ESTA NO ES LA HISTORIA DE HABANA

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Actualidad:

-¡O me pagan ahora, o los dejo aquí!—todos los presentes comenzaron a quejarse. Estaban en medio del desierto, llevaban más de cuatro días caminando para poder llegar a la frontera con los Estados Unidos. No tenían comida, no tenían agua, se habían gastado todo el dinero que tenían y tampoco tenían fuerzas para seguir avanzando—¡Cállense! ¡Que se callen carajo!—exclamó a la par que pegaba dos disparos al aire. Todos se asustaron y se echaron al suelo. El coyote guardó el arma y continuó—no lo pienso volver a repetir, o pagan o me voy, ustedes deciden—dijo con despreocupación.

-no es justo—dijo algún o alguna valiente poniéndose de pie. El coyote se le acercó de manera amenazante llevado su mano a donde tenía guardada el arma y le habló
Coyote-cuál es tu nombre?—antes de terminar la pregunta ya tenía su arma en la mano, pero la valerosa persona ni se inmutó, estaba muy molesta
-Juliana Valdés—dijo con seguridad y firmeza, sin temblor en su voz a pesar que por dentro se estaba muriendo de miedo, y no por miedo a morir, sino por miedo que al hacerlo dejaría desprotegida a la persona más importante de su vida. El coyote pegó con fuerza el cañón de su arma en la sien de la chica. Luego miró a todos los presentes y habló.

Coyote-mírenla bien, recuerden bien su nombre, porque por su culpa ustedes se acaban de quedar sin coyote—todos comenzaron a rogarle al tipo que no los abandonaran, logrando que este carcajeara, que lo hiciera con verdaderas ganas, como si disfrutara con el dolor de las personas—ya ya ¡Ya! ¡Carajo!—despegó el cañón de su arma de Juliana y la empujó haciendo que esta cayera al suelo estrepitosamente—hagamos un trato, acepto no cobrarles nada más, pero solo si esta mujer se queda
Juliana-¡Kheee?!—se puso de pie pero el tipo la volvió a sentar de un bofetón. Ella rápidamente lo buscó con su vista y se dirigió hacia él, que se veía bastante alterado y a punto de echarse a llorar.

Coyote-¡Ultima vez que lo digo! Se van conmigo y la dejan a ella, o se quedan con ella y mueren de sed y frió—antes de terminar de hablar, más de la mitad de las personas habían aceptado. Cinco minutos después, solo cuatro personas se habían quedado del lado de la valiente Juliana—Andando! ¡Caminen antes de que se haga de noche y me arrepienta!
-chamo por favor, no sea así, es una mujer—dijo uno de los hombres que se habían quedado del lado de Juliana. Por su acento parecía venezolano, era muy común encontrarse con ellos en ese tiempo ya que la situación del país era insostenible. El coyote carcajeó—mire, sino lo quiere hacer por ella, al menos hágalo por el niño—se refería al pequeño moreno que Juliana tenía sobre sus brazos.

Coyote-¡Andando dije!—todos comenzaron a caminar como corderitos, pero el hombre que había defendido a Juliana caminó hacia él y lo empujó logrando que el tipo cayera al suelo
-¡Eres un hijo de puta aprovechado! ¡Todos ustedes son iguales! ¡Se las dan de buenos, pero son una maldita mierda que se aprovecha del sufrimiento y la desesperación de migrantes como nosotros!—el coyote se puso de pie le disparó en la cabeza, arrebatándole la vida al instante.

  Todos comenzaron a gritar, algunos a llorar y a implorar por sus vidas y la de los suyos. Juliana sostuvo mucho más fuerte al pequeño y le tapó los ojos para que no viera el charco de sangre. Torpemente con una de sus manos comenzó a limpiar un poco de la sangre salpicada sobre ella y el niño. Dos de las personas que se habían quedado del lado de Juliana se unieron al coyote. Con sus miradas le comunicaron a Juliana que lo sentían, pero que no se arriesgarían. Ella a pesar de estar en shock los entendía, no tenía nada que reprocharles porque quizá ella hubiera hecho lo mismo.

  Solo una persona se quedó a su lado. Varios minutos después, de que se le pasara la impresión de lo vivido, volteó su rostro y le habló
Juliana-no debiste quedarte, aún estás a tiempo de alcanzarlos, piensa en tu hija—la mujer suspiró, se acercó a ella y tomó al niño que Juliana tenía cargado en sus brazos ya que su hija era más grande y por ende era imposible que su madre la cargara. Recelosa Juliana cedió y permitió que la mujer cargara al niño, que increíblemente no se quejó
-es por mi hija que lo hago—Juliana frunció el ceño—no soportaría que el día de mañana mi pequeña me reprochara el haberte dejado sola en medio del desierto—miró a su hija que a pesar de estar en estado de shock le sonrió a su madre. La mujer le besó la mejilla y luego se dirigió a Juliana—la educación comienza desde la cuna, es bueno que lo tengas claro si quieres darle un buen ejemplo a tu hijo—Juliana no se lo podía creer.

MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora