Capítulo 25.- El cumpleaños. (2/2)

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Narra Jess.


Hacía un par de horas que estaba en casa de los gemelos, y pensé que ya era hora de que Ryan fuese a vestirse para la fiesta.


-Ryan. -Lo llamé.

-Dime.

-¿Por qué no vas y te pones la ropa para la fiesta?

-Es que...

-Oh Ryan, no puedes contestar a eso, tienes que ir y punto. -Dijo Tyler poniendo una voz chillona.

-¡Yo no hablo así, y tampoco le quiero obligar! Es decir, si no quiere, pues que no se ponga lo que me dijo. -Y es verdad, no le obligo, él me dijo que quería ponerse eso para su cumpleaños, y yo me moría por verle con eso puesto.

-Ahora vuelvo. -Dijo Ryan subiendo las escaleras.

-Deja de mirarle el culo a mi hermano, ¡que estoy aquí delante!

-¿Desde cuando eres tan irritante?

-Según Ryan, los dieciocho me están sentando mal.

-Pues tiene razón.

-¡Lo raro sería que no se la dieras!

-No digas eso. Yo os quiero a los dos.

-Pero a mi más, porque soy tu mejor amigo y él es tu novio tocapelotas.

-No sé yo quien es aquí el tocapelotas... -Dije bajito pero lo suficientemente alto como para que me escuchase.

-¡Oye! -Dije reprochándome.

-¡Cállate!

-¿Qué me has comprado?


Y me puse nerviosa de golpe, ¿y si no les gustan los regalos? Joder, como odio los cumpleaños.


-Oye Jess, que era una broma. Te dije que no me compraras nada, y si no me has comprado nada, no me voy a enfadar ni nada de eso. -Dijo mirándome preocupado.

-No, no es eso. Es que... ¿y si no os gustan los regalos? -Dije nerviosa y Tyler se empezó a reír. Idiota.

-¿Eso es lo que te preocupa?

-Pues sí, se me da extremadamente mal comprar regalos.

-Me conformaría hasta con un helado. -Lo miré sin poder creerlo. -¿Qué? Me encantan los helados. -Al menos algo que puede funcionar.


Nos quedamos en silencio un momento mientras que a Tyler se le empieza a caer la baba de pensar en helados y yo me fijo en las escaleras por donde se fue Ryan hace ya un rato. ¿Dónde se ha metido este chico?


-Ve a por él.

-¿Qué?

-Que vayas y lo cojas de la oreja y lo bajes aquí. -Dijo Tyler.

-¿Seguro?

-Claro.


Le hice caso, me levanté del sofá y empecé a subir las escaleras. ¿Y si está desnudo? Pues me voy corriendo. Oh vamos Jess, seguro que haces cualquier cosa, excepto salir corriendo.


Dejé esos pensamientos pervertidos. Llegué a la puerta de la habitación de Ryan y pegué en la puerta. A los dos segundos Ryan me abrió y casi me quedo sin aire en los pulmones. Llevaba una camisa blanca, mal abrochada, aunque así mejor. ¡Deja las cosas pervertidas, Jess! Unos pantalones negros... Y su sonrisa. ¡Me encanta su sonrisa!

¡Piérdete! -EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora