LA ABUELA SOLEDAD

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  Las Juliantinas bajaron las escaleras a toda prisa guiándose por el bullicio de los niños, los cuales la llevaron a la sala de cine encontrándose efectivamente con ese desastre que ambas habían vaticinado en cuanto los escucharon. Los tres infantes estaban teniendo una especie de guerra de almohadas y cojines.

  Tanto Valentina como Juliana se enternecieron con la imagen y hasta se emocionaron. Por diferentes motivos pero emocionadas al fin y al cabo.

  La emoción de Valentina era porque aunque como le había dicho a Juliana, en esa casa había vivido muchos momentos felices junto a su hijo, jamás había escuchado tanta algarabía, ni tantas risas ni tanta alegría. Para la loba la sonrisa de su hijo era lo mejor que existía, vivía por hacerlo feliz y que él se riera, pero jamás lo había visto tan pletórico. Jamás en su casa se había sentido esa dicha.

  Para Juliana la emoción aunque parecida, lo que más la emocionaba era ver a su hijo tan suelto, tan desinhibido saltando de un lado a otro huyendo de sus amiguitos por toda la habitación. Jamás había visto a Killian tan sociable y cómodo. Nunca antes lo había escuchado carcajear con tantas ganas hasta el punto de sostenerse su estómago de tanto hacerlo. Killian hasta estaba gritando cosas incoherentes pero dedujo que lo que intentaba decir era "Socorro" "Ayuda" "Paren" "Mamá" y un sin fin de palabras tanto en inglés como en español ya que estaba aprendiendo a hablar esa nueva lengua desconocida para él y, que dedujo que de tanto interactuar con Brandon y sus nuevos compañeros, era normal que se le pegara con bastante facilidad.

  Elaine también estaba en ese proceso de aprendizaje pero ella lo tenía más complicado porque era más grande, aunque sin duda también lo estaba aprendiendo y pasar tiempo con el hijo de Valentina la ayudaba de la misma manera que lo hacía con Killian. Más de una vez había visto a Brandon corregir de manera educada y cariñosa la pronunciación de ambos niños, incluso hasta les traducía al español algunas palabras nuevas para que ellos entendieran, y jamás, jamás lo había escuchado hablar inglés frente a ellos porque sabía que era de mala educación hablar cualquier idioma frente a personas que no lo entendían. Sin duda el niño era un amor muy bien educado.

  Las Juliantinas se miraron, se sonrieron y con sus miradas se confesaron lo que ambas habían estado pensado mientras observaban a sus hijos. También con sus ojos decidieron que era momento de unirse al juego de su niños y así lo hicieron. Se unieron a la fiesta, a la guerra de almohadas que esos pequeños terremotos estaban llevando a cabo.

  Obviamente las almohadas y cojines eran de un material tan suave y exclusivo que poco daño podría hacerles por lo que fueron duras y no se cotuvieron, repartieron parejo para todos y cuando se les unieron Eloy y Caridad que también se habían alarmado y desplazado hacia ellos en cuanto sintieron el bullicio, pues también recibieron su dosis de cojinazos por parte de todos.

  No había ningún team. Eso era un todos contra todos. Ahí no había enamoramientos, ahí los sentimientos no contaban, tampoco los lazos maternales o fraternales. Eso era la guerra y así se mantuvieron por al menos diez minutos llevando la guerra hacia otras instancias de la casa. No fue hasta que llegaron a la planta antes de la primera que la voz de Soledad los hizo detenerse. Ella no había podido dejar de dar vueltas en la cama. Estaba muy inquieta teniendo a esa mujer bajo su mismo techo. Estaba aterrada, no quería su vieja vida de vuelta, y aunque estaba decidida a decírselo a su hija, no había encontrado la manera correcta de confesarle esa amarga parte de su pasado. Pero también pensó que si le decía a Valentina quien era esa mujer realmente, ella misma la sacaría de su vida en un dos por tres.

Al igual que a todos los adultos la bulla de los niños la hizo salir de la cama para ver de qué se trataba, pero lo que menos imaginó era encontrarse a los adultos comportándose de esa manera tan infantil.

MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora