MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )

HASTA EL FIN DEL MUNDO 3.0

Lola-¡Que no! ¡Estás loca si crees que voy permitirte una cosa así!—se puso de pie abruptamente y la apuntó con el dedo—y mucho menos con mi ayuda—Soledad suspiró y se puso de pie. Llevaba más de dos semanas asilada en casa de su amiga y cada uno de esos días le había pedido lo mismo, y recibiendo la misma respuesta por parte de Lola
Soledad-Lola, ya estoy bastante grandesita como para pedirte permiso, solo te estoy pidiendo ayuda, pero si no me la quieres dar, entonces la buscaré en otra parte—se dió la vuelta pero antes de caminar hacia la habitación, Lola la agarró del brazo haciendo que se girara
Lola-ni se te ocurra, Soledad—amenazó—no me obligues a amarrarte a la pata de la cama—Soledad se zafó de su agarre y se dio la vuelta nuevamente para ir hacia su habitación a toda prisa—que estás haciendo?—dijo una vez se encontró con ella pues la había seguido

Soledad-lo sabes perfectamente—hablaba sin mirarla porque estaba metiendo sus cosas en una maleta—ya va siendo hora de regresar a mi casa con mi familia
Lola-¡Familia que vas a perder como sigas con esa estúpida idea de buscar al Chino!—le gritó alterada y de la misma manera lanzó la ropa con maleta y todo al suelo
Soledad-¡Es por mi familia que lo quiero hacer!—explotó también. Sabía que quizá esa idea era una locura, que tal vez Lola tendría razón, pero ella estaba desesperada, necesitaba respuestas, necesitaba confirmar que el Chino no tenía nada que ver con la aparición de Juliana en la vida de su hija. Ok, ella cada día estaba más convencida de que Juliana era solo una víctima de su padre, pero quería tener antes la certeza de que confiarle a Juliana su familia no era un peligro.

Lola-eso no te lo crees ni tú—dijo apuntándola con su dedo índice de manera acusatoria—todo esto es solo una excusa para volver a verlo. Te conozco Soled...
Soledad-¡Que no! ¡No me conoces nada! Me estás tratando y juzgando por el pasado, pero ya no estamos en el pasado Lola. De la Soledad que conociste ya no queda nada. No siempre tienes la razón, no todo lo puedes saber—estaba enojada con Lola pero también consigo misma porque a pesar de los años que habían pasado y de lo mucho que ella había cambiado, su pendejismo con respecto a ese hombre había sido tan grande que ninguna de las personas que conocían su historia con él, le creían que ya el Chino no tenía ningún poder sobre ella
Lola-lo único que sé, es la gran metida de pata que vas a hacer si decides encontrar a ese asqueroso.

Soledad suspiró derrotada. Lola era la única que la podía ayudar porque ella ya no tenía contactos en el bajo mundo. Hacía mucho tiempo había dejado aquella vida. Se sentó en la cama y cubrió con sus manos su rostro permitiéndose por un momento perderse en sus pensamientos con la esperanza de encontrar otra solución a sus problemas los cuales no eran pocos.

Segundos después sintió como Lola colocaba una silla frente a ella y se sentaba. La mujer mayor la instó a que la mirara pues con sus manos tomó las de Soledad, y esta aunque renuente, al final terminó cediendo. La mirada de Soledad hizo que Lola viajara por unos segundos al pasado. En esos ojos Lola volvió a ver a la muchachita que una tarde llegó a su casa del brazo de Víctor el cual se la presentó como su novia, la única novia formal que su protegido le había presentado. Los ojos de aquel día estaban igual de asustados que los que tenía en frente. La Soledad de más veinte años atrás estaba asustada porque estaba entrando a un mundo totalmente desconocido y lleno de peligros e ilegalidades. Pero la Soledad de ahora estaba atemorizada por la incertidumbre que gobernaba todas sus emociones.

Esta Soledad estaba más confundida que la de hacía años porque en ese entonces todavía no había perdido la confianza de su hija. Para aquel tiempo todavía no le había roto el corazón a Valentina ni la había abandonado. No sabía lo que era perderla, pero ahora lo sabía perfectamente y sabía que si seguía por el camino que iba la volvería a perder y quizá esta vez para siempre. Quizá esta vez no tendría nunca más el perdón de su hija.