Narra Jess.
— Una pregunta siempre rondaba por la cabeza del intrépido Peter, cuyo chico siempre tenía una respuesta para todo: ¿Quién soy? —Lee el profesor para toda la clase.
¿Quién soy? Pues soy una chica que siempre se sienta al fondo de la clase y nunca levanta la mano para no llamar la atención, la que camina rápido por los pasillos o por la calle para no tener que pasar mucho tiempo a la vista de todos, la que es incapaz de empezar una conversación con una persona. Jessica Scott, esa, esa soy yo. La chica que siempre está sola, tanto en clase como en casa, la que se siente ignorada por todos, aunque en el fondo esto no es algo tan malo. Hay veces que pienso cómo sería mi vida si no fuese ignorada tanto en casa como en clase. ¿Por qué siempre estoy sola? Sinceramente, me da demasiada vergüenza hacer amigos, sobre todo cuando ya tengo 16 años y llevo aquí mucho tiempo.
Mis pensamientos se ven interrumpidos al sentirme observada por alguien, giro mi cabeza hacia a la izquierda y me encuentro a un chico que me mira con una sonrisa, tengo que reconocer que el chico es monísimo pero... ¿quién es?
— ¿Y tú quién eres?
— ¿Yo? Soy Ryan, Ryan Adams. ¿Y tú eres...?
— Yo soy alguien a quien vas a dejar en paz desde ya. —Le sonrío con una mueca de asco en mi cara y aunque no entiendo por qué, sigo actuando de esta forma.
— Con que la chica es de las que les gusta estar sola, ¿puedes creer eso Tyler? —¿Tyler, quién es Tyler? Me giro hacia mi derecha y me encuentro con un chico idéntico al otro. No puede ser... ¿Gemelos? ¿Por qué a mi?
— ¿Y tú? ¿Quién eres tú?
— Tyler Adams, el hermano de la persona que a partir de hoy te va a molestar a sol y a sombra, no deberías haberle dicho que te dejase en paz, porque no lo hará. —Me sonríe amablemente y no sé por qué este chico sí me cae bien.
— Encantada Tyler, soy Jessica... Aunque puedes decirme Jess. —Le sonrío.
— Jess... Bonito nombre. —Me sonríe y noto cómo alguien gruñe a mi izquierda.
— ¿Y tú por qué gruñes? ¿Acaso eres un animal?
— Tenemos la misma cara y a él si le dices tu nombre y a mí no, ¿de qué vas? —Lo miro como si no pudiese creer lo que me está diciendo.
— ¿De qué vas tú? ¿Cuántos años tienes? ¿Tres? Porque tanta inmadurez puede ser mala para tu diminuto cerebro.
— No deberías meterte conmigo.
— Ni siquiera sé quiénes sois, no os había visto en mi vida y me habláis como si me conocieseis de toda la vida.
— Tenemos una explicación para eso, básicamente, somos nuevos aquí. —Contesta Tyler encongiéndose de hombros.
— Cuando entré vi a una chica sentada al fondo de la clase sola y me dije "Ryan, vamos a molestarla un rato" —La sonrisa de Ryan no desaparece de su cara y eso me gusta y me incomoda de cierta forma.
— Así que sois nuevos, bueno, así mejor, así huiré y no me encontraréis. Gracias a Dios. —Digo mirando al cielo inexistente, ya que, bueno, el techo está de por medio.
— ¿Tan mal te he caído? —Pregunta Tyler con una risita.
— En realidad, tú me has caído bien, pero entre tú y yo, a tu hermano no lo aguanto. —Digo sabiendo que Ryan me está escuchando.
El timbre suena indicándonos que es hora de irnos, me levanto y corro para salir de aquí sin que mis "dos nuevos amigos" me sigan. Después de un rato corriendo decido parar y empezar a caminar ya que sino llegaré sin oxígeno a casa y no tengo a nadie que pueda estar pendiente de mí. Y por si alguien se lo pregunta, sí, sí tengo padres, aunque es como si no los tuviese. Me paso el día sola en casa porque mis padres trabajan, más que trabajar se van de viaje cada tres días, se pasan cuatro semanas de vacaciones, llegan, y me dicen que tienen que volver a irse. Sé que no trabajan y que simplemente se van a disfrutar de la vida, mientras que yo limpio, cocino, recojo, estudio... Yo hago todas las típicas tareas del hogar para poder vivir aquí. Porque sino viviría en condiciones que no serían aptas para la vida, y aunque no tenga compañía, me gusta vivir bien.
Muchas veces me he sentido mal por estar siempre sola y porque todo el mundo me ignorase, pero llega un momento en el que te adaptas y te acostumbras a vivir con esto, y tampoco es tan malo como parece. Al principio sí, reconozco que al principio lo pasaba bastante mal, pero bueno, tenía once años cuando empezaron a dejarme sola constantemente, y era una simple niña a la que le gustaba divertirse y pasar tiempo con sus padres, aunque cuyos padres preferían pasarlo lejos de su hija.
De tanto pensar, no me he dado cuenta de que ya he llegado a la puerta de mi casa, busco dentro de mis bolsillos y dentro de mi mochila las llaves de mi casa pero no las encuentro por ningún lado y empiezo a alterarme. Aunque esta alteración, no sabría decir si aumenta o disminuye al escuchar su voz.
— ¿Buscabas esto? —La voz de Ryan y el sonido de unas llaves moviéndose en sus manos hacen que me dé la vuelta y vea mis llaves en sus manos.
— ¿Por qué las tienes tú? —Digo enfadada.
— ¿Cómo sabes que soy Ryan? Quiero decir, si hubieses pensado que soy Tyler, me llamarías héroe y me llenarías de besos y abrazos.
— Sí bueno... Soñar es gratis. Dame las llaves.
— Cógelas. —Me las lanza y las consigo coger antes de que caigan. —Al menos ya sé dónde vives y así podré venir a visitarte alguna que otra vez. —Me guiña un ojo y ahí está otra vez esa sonrisa que cada vez odio más.
— ¡Piérdete!
Ryan se da la vuelta y se va riéndose, dejándome sola en la puerta de mi casa. ¿Pero este chico quién se ha creído que es?
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¡Piérdete! -EDITANDO
HumorJessica Scott es una chica que está acostumbrada a pasar el día sola y tranquila. La mayoría de las veces se siente mal porque nadie la toma en cuenta, pero todo cambia cuando dos chicos llegan a cambiar su vida, uno de ellos la va a seguir a todas...