Cap. 26

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No faltaba mucho para que el sol saliera. En un campamento improvisado, Li ultimaba los últimos detalles para su ataque, ya vestida con una ligera armadura plateada.

—Entonces ya está todo listo, recuerden no adentrarse de más, debemos mantenernos en línea segura. Este solo es un movimiento de prueba, no es para exterminar solo para recoger información y demostrarle que no seremos vencidos por ellos, cuando se dé la señal todos debemos reunirnos aquí, no perdonare a quien se sacrifique.

No eran las palabras más motivadoras del mundo, pero los allí presentes entendían el sentimiento de Li.

Ya con todo listo cada grupo partió a su destino.

—Todavía estamos a tiempo de retroceder —Cheng dijo al lado de Li, pero esta solo lo miro, llevo su vista al cielo, terminando su plegaria con un suspiro seguido de una sonrisa.

Cuando el sol comenzó a asomarse entre las montañas, Li levanto su mano y al bajarla las flechas decoraron el cielo, chocando con una barrera invisible, que tomo un ligero color grisáceo por poco segundos.

—Una barrera, debí suponerlo. —el látigo de Li se materializo, estrechándose de forma repetida contra la barrera que no tuvo de otra que ceder.

Las hienas ya habían empezado su formación, la segunda lluvia de flechas pudo caer en territorio enemigo. De cuatro puntos diferentes, cuatro pequeños grupos dieron unos pasos al frente, recordando que no debían ir muy adentro.

El silbido sonó fuerte, siendo imposible no escucharlo, la formación opuesta no tardo en formarse, hienas y enormes lobos se lanzaron al contraataque, haciendo alarde de su muy mejorada velocidad. Al estar frente a frente, Li dejo por un momento su látigo para empuñar su espada, las flechas dejaron de caer, y los arqueros descendieron a dar apoyo desde dos puntos que no habían sido cubiertos.

Las nubes negras empezaron a agruparse a gran velocidad, ocultando el sol y sumiendo el lugar en oscuridad, la temperatura se enfrió, algunos rayos aparecieron y Li siguió su curso con la vista, a través de la oscuridad pudo distinguir unas figuras que eran el objetivo de los rayos. Su mente trabajo a gran velocidad para descifrar el siguiente movimiento.

—Esto es nuevo —dijo para sí misma antes de gritar una alerta para sus compañeros.

Como si aquellas personas supieran quien era ella y que era la cabecilla de aquel ataque, dirigieron el suyo en su dirección, fue en segundos, pero Li logro esquivarlo.

Un enorme rayo atravesó el campo, dejando una gran zanja como evidencia, y desintegrándose al chocar con la pared montañosa detrás.

Entre sorprendida y asustada, Li paso un rápido conteo sobre sus compañeros, suspirando al comprobar que todos estaban bien. Con un estallido de su poder les dio a entender que era hora que se retiraran, dudaba que volvieran a correr con suerte si se repetía un ataque igual, y aunque lo conocía y sabía de sus consecuencias no sé confiara.

Pero una retirada no sería del todo fácil, no podían darles la espalda a sus enemigos que no se las dejarían fácil. Con un poco de horror observo como la barrera volvía a reconstruirse de forma lenta. Pretendían atraparlos dentro, una suerte que no se habían adentrado demasiado.

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—Si se me permite ser honesta, considero el actual de la Princesa Zen muy impulsivo, ¿Qué tal si cae en una trampa? Debería de pensar un poco en sus guardias. —Shenta se estaba preparando para salir con el segundo grupo que le prometió a Li, cuando llegaron algunos de sus invitados, a quienes les había dicho la noche anterior lo que planeaba Li. Claramente hubo muchas opiniones, siendo la mayoría las que calificaban a Li como impulsiva y demente.

—Su Majestad, no debería molestarse en ir allí, este plan suicida es de ella, que ella sola se las arregle. Ni siguiera debió facilitarle hombres —los hermanos Yara se habían acercado a él, aunque no estaba del todo de acuerdo con las recientes palabras de la Princesa Yara, sus opiniones eran mucho más pasables que las de su hermano, quizás porque ella le gustaba un poco, y aunque debía disimularlo no estaba obligado a que Yara Uxier le agradara.

—Puede que la Princesa Zen este en peligro —el tono utilizado por Yara Zuli era de genuina preocupación, a diferencia de Shenta y Uxier ella se encontraba de frente en dirección donde se libraba la batalla, pudiendo ver como todas las nubes negras del cielo se agrupaban en un solo lugar, y como el día que ni siguiera empezaba del todo se oscurecía.

Shenta se giró, viendo él también el cambio de ambiente, y sintiendo el para nada buen augurio. —Los que ya están listos parten conmigo enseguida, los que faltan que nos sigan lo más pronto posible.

No se detuvo a esperar nada más, ya se encontraba listo, fue seguido rápidamente por Kun, y este por los hombres de Wanna. Los pocos reyes que habían decidido unirse se apresuraron también, y al ver como su hermana se unía al próximo en grupo partir, Uxier no tuvo de otra que prepararse también, debía cuidar de su hermanita. 

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora