El amanecer encontró a Li despierta, apenas y tuvo pequeños lapsos de sueño durante la noche, su mente la atormentaba con la posible relación entre la Princesa de Lotos y Shenta... y como se odiaba por ser tan débil. Debía partir pronto de allí, quizás la distancia borraría su amor, todavía conservaba esa esperanza.
Por lo menos el resto del día pudo ocupar su mente, pues después del desayuno la reunión del día anterior se reanudo, con el mismo desenlace, nadie quería arriesgarse, pero tampoco podían encontrar información importante, o desarrollar algún plan de ataque valido.
La sangre analizada no trajo nada importante, más que la presencia de ciertas hierbas.
Li se sentía frustrada, y no soportaría un día más allí, así que estaba decidida a actuar, siendo la única.
—Su Majestad, me concede un momento —la noche ya había caído, todos se dirigían a cenar, pero Li no se quedaría para ver otro amanecer, así que sintiendo un nudo en su estómago se acercó a Shenta, quien luego de disculparse con Zuri, se dirigió de regreso al salón.
—¿Qué desea Princesa Li?
—¿Recuerda su Majestad lo que dije cuando nos vimos hace unas semanas?
Shenta guardo silencio un momento, buscando en su mente hasta encontrar las palabras de Li —¿Sobre atacar?
Li asintió —discúlpeme, pero creo que aquí solo estamos perdiendo el tiempo, con un ataque recaudaremos más información que con estas reuniones sin rumbo.
—¿Estas consciente de los riesgos de realizar un ataque a ciegas? Es poco lo que sabemos de ellos, no podemos ir allí y simplemente atacar
—No es como que se atacara a lo loco. Ellos no se esperan que tomemos la iniciativa, así que los encontraremos con la guardia baja, eso nos permitirá obtener o estar más cerca de una ventaja. Se que es un plan arriesgado, ni usted ni ningún otro reino tiene que asumir la responsabilidad.
—¿Estás decidida a atacar? Solo me lo comentas ¿cierto?
—Cierto, no puedo quedarme aquí a esperar, ya van dos días perdidos, para mi son suficientes. Partiré esta misma noche, me reuniré con parte de mi equipo, si todo sale como lo planee, atacaremos al amanecer. Así que me despido de su Majestad, cuando lo vuelva a ver espero traerle nuevas noticias.
—Parte con algunos de mis hombres, otro grupo se unirá a ti mañana
—No es necesario...
—Lo es, sé que no son tantos los que están bajo tu mando, así que acepta la ayuda, después de todo nuestro norte es el mismo.
Tragándose su orgullo, decidió aceptar, pues unas manos de más no le venían mal— agradezco la ayuda de su Majestad.
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El Diario de una Reina Amada
FantasiÉl fue un buen rey, pero no fue un buen esposo para ella. Ella le amo, a pesar de solo recibir desprecio. Él sintió afecto por ella, pero nunca amor. Ella se fue sin arrepentimientos. Él tuvo que quedarse con los sentimientos de culpa. Él sabe que...