Cap. 27

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Decenas de siseos fueron sentidos por Li, haciendo que sus labios se curvaran en una media sonrisa que desapareció rápidamente, mientras se giraba bloqueando con su espada aquel ataque, escucho como la hoja crujía al romperse por la fuerza contraria, misma que la hizo retroceder y chocar con la montaña rocosa detrás.

La espada de Cheng fue en su auxilio, permitiendo que se librara de aquella fuerza. Su látigo se materializo, haciéndole retroceder. Li vio con satisfacción como la barrera terminaba de cerrarse, su satisfacción desapareció al ver cómo era atravesada como si nada por las hienas.

La oscura figura fue vista por ella, de pie en el límite contrario.

Temiendo el mismo resultado que con su arco y su espada, bloqueo aquel ataque con una rápida barrera, que la hizo apretarse más contra la pared, una bocada de sangre fue escupida por ella. Sacando fuerzas ocultas fortaleció su barrera, y pudo pararse derecha. Una enorme serpiente tomo forma a su costado, la cola golpeando con fuerza aquel rayo de energía que presionaba a su dueña.

Ahora libre del ataque, el látigo volvió a Li en su forma de arma espiritual. El cielo adquirió un poco de claridad gracias a las flechas de fuego que debilitaron la barrera. Li sonrió aliviada, y aprovecho para lanzar su látigo hacia su contrincante, quien lo esquivo con facilidad.

La barrera ahora volvía a estar en el suelo, con refuerzos Li no se apresuraría a terminar aquella lucha, pero los rayos volvieron a hacerse presentes. Como si fueran una sola mente, Cheng llego a su lado junto a algunos de sus compañeros de Guepardos, brindándole protección. Dicho movimiento fue captado por Shenta quien lo comprendió al ver como otro par de rayos se dirigían esta vez a Li, quien mordía sus labios mientras se apresuraba a realizar los movimientos, igualando a sus enemigos.

Su ataque estuvo listo solo segundos después, encontrándose ambos rayos, provocando una gran explosión que mando a volar a Li, quien fue sostenida por Shenta, quien al verla se apresuró a pasarle de su energía espiritual. La respiración de Li era uniforme, y sentía que podía desmayarse en cualquier momento.

—Retirémonos —fue su susurro a Shenta, quien con una mirada a unos de sus hombres dio su orden, debían de retirarse lo más rápido posible.

Sus enemigos no les dejarían irse rápido, Li quiso volver a la batalla, pero al separarse del agarre de Shenta, su cuerpo colapso, siendo atrapado por uno de sus compañeros que la seguía de cerca. Por órdenes de Cheng, este se apresuró a llevarla lejos de allí, mientras ellos continuaban dándole la batalla a las hienas, misma que se alargó más de lo esperado.

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El sol ya brillaba en lo alto cuando llegaron al campamento improvisado. Un par de sanadores habían permanecido aquí mientras los guerreros se iban a la batalla, algunos heridos ya estaban siendo tratados, y los recién llegados fueron atendidos de inmediato.

Li descansaba en una pequeña tienda, no había vuelto a despertar, le habían transferido energía espiritual y sus heridas externas fueron tratadas, pero aún no despertaba, había agotado sus reservas con ese último movimiento. Y esté era ahora el tema de conversación, todos vieron que fue el mismo realizado por el enemigo, y comentarios de sospecha se empezaron a escuchar, por alguna razón las intenciones de Li siempre eran malpensadas, ella siempre era tratada como enemigo cuando no lo era.

—Este es un tema que trataremos luego, cuando la Princesa Zen despierte, mientras tanto concentrémonos en descansar, es obvio que nuestros enemigos pronto estarán atacando —Shenta habló fuerte

—¿Y a quien debemos de agradecer por esto? La Princesa Zen no debió ser tan impulsiva y atacar, aún teníamos tiempo para prepararnos —Uxier dejo ver su descontento, y Shenta estaba cada vez más harto de él.

—¿Y cómo lo ibas a hacer? —la mirada de todos se dirigió al mismo sitio, Li se veía pálida, aunque estaba despierta y de pie, era muy claro que seguía muy débil—. Estoy empezando a creer que estás ocultando algo y quieres usarme como chivo expiatorio

—¡¿Cómo te a través a acusarme?!

—¡¿Cómo te a treves tú a hacerlo conmigo?! Pero déjame decirte que es hora de que me agradezcas porque gracias a mi impulsividad tendremos un poco de claridad sobre a que nos enfrentamos

—Si su osadía ha tenido buenos resultados, estaremos honrados de que los comparta —uno de los reyes que tampoco simpatizaba con Li, habló

—Los compartirá cuando estemos en el palacio —Shenta volvió a hacer notar su voz con autoridad —Princesa Zen, por favor vuelva a descansar, partiremos cuando baje el sol

—¿No es eso mucho tiempo?

—Es tiempo suficiente para que reponga energías, y los heridos estén listos —Shenta se acercó un poco más a ella— permíteme agradecerte y felicitarte, no hubo pérdidas de nuestro lado, y sé que es gracias a tu liderazgo. Aunque no recordare estas palabras después, y mucho menos las repetiré, permíteme decirte que serás una gran líder algún día. 

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora