Cap. 9

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La caída fue dolorosa, pero no mas que escuchar y ver como su preciado arco era destrozado, su corazón se encogió y fracturo, lagrimas amenazaban con salir de sus ojos. Aquel arco era mas que un arma espiritual, era familia, una parte de ella, una reliquia que paso de generación en generación, su abuela se lo entrego, ella prometió cuidarlo, pero ahora lo veía romperse frente a ella.

El rabioso canino tiro el arma a un lado, lanzándose hacia donde ella estaba. Con dificultad se puso de pie, sintiendo su tobillo arder dolorosamente, sus ojos brillaron en rojo y su látigo se materializo, vibrando con furia para recibir el ataque. No se hecho atrás, blandió su látigo que se encontró con el cuerpo del perro, sacando su fuerza interna le golpeo, mandándolo a volar lejos.

El animal aulló de dolor, pero se puso de pie enseguida, listo para otro ataque, pero Li había usado mucho de su poder en un solo movimiento, sus brazos estaban rasguñados, y su pierna amenazaba con dejar de sostenerla. No tuvo que atacar otra vez, una espada atravesó la cabeza del animal que solo tenia ojos para ella.

La espada brillo en rojo, y con la rapidez que se incrusto en el cráneo del canino con esa misma salió, y Li siguió con la vista su trayectoria, para verla sostenida por Shenta. No hubo sonrisas ni asentimientos de cabeza, Shenta regreso su atención al campo de batalla, y Li no se quedaría solo viendo.

Hizo caso omiso a sus dolencias, lanzando su látigo de aquí y allá, atacando con furia, ella estaba molesta y dolida, solo podía pensar en su preciado arco ser destruido.

En un momento tanto Shenta como Li lanzaron sus respectivas armas al mismo objetivo, contrario a lo que creían, ambas esencias se mezclaron, entrelazándose entre sí, y provocando un explosivo ataque que los dejo sorprendidos, pero no había tiempo para sorprenderse por mucho, así que recuperando sus armas, continuaron peleando contra las hienas que mientras más eliminaban más llegaban.

Como si pudieran leerse la mente, empezaron a atacar en conjunto, y antes de darse cuenta estaban espalda contra espalda. Combinando sus movimientos, creando ataques fuertes que marcaron la diferencia.

Para Shenta no fue difícil darse cuenta que el nivel de Li iba bajando, y de forma disimulada se encargo de eliminar la mayoría de los objetivos, disminuyendo las posibilidades de ataque de Li, dándole momentos para reponer un poco de su energía.

El extraño silbido que ya se estaba volviendo familiar, se escuchó, y como era de esperarse, las hienas empezaron retirarse, solo tres perdidas sufrió el grupo de Shenta, pero las heridas eran cuenta aparte. Por suerte, los sanadores que viajaba con Shenta, se resguardaron bien, teniendo heridas superficiales, y tomando acción enseguida no había hienas a la vista.

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La noche había caído sin que lo notaran, una fogata ardía vivazmente, de la mano de Shenta una esfera rojiza resplandecía, brindando iluminación a Guxi, uno de los sanadores, quien ahora trataba las heridas de Li. Un poco de ungüento en los rasguños y mordeduras, y hierbas tibias alrededor de su tobillo, atadas por una venda blanca.

La mirada de Li estaba fija en la esfera en la mano de Shenta, no mostrando ninguna expresión de dolor mientras era curada.

¿Qué miras? Nunca habías visto una esfera de fuego ¿O qué?

¿Por qué tu esencia se combinó con la mía sin repelerse? —esta incógnita tenia a Li pensando desde que estaban en la batalla, solo que ahora, con la lucha terminada, podía darle importancia

Con el permiso de su Majestad, yo creo tener la respuesta —Guxi hablo, mientras terminaba de vendar la pierna de Li.

Habla

—Tengo entendido que su Majestad es descendiente de Zen Gi, y su Alteza, la Princesa de Guepardos, es una Zen. Aunque ya han pasado años, por las venas de su Majestad sigue corriendo la sangre Zen, misma que corre en abundancia por las venas de la princesa, de igual forma por sus meridianos corre el qi característico del clan Zen, aunque en su Majestad la esencia Zen esta bastante disminuida, sigue estando ahí, y esto es lo que hace posible que la esencia de su Majestad se combine sin problemas con la de la princesa.

¿Cómo es eso siguiera posible? Si bien es cierto que su Majestad tiene como antepasado a Zen Gi, ella vivió hace mucho tiempo. A parte la esencia de su Majestad es rojiza, mientras la mía es turquesa, propia de los Zen, no de los mestizos.

—Créame su Alteza, que si es posible. Aunque hayan pasado muchos años, los genes de Zen Gi siguen presentes, ella se los paso a sus hijos, y sus hijos a los suyos y así sucesivamente, no son tan fuertes pero están presentes en su decendencia, sin importar el número que sea. Y pasa lo mismo con la esencia, nuestro qi primario es pasado por nuestros padres, y luego se combina con el qi propio que formamos al entrenarnos, pero la esencia de nuestros padres sigue ahí, en menor cantidad, y al igual que los genes, se va pasando de generación en generación, siempre presente, aunque en poca cantidad. El hijo de Zen Gi, el antepasado de su Majestad, se caso con un Nerida, y la única Zen en el árbol familiar, ha sido Zen Gi, pero esto no evita que su esencia siga presente en sus descendientes. Y como suele pasar, las esencias son compatibles entre familia, sus qi se reconocen como parientes y esto hace que sean compatibles.

Simplemente Fabuloso —Li se puso de pie, con una sonrisa burlona en la cara —me pregunto si el antiguo emperador Nerida, aquel que mancillo a nuestras doncellas y lleno de vergüenza nuestro clan, sabia este dato, supongo que sí. Debió de saberlo y por eso secuestro a las doncellas Zen.

Princesa Zen, modere su noto, recuerde frente a quien esta y a quien está ofendiendo

¿Dije algo ofensivo Su Majestad? Si me pregunta a mí, no creo haber dicho ninguna mala palabra, ni usar palabras despectivas, ni...

No hace falta que las diga Princesa Zen, seria el colmo que combinara su irrespetuoso tono con palabras. Pero se lo dejare pasar ya que esta herida, y supongo que exhausta, así que descanse.

¿O me lo dejara pasar por qué sabe que tengo razón? Su antepasado, con cuyo nombre no me ensuciare la boca, fue un vil hombre que se robo a dos doncellas Zen, las mantuvo cautivas, y nunca dio la cara.

Shenta apago la llama en su mano, y se fue, no tenía ánimos de discutir, y quizás en el fondo reconocía que nada de lo que digiera ayudaría, después de todo lo dicho por Li era verdad, y él también tenía vergüenza de mencionar el nombre de quien consideraba había manchado el apellido Nerida y al Imperio Wanna.

Guxi le reverencio antes de irse también, poco después uno de los guardias se acerco con un poco de agua y sopa medicinal, y una manta, pero lo más cortes que pudo, Li rechazo lo que se le ofrecía, y prefirió meditar hasta el amanecer.

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora