Cap. 43

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Las hojas comenzaron a dejar desnudos los árboles, las temperaturas descendían cada vez más, las barreras de algunos reinos cayeron, muchos perdieron la vida, otros solo perdieron alguna extremidad.

Shenta pudo lograr que la batalla mayor se concentrara en un solo lugar, los pueblos mas cercanos fueron ocupados por los guerreros y por los curanderos de todo el imperio de Wanna, sumándose a ellos algunos reinos independientes, Guepardos en su fila.

Con la llegada del invierno Li no soporto más la incomodidad que cubría su corazón, y salió de su reclusión. No mentirse, era imposible lograr en meses lo que le costo años.

Dos jóvenes sirvientas la saludaron enseguida salió, no respondieron ninguna de sus preguntas, la condujeron a su casa, la ayudaron a darse un baño, y luego la observaron comer.

—Ya he terminado ¿Se encuentra su majestad en el palacio? ¿Puedo verle?

—Mi hermano no se encuentra, pero yo creo poder responder las preguntas que has de tener —Maya, la hermana mayor de Shenta, entro al lugar, había algo diferente en ella, y no fue difícil para Li descubrirlo, pues su vientre se encontraba bastante abultado— Princesa Zen ¿Cómo se encuentra? Ha salido mas pronto de lo esperado

—¿Cuánto tiempo he estado recluida?

—Casi cinco meses, pensé que le tomaría más tiempo

—cuatro meses —Li susurro para sí misma— ¿Qué ha pasado en estos cuatro meses?

—Cosas buenas y cosas malas. En las antiguas tierras del Imperio de las Hienas se ha concentrado la batalla, Wanna lidera, obviamente mi hermano está a la cabeza.

—¿Y Guepardos?

—El reino esta bien, sus principales guerreros también están en el campo de batalla, y los demás custodian el reino, no tienes de que preocuparte tu hogar está a salvo.

Pero esas palabras no le brindaron aliviaron la incomodidad de su corazón.

Así que después de pensarlo tomo la decisión de ir hacia Shenta, decisión a la que Maya se negó rotundamente, y Li pudo darse cuenta de la insistencia de la otra por que se quedara en aquella habitación, y supo la razón cuando dos días después de salir de reclusión recibió otra visita.

Quien ante ella se presentaba era alguien que conocía, a quien había visto crecer: Zen Mei, su hermana menor, vestida con túnicas anaranjadas, llevaba una sencilla corana en su pelo, sus manos no se alejaban mucho tiempo de su pequeño vientre.

Fue doloroso para Li enterarse de que Shenta se había casado con su hermana, y como si esto fuera poco, Mei estaba embarazada de poco más de dos meses. Un trago demasiado amargo para ella, tanto que una vez sola, vomito todo lo que había comido en el día.

Los siguientes estuvieron cargados de tensión, Mei se había ganado a casi todo el palacio, y el pueblo de Nir la adoraban. A ella la tenían como una tierna e inocente princesa que se había sacrificado en busca de protección para su reino, y a Li como una astuta mujer que había tomado un lugar que no le pertenecía, engatusando de alguna forma a su emperador, el porque de esto era desconocido para Li, pero no para Mei, quien tenia historial manipulando las cosas a su favor.

Odiaba a su hermana, y se había tomado como propósito de vida tomar todo lo que la otra tenia, y destruir lo que amaba.

—Dae, quiero que prepares un caballo, no puedo seguir aquí haciendo nada

—Pero mi señora

—Por favor, no soy necesaria aquí, me volveré loca si sigo pasando los días encerrada aquí, volver a recluirme esta fuera de discusión, necesito ir al campo de batalla, sino puedo luchar, por lo menos puedo ayudar a los heridos.

Sintiendo lastima por su señora, Dae hizo los preparativos, sabía que los días de Li en el palacio eran un desastre, pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, evitando las miradas que recibía, miradas que no eran nada amables.

El Diario de una Reina AmadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora