MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )

TÚ GANAS

Juliana-no cubana, no pienso pasar ni una noche más en esa casa—dijo con amargura. Se encontraban en el "Palacio de los jugos". Una de las tantas cafeterías de la reconocida firma del área Miami. Más concretamente la que se encontraba en Hialeah el barrio de los cubanos. Eran casi las cuatro de la tarde y habían decidido comer algo ya que no lo habían hecho desde que salieron de la mansión Carvajal en la mañana. Las dos morenas estaban igual de desanimadas porque a pesar de que tenían el dinero para rentarse en uno de los condominios de esa zona, no las habían aceptado porque no tenían ni trabajo ni papeles legales en el país.

Caridad-mexicana...—suspiró—sabes que soy igual o más orgullosa que tu, pero es eso o ir por ahí dando tumbo con los niños. Porqué no aceptas la hospitalidad de Valentina en lo que...—el suspiró agotado de Juliana la interrumpió
Juliana-crees que no quiero hacerlo? Crees que sería eso un problema para mi?—se cubrió el rostro con sus manos y continuó—no sé si te has dado cuenta, pero estoy muy enamorada de ella, siempre lo estuve—volvió a suspirar y sacudió su cabeza con desespero, luego se quitó las manos de la cara y miró a la cubana—nada me gustaría más que compartir mi vida con ella, de hecho ayer me convenció, pero su...

Caridad-su madre... lo sé. Es muy evidente que no le caes bien, y la verdad no sé por qué. Lo que sí sé, de lo que me pude dar cuenta es que esa señora es un pan de Dios. Viste como trató a los niños, sobre todo a Killian, y eso no se finge Juliana—se alzó de hombros y continuó—sabes que no suelo equivocarme con las personas. A mi me cayó muy bien a pesar de todo, cosa que no me pasa con la pesada de la Rusa esa—Juliana volteó los ojos. Como si no tuviera suficiente con Valentina como para que su amiga también detestara a la que hasta hace unos meses había sido su única ayuda, y durante muchos años su única amiga—quizá solo esté protegiendo a su hija de cazafortunas.

La hawaiana es multimillonaria July. Según lo que me has contado, ella no había tenido ninguna relación formal, hace poco salió del closet con su madre, así que es entendible que desconfíe.

  Juliana comenzó a negar con la cabeza
Juliana-fue lo que pensé al principio, pero muy a mi pesar, también me di cuenta de que es una muy buena persona—suspiró antes de soltarlo porque no se podía aguantar más. A alguien tenía que decírselo—pero creo... yo creo que es algo más. No puedo saber qué, pero siento como si ya la hubiera visto antes. No sé dónde, no puedo recordarlo. Y creo que a ella le pasa lo mismo, sobre todo porque fue lo primero que me dijo cuando nos vimos—Caridad frunció el ceño y estuvo meditando un rato hasta que volvió a hablar
Caridad-y si así fuera que tiene que ver? No es como si tú fueras una desalmada o lo hayas sido en el pasado y...—paró en seco y casi se atraganta. Le tomó una mano a Juliana y se la sostuvo fuerte—fuiste una maldita en el pasado? Mataste a alguien? Robaste? Traficabas con drogas o alguna otra cosa ilícita? Yo... bueno yo no te voy a juzgar, que dios me libre, pero me gustaría saber con...—la carcajada de Juliana la interrumpió. Se quedó observándola mientras esta se deshacía en carcajadas y a tropezones intentaba hablar casi provocando las carcajadas de ella.

Juliana-eres... eres tremen... tremenda, Caridad—siguió riendo hasta que se obligó a ponerse seria porque le confesaría a Caridad algo que solo había sido capaz de confesarle a dos personas, una de ellas Lauren, pues cuando se comenzaron a poner al día en una noche de copas, ella creyó que en nombre de la amistad que tenían, la Rusa merecía saber que había pasado con ella esos años—no cometí ningún delito, así que tranquila—tragó fuerte. Ese tema estaba superado gracias a sus terapias y su fuerza de voluntad, pero era una herida, una herida que cada vez que tocaba seguía doliendo. Hablar de eso dolía, por eso no lo hacía, pero la curaba a la misma vez. Las pocas veces que lo había hecho se había sentido bien, se había sentido fuerte y segura—pero por un tiempo me sentí peor que todo eso. Sentí que no merecía seguir viviendo y casi atento contra mi propia vida—Caridad sollozó llevándose una mano a la boca para acallar esos sollozos.