MIAMI

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La Habana Cuba. Noviembre de 2020:

Valentina llevaba un buen rato sentada sobre la arena frente al mar como cada tarde de ese último mes. Estaba esperando a Juliana, la cual de las siete tardes que tenía la semana, había pasado al menos cinco de ellas junto a la rubia de cabellos rebeldes esperando el anochecer para contemplar a gusto las noches más estrelladas de la Habana.

No tenían una relación formal ni mucho menos, pero estaba claro que tenían algo muy parecido a un noviazgo. Se podía decir que estaban viviendo un romance idílico, uno hasta el momento sano y orgánico. Se estaban conociendo con cada atardecer mucho más, se estaban enamorando a toda velocidad con cada estrella que vislumbraban en el cielo, con cada estela que se hacía presente sobre ese firmamento desgraciadamente prisionero.

Se tenían muchas ganas, ganas en todos los sentidos pero ninguna quería apresurarse, ninguna quería dar un paso en falso y acabar con eso que tenían que apenas estaba comenzado.

Esa parte de la playa se había convertido en su lugar preferido, donde mejor y más libres se sentían. También era su lugar seguro. Allí solo eran Juliana y Valentina, simples chicas enamoradas la una por la otra. En ese sitio solo tenían cabida ellas y sus nacientes sentimientos. Sentimientos que aunque no estaban cien por ciento esclarecidos ni confesados por parte de ninguna de las dos, ambas eran consientes de lo que estaban sintiendo, o al menos de lo que podrían llegara a sentir la una por la otra en un futuro.

Habían llegado a una especie de acuerdo silencioso en que mientras estuvieran en la escuela se comportarían como si tan solo fueran compañeras de clases y, aunque eran consientes de que la atracción que sentían se podía palpar con tan solo estar a metros de distancia de ellas, pues creyeron que era lo mejor, que aunque la relación que tenían no era secreta, no había mejor manera de llevarla que manteniendo a todas las personas a su alrededor al margen.

Los besos no faltaban. Cada atardecer, cada noche estrellada y cada ola del mar que se estrellaba con ternura acariciando sus pies, eran testigos de cada beso tierno, lujurioso e intenso que ellas hasta ese momento se habían dado, de cada caricia dulce, sutil o descontrolada, de cada susurro ahogado, de cada gemido tímido o desinhibido, de cada confesión que se habían hecho, de cada deseo, de cada instante que marcaba el inicio de lo que en ese momento parecía ser la historia de amor más intensa de todas las historias de romances del mundo.

Valentina se sentía más en paz que nunca. Independientemente de que aquel lugar se había convertido en su sitio seguro, estaba orgullosa de aceptar que Juliana también era ese lugar seguro que solo en ella había podido encontrar. Juliana se había convertido en la primera persona que lograba tal cosa, que lograba calmarla sin tan siquiera proponérselo. Juliana era algo dulce, algo fácil de llevar, Juliana era su nueva y más genuina ilusión. La morena azteca le había regresado las verdaderas ganas de vivir, por Juliana ella sería y estaba siendo capaz de dejar todo lo malo de su pasado en el pasado porque con ella no hablaban de aquellas cosas malas que la herían.

Juliana la estaba haciendo sanar de viejas heridas del pasado precisamente porque no hablaban de nada más que de su presente, de eso tan hermoso que estaban viviendo, ni siquiera hacían planes a largo plazo, se enfocaban en el aquí y ahora. Valentina descubrió que en realidad ella no padecía de ninguna adición porque su vicio, su verdadera droga era Juliana y todo lo que esta representaba.

Valentina no estaba siendo precavida con respecto a sus sentimientos por Juliana, tampoco quería serlo. Si algo la caracterizaba era la intensidad con la que sentía, con la que vivía cada cosa de su vida por muy insignificante que pareciera. Era movida por la gran profundidad de sus sentimientos. Estaba claro que siempre había reprimido la mayoría de sus emociones hacia las personas, pero simplemente no podía ignorar ese latido que constantemente le deletreaba el nombre de la diosa indígena.

MUCHO MÁS QUE AMOR (Juliantina )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora