Cap. 2

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Li dio un largo suspiro, decepción y frustración se reflejaban en sus ojos.

¿Cómo paso esto tan rápido?

Fue ello por ellos mismos —le respondió uno de sus amigos, que era también uno de los hombres bajo su mando.

El ataque a los reyes fue bastante llamativo, atrayendo mucha atención, y claramente la pandilla de Li acudió al lugar, solo para ser rápidamente dirigidos por Cheng en persecución de los que huyeron, pero tomando una ruta diferente a la de Li, por esto no se encontraron con ella en el camino y llegaron primero que ella. Solo para encontrar los cuerpos sin vida de todos los rebeldes.

¿Huyeron para quitarse la vida en lo profundo del bosque y en los límites entre el Reino de Guepardos y el Reino de Lotos? —los hombres frente a ella se miraron unos a otros, dándose cuenta de este detalle, puede que alguien se le adelantara —Tomen los cuerpos y regresemos, no hay caballos así que lo haremos a pie, con suerte llegaremos antes del anochecer.

Eran nueve cuerpos y ellos eran once, doce si contaban a Li, y ella junto a los otros dos restantes fueron como guardias, Li al frente, y los otros dos detrás.

Habían avanzado un buen camino guando Li los hizo detenerse, agudizo sus sentidos, algo se sentía mal en el ambiente, demasiado silencio, y esa sensación de ser observada que ella conocía a la perfección. Cheng fue el primero en lanzar el cuerpo al suelo y sacar su espada y salir al encuentro de uno de los animales que salió de entre los árboles, lanzándose hacia ellos.

Este era solo un par, y fueron rápidamente aniquilados sin que Li moviera un dedo. Ella se acercó a uno de estos animales, no le costó mucho descubrir la especie que eran

¿Hienas? ¿Por qué hay hienas de este lado?

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Cada guardia que se topaba le daba una reverencia que ella respondía con una pequeña sonrisa, sin detener en ningún momento sus pasos, hasta que llego a aquella puerta doble de color bronce, respiro profundo antes de asentirle a los guardias para que la abrieran y anunciaran su presencia que era esperada.

No había llegado bien a la ciudad cuando se le informo que su presencia se requería con urgencia en el palacio. No sé preocupo, sabía que sería llamada, solo se sorprendió de lo rápido que fue y se sintió frustrada al no poder descansar ni un segundo.

¡Hija poco filiar e ingrata! ¡¿Así pagas todo lo que hacemos por ti? —fue recibida con estas palabras más una bofetada que hizo girar su rostro.

Pasando su lengua por sus labios, lamiendo la pequeña cantidad de sangre salida de su labio ahora partido, resulta que la reina nunca media su fuerza cuando de ella se trataba.

Su Majestad, no pregunto por su salud pues obviamente se encuentra en perfecto estado, ahora bien ¿No está siendo impulsiva al reaccionar así? Realmente quiero escuchar por qué soy una hija poco filiar e ingrata.

¿Tienes la cara para preguntarlo? —desde su trono el rey habló, sentada a su lado, la princesa heredera.

Su Majestad, disculpe mi insolencia al no saludarle enseguida entre

Resérvate tus falsos modales para luego, aquí, en esta habitación, solo estamos nosotros cuatro. —la reina se dirigió a ocupar su lugar al lado de su esposo, dejándola a ella sola, fuera del marco familiar. —Y agradécenos que no estas en el calabozo o bajo arresto domiciliario.

Li se acercó más al centro, las manos detrás de su espalda, esa sonrisita que sus padres y hermanas destetaban decorando su rostro, y su tono hostil, insolente, según ellos.

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora