'Después de esta noche, espero no volver a verte nunca, las deudas entre nosotros han sido saldadas, no vuelvas a aparecer cerca mío, esto no es una amenaza vacía, princesa Zen.'
El látigo impacto con fuerza contra los blancos de madera, el recuerdo de aquella noche se mantenía fresco en su mente, atormentándola a cada segundo. Ya tuvo la ilusión del primer amor... y el dolor del corazón roto.
—Sabía que te encontraría
Yuna llegó a su lado, viéndola recriminatoriamente —Necesitaba aire fresco
—Se nota que obtienes mucho aire fresco sobreesforzándote y sudando a mares
—No es algo de todos los días
—No lo era queras decir, porque ahora es algo de cada segundo. Pero no vine a regañarte, hay un mensaje para ti, es del Reino de Lotos, desean que te encuentres con ellos.
La sola mención de ese reino le dio algo de alegría, no se demoró en estar lista y partir a Tierra de Nadie, pero debió suponerlo, las cosas buenas no estaban hechas para ella.
—Lo sentimos mucho, hicimos todo lo que pudimos, pero no fue posible restaurarlo.
La brisa fría sacudió sus cabellos, ella no despego la vista de la caja en sus manos, dolía, dolía mucho.
—Entiendo... de todas formas gracias por intentarlo
Una reverencia de agradecimiento y luego otra de despedida. No regreso a casa, sino que logro escabullirse al palacio. Desde el incidente con Shenta se había ido de allí y no había regresado hasta ahora, había estado buscando desde mucho tiempo una entrada a la parte trasera, a ese lugar donde descansaban las personas que le enseñaron lo que significaba la palabra amor.
Cayo de rodillas, y las lágrimas no tardaron en salir, les había fallado.
Recuerda siempre ver a su abuela atesorar esta arma espiritual, y la ilusión con que se le fue entregada, prometió cuidarla pero había roto su promesa, su precioso arco había sido roto, sin poder ser reparado.
—Abuelo, abuela... realmente lo siento tanto, falle en cuidar su tesoro, no sé con qué cara les mirare cuando nos volvamos a ver.
El llanto corto sus palabras. Allí se permitió llorar desconsoladamente, como no lo había hecho en todos estos días, dejo salir todo el dolor que sentía.
La noche cayo, la temperatura más fría, un rayo de luz lunar la cubrió, brindándole un poco de calidez, sus ojos rojizos se fijaron en las dos lapidas frente a ella, una pequeña sonrisa se plasmó en sus labios.
—Es de locos pensar que están aquí, junto a mí, dándole respuesta a mi dolor. Como los extraño... como deseo que podamos estar juntos, como deseo ir hacia ustedes, no sé porque me aferro a esta vida —en ese momento recuerdos con Cheng y Yuna, llegaron a su mente, con sus otros amigos, con los miembros de su grupo, todas esas aventuras vividas— quizás si lo sé, no estoy sola, así como tengo personas que me rechazan, tengo otras que me aman, por ellos sigo aquí, por ellos debo vivir.
Con un poco más de ánimos y deseos de vivir, saco su espada, cavando en medio de las dos tumbas, antes de depositar la caja se permitió abrirla, mirar y acariciar por última vez aquello que una vez fue su más preciada arma, su hermoso arco que dejaba ir. Lo enterró allí, en medio de sus dueños, de los que nunca debió separarse.
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El invierno se estaba haciendo notar con fuertes nevadas, tiñendo casi todo de blanco.
Sus pasos quedaban marcados, el viento era soportable, su cabeza estaba cubierta por un grueso gorro a juego con el abrigo y los guantes que llevaba.
Llego a su destino, a esta altura el frio se sentía más, una reverencia le fue dada
—Tienes que ver esto —la voz del chico sonó baja, haciéndole una seña para que se acercara, la duda la invadió unos segundos, pero la descarto enseguida, acercándose, viendo por fin lo que él otro veía: más allá de la montaña, la gran explanada estaba cubierta por espesas nubes negras y una ligera neblina, a través de la cual podías ver un gran número de animales.
—¿Qué...es?
—Magia oscura... y una enorme manada de hienas, custodiada por enormes lobos.
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El Diario de una Reina Amada
FantasyÉl fue un buen rey, pero no fue un buen esposo para ella. Ella le amo, a pesar de solo recibir desprecio. Él sintió afecto por ella, pero nunca amor. Ella se fue sin arrepentimientos. Él tuvo que quedarse con los sentimientos de culpa. Él sabe que...