MEDUSA

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Todos menos las Juliantinas se marcharon del pequeño apartamento. Los adultos sabían de sobra la necesidad de estar a solas que las chicas sentían así que recogieron sus bártulos y los de los niños lo más rápido que pudieron. Al Juliana haberse estado duchando, había sido Valentina la que despidió a todos en los bajos del apartamento. Obviamente agradeció a su amiga Camila la idea pues ninguna idea mejor podría pasar por su cabeza después del estado en que se había sumergido desde que había descubierto la deuda que Juliana tenía con la hija de puta de Lauren, era imposible que se le hubiera ocurrido una mejor idea.

Le dio las indicaciones pertinentes a su chofer y seguridad privada de cómo proteger a adultos y niños. No sería la primera vez que Brandon pasaba una noche con Eloy, de hecho había pasado muchas noches junto a él, pero sus alertas de madre sobre protectora siempre estaban activadas.

  Su hijo casi ni se despidió, el chico estaba tan emocionado de poder vivir una nueva pillamada junto a sus amiguitos que ni siquiera le prestó atención a su preocupada madre. Bien, está creciendo., se dijo la castaña mientras observaba cómo la vans se alejaba de su campo de visión.

Tragó fuerte en cuanto se volvió a encontrar dentro del apartamento y este estaba totalmente a oscuras. Sabía lo que pasaría, que era exactamente lo que quería, pero no estaba segura de que Juliana quisiera lo mismo. Ok, la morena había aceptado pasar la noche junta a ella, de hecho accedió a que su hijo pasara la noche lejos de ella, pero eso no significaba que tendrían que tener sexo. Quizá Juliana solo quería dormir, o conversar un rato antes de dormirse, ponerse al día y esas cosas.

Muchos pensamientos pasaron por su cabeza mientras buscaba a Juliana dentro del apartamento. En el baño ya no estaba, pero el olor delicioso a lavanda, jazmín y naturaleza que tanto caracterizaba a Juliana era la fiel prueba de que la morena acababa de salir de la ducha. Se dirigió a la habitación que compartía con su hijo y golpeó la puerta suavemente con el nudillo de su dedo índice.

Valentina-Juls?... Juliana, se puede?
Juliana-está abierto, pasa—giró la perilla, empujó un poco hacia delante y no pudo seguir. Se detuvo en seco, se le atoró la respiración, su cerebro dejó de mandarle órdenes a su corazón logrando que este dejara de bombear y se quedara igual de paralizado que ella. La imagen que tenía delante invadió todo su ser. La imagen se coló en todos sus sentidos y lo único que podía pensar y reproducir en su mente, en su cuerpo, en todo ella era esa imagen de Juliana envuelta en una toalla blanca apoyada de uno de sus pies en el suelo, el otro sobre la cama mientras con ambas manos se daba crema en su pierna de manera muy delicada. Obviamente al tener una pierna elevada, la toalla se había abierto dejando expuesta casi a su totalidad la cosita depilada de Juliana que parecía no estar al tanto del estado en el que su simple presencia había dejado a la castaña.

Valentina estaba segura de que pasaría una muy mala noche si la intensión de Juliana era solo pasarla hablando. Tenía un desastre húmedo entre sus piernas a tal punto de creer que al dar un paso se caería al suelo al resbalarse con su propia humedad. No existía nadie, ni un solo ser que creara todo ese cúmulo de sensaciones que la diosa Juliana creaba en ella con tan solo respirar. Habían pasado varios segundos, pero ella todavía seguía en el punto de partida, ella seguía atrasada en el tiempo.

  La imagen de Juliana estaba aún resonando con fuerza en todos sus sentidos. Sus sentidos no podían procesar otra cosa que no fuera esa diosa una y otra vez y temía de lo que sus instintos animales y más primitivos podrían hacerle hacer. Juliana era demasiado. Juliana era exactamente ese demasiado que ella siempre estuvo buscando en una persona porque ella necesitaba demasiado en su vida, porque ella sentía demasiado y era demasiado lo que siempre había querido hacerle a Juliana.

Juliana-Val, puedes colocarme crema en la espalda?—dijo inocentemente sin mirarla, sin siquiera llegar a imaginarse lo que esas simples palabras habían ocasionado en la castaña que estaba al borde, al borde de todo. Estaba a punto de lanzarse con desesperación hacia ella y devorarla entera. Juliana estaba jugando con fuego y, si ese era el caso ella le daría candela no solo a la morena, sino a esa habitación que más que habitación parecía un infierno en el mismo centro del paraíso. Juliana bajó su pierna de la cama y sonriendo se dio la vuelta quedando frente a ella extendiendo el bote de crema. Valentina la odió por eso pues la vista de su sexo había quedado cautiva dentro de la toalla, lejos de su mirada.

MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora