Cap. 14

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La barrera de Guepardos había caído, y Li no perdió tiempo para tomar un caballo y cabalgar con prisa hacia su hogar, dejando a Cheng atrás, quien olvidando su pavor a los equinos también tomo uno y siguió a toda prisa a la princesa.

Shenta entendió y dio su orden de seguirlos, Li les había ayudado, así que podían dejar de lado los rencores entre reinos por un momento, era momento de unirse pues tenían el mismo enemigo.

Cuando Li llego al limite del reino, la barrera terminaba de caer, unas espesas nubes negras comenzaban a cubrir Guepardos, y los característicos aullidos de las hienas presagiaban horror.

Estos animales poseídos ya habían llegado a la ciudad, encontrando a muchos que les hicieron frente, y también a muchos que cayeron pronto en sus garras y mandíbulas. Li se detuvo, congelada, su rostro reflejaba el terror que la invadía, uno de sus temores se hacía realidad, y ningún escenario imaginado le hacia justicia a la realidad.

¿Li? —la voz de Yuna, la saco de su estupor, esta se veía agitada, y pronto la envolvió en un rápido y corto abrazo— O por Dios Li, no sabes lo preocupada que estaba

Lamento mucho el hacerte preocupar, pero ya tendremos tiempo

Tienes razón, estoy llevando a los que puedo a la academia, allí los mantendremos protegidos mientras los que pueden pelear nos defienden.

Bien, cuídate mucho

Tú también, mantente a salvo.

No respondió, porque mantenerse a salvo ante un ataque no era una realidad visible para ella. Lanzando sus temores al fondo de su mente, su espada brillo en su derecha y su látigo resplandeció en su izquierda.

Shenta no tardo en llegar, Guepardos no era un reino con mucho terreno poblado, solo una ciudad un tanto amplia, desde su lugar podía ver casi completamente el reino, y el caos que ahora lo sumía, mas hienas llegaban, muchos caían, sangre y cuerpos, incluso un poco de fuego comenzaba a propagarse.

Las hienas estaban por todo el lugar, las nubes negras ya cubrían la ciudad, restándole luminosidad, el ambiente demasiado frio, y en el aire la toxicidad del resentimiento.

Sin pensarlo mucho se lanzo a pelear, eran pocas las personas comunes que quedaban fuera del refugio, y él se encargo de ayudarles a llegar, eliminando a cuanto enemigo encontrara.

Los pobres animales que no fueron resguardados cayeron víctimas del resentimiento, levantándose poco después con sus ojos rojos y enloquecidos.

Un día entero duro la batalla, al anochecer refuerzos de Wanna llegaron a Guepardos, y poco después de la medianoche la barrera volvió a levantarse. Con el enemigo atrapado dentro, fue más fácil eliminarlo.

Con los primeros rayos de sol, Li tuvo un vistazo de la apariencia de su tierra, un sabor amargo instalándose en su boca, y su corazón agrietándose. Había perdidas, que pensó pudieron evitarse si hubiese estado allí, si hubiese llegado a tiempo. Sus ojos se llenaron de lagrimas que no se atrevió a derramar, sumida en su dolor no noto a quienes la miraban fijamente, por razones y con sentimientos muy distintos.

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora