MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )

LA TORMENTA

La Habana Cuba. Octubre del 2020:

Juliana-en serio que no tienes ningún antepasado que haya tenido que ver con la escritura?
Valentina-no, por?—dijo frunciendo el ceño pues no entendía a que venía eso.

Estaban sentadas a la orilla de la playa donde se habían conocido, más concretamente, en la playa donde habían cogido por primera vez. Después de casi un mes fue que por fin Juliana había aceptado la invitación que la rubia le había hecho, y hubiera aceptado antes, pero un pepito grillo llamado Lauren Jáuregui le había comido la cabeza con respecto a relacionarse con Valentina.

Juliana-es que hablas como si fueras una escritora, una poeta algo así—Valentina carcajeó provocando que Juliana también lo hiciera y le golpeara levemente el hombro a modo de regaño—¡Oye! No te rías de mi—exclamó haciendo un enorme puchero que Valentina quiso besar, pero no lo hizo porque había entendido perfectamente que la chica que tenía en frente no era como todas las chicas con las que ella había interactuando alguna vez.

Ok, ellas tuvieron sexo nada más conocerse, pero ambas estaban bebidas, para ambas ese momento había sido más que una simple cogida en la playa, había sido especial, un acto de rebeldía por parte de las dos. Valentina no quería cagarla y sabía que apresurarse con Juliana solo causaría que ella se alejara, así como lo había hecho durante todo el tiempo que llevaban en la isla. Aún no podía creerse que estaban teniendo su primera cita.

Valentina-ok, me calmo, pero dime porque crees que parezco una escritora?—tenía curiosidad ya que Juliana era la primera persona que le decía una cosa así. Juliana se obligó a apartar sus ojos de los ojos de la hermosa chica que tenía en frente y volvió a perderse en la inmensidad del mar que tenían en frente, sin embargo Valentina solo podía mirarla a ella
Juliana-es que... es que hablas... hablas—sacudió su cabeza como si hacer eso le ayudara a encontrar las palabras perfectas. Estaba muy nerviosa. Valentina la ponía nerviosa, la sola existencia de esa chica de rebeldes cabellos dorados la ponía a temblar—hablas como si conocieras todos los secretos del mar, como si fueran amigos íntimos, como si tuvieran una gran conexión, como si... como si lo amaras—dijo con miedo pues esas palabras siempre le habían causado un miedo terrible, pero no mentía.

Llevaban un buen rato observando el mar, admirando la belleza de este, del como las inmensas olas se volvían nada al llegar a la orilla cómo brindándoles reverencia pues estas estaban desembocando a sus pies.

Valentina-es que lo amo—dijo en medio de un suspiro, entonces fue que pudo encontrar el valor de dejar de mirar el perfecto perfil del rostro de Juliana para perderse en el ocaso del horizonte. Cerró los ojos y por unos segundos se permitió disfrutar del como la brisa le acariciaba el rostro y le despeinaba mucho más sus cabellos lacios. Juliana advirtió el momento y aunque no se volteó a mirarla, con el rabillo del ojo fue testigo de la hermosa imagen de Valentina disfrutando del momento. Su corazón quiso salírsele del pecho y meterse dentro del pecho de Valentina. Quería abrazarla, besarla, decirle que la quería. Valentina la superaba, era un todo de muchas cosas que ella quería tener siempre a su lado. El pensamiento la aterrorizó, así que antes de que Valentina volviera a abrir los ojos, ella astutamente dejó de mirarla—y aunque no conozca todos sus secretos, estoy segura que él sí conoce todos los secretos míos—dijo con nostalgia y tuvo que ponerse fuerte para no llorar ahí mismo delante de Juliana porque hablar del mar era como hablar de su isla, esa isla que no había vuelto a visitar desde que la había abandonado—no podría vivir sin el mar. Hubo un tiempo en el que lo tuve muy lejos y sentí que me moría—dijo con dramatismo para hacer el momento divertido porque no le gustaba el camino al que su mente la estaba llevando, un camino amargo que la hacía recordar un pasado que luchaba día a día por olvidar