—Esto es una carta del Reino de Guepardos, el mensajero dijo que es de suma urgencia que su Majestad la lea
—¿Del Reino de Guepardos? ¿Qué puede haber en ese reino que sea de mi interés?
Habían pasado semanas, semanas en las que Shenta no había sabido nada de Li. Esa noche la había dejado allí, y al otro día sin que el sol terminara de salir partió, se había volcado en su reino, pero mentiría si dijera que nunca pensó en ella, para su pesar lo hizo algunas veces, cuando estaba cerca de la frontera, cuando escuchaba algún alboroto, cuando escuchaba sobre el ataque de las hienas, era de su conocimiento que Guepardos se había vuelto un blanco para las hienas también, y llego a temer por ella pero recordó lo tenaz que era, la elegancia de sus movimientos, la fuerza de los mismos, ella estaría bien y él debía dejar de sentirse culpable por algo que no comprendía del todo, y dedicarse a su reino.
El guardia seguía frente a él, extendiéndole la carta, estuvo a punto de negarse a leerla, cuando algo lo detuvo, solo era una carta, una de Guepardos, así como podía ser de Li, también podía ser de Mei.
Aún con renuncia se acerco y la tomo, no era una carta llamativa, pero estaba cubierta de energía espiritual, era leve casi pasando desapercibida pero ahí estaba, podía sentirla y reconocerla. Ante esto fue inevitable que se encendieran las alarmas, más allá de sus diferencias con Li, ambos tenían un enemigo en común.
Se apresuro a leer la carta, su preocupación bajo, no era un pedido de auxilio, no tenia mucha información, solo le pedía que fuera a un lugar.
La duda lo invadió, pero ella se había tomado molestias para enviar esta carta bien resguarda, en ella decía también que quería hablar de algo importante, podía haber muchas cosas importantes para Li, pero contadas las que serian importantes para ambos.
Tomo algunos guardias y decidió partir al día siguiente.
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En la noche había nevado un poco, pero siendo lo suficiente para que el camino no fuese fácil. Los caballos quedaron al pie de la montaña, Shenta continuo solo acompañado de cuatro guardias más.
Les tomo su tiempo llegar, en la cima no estaba Li, pero si dos discípulos Zen, aunque llamarlos discípulos de Li seria mas verídico. Ellos le pidieron que se acerca, cuando sus distancias, sabían que no debían acercarse al emperador.
Al ver la vista un sabor acido se adueño del paladar de Shenta.
—Tuve una reacción similar cuando le vi por primera vez —ahí estaba ella, se veía igual que siempre, solo que con más capaz de ropas. No se acerco a él, mantuvo su distancia— pensé que no vendría su Majestad
—¿Qué es? —pregunto después de unos segundos. Al ver al frente no pudo ver la triste sonrisa en el rostro de Li.
—Es un asentamiento de hienas y lo que parecen ser lobos mutados, no las contamos pero parecen ser miles. Y esas nubes están más espesas que ayer.
Su vista no era la más clara pero podían diferenciar las hienas en el vasto valle, algunas criaturas más grandes se dejaban ver en menor cantidad. Para una persona normal sería difícil darle forma a los incontables puntos oscuros que veían, pero gracias a su poder espiritual podían tener una vista más detallada, aunque todavía no era suficiente.
—¿Qué hacen allí?
—Es una gran pregunta, lamentablemente no tengo una respuesta clara, solo puedo decir que antes de la batalla los soldados se agrupan.
—¿Crees que están planeando un ataque?
—Estoy casi segura de ello, antes no estaban ahí, y si lo estaban lo hacían bien ocultos
—Pero se han dejado ver ahora, crees que es algo accidental, o que deseaban que lo descubriéramos
—Prefiero creer que es accidental, llegamos aquí por accidente, un grupo se vio superado por las hienas, y huyo montaña arriba, así descubrió esto. Solo lo sé yo, ellos, y ahora usted. Nuestros reinos son los que más cercan están, pueden estar planeando un ataque a alguno de los dos reinos, o a ambos. Así que su Majestad, le parece que dejemos nuestras diferencias aparte, y trabajemos juntos en contra de este todavía desconocido enemigo, yo he seguido con mi investigación, me gustaría compartir mis hallazgos con usted, y que juntos encontremos una solución.
Un enemigo en común era lo que tenían, él era un Emperador, y ella una princesa con madera para reina, ambos darían lo que fuera por sus tierras, él podía fingir conocer los sentimientos de ella, siempre y cuando no intentara nada.
—Puedo hacerlo, pero espero tener su palabra de que no era intentos de que esto pase a algo íntimo.
—Seremos compañeros de batalla, lo tengo claro, no tiene de que preocuparse, no me interesa obtener nada más de usted —Shenta la vio con algo de sorpresa, tanto su voz como su mirada era la de alguien decidida.
Ella no tocaría ese tema, y él mucho menos.
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El Diario de una Reina Amada
FantasyÉl fue un buen rey, pero no fue un buen esposo para ella. Ella le amo, a pesar de solo recibir desprecio. Él sintió afecto por ella, pero nunca amor. Ella se fue sin arrepentimientos. Él tuvo que quedarse con los sentimientos de culpa. Él sabe que...