momento no había sido capaz.